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Sandra Martínez
Guadix
Sábado, 5 de febrero 2022
Con una percepción especial del terreno, los monumentos, la gastronomía o incluso el frío característicos de las primeras horas de la mañana, los seis protagonistas de esta historia han apreciado la cercanía de Sierra Nevada a los pies del Marquesado del Zenete en su travesía por el camino mozárabe. Esta 'percepción especial' se debe, precisamente, a que tres de ellos carecen en absoluto de visión y uno tan solo aprecia formas y bultos. Los otros dos que los acompañan son un labrador y un pastor alemán que los guían por el camino y que, como ellos mismos reconocen, «son parte del equipo».
Javi, Jordi, José Manuel y Concepción se conocieron mientras realizaban otras rutas. Tras coincidir varias veces, decidieron llevar a cabo todos juntos el camino que une Almería con Granada, con el objetivo de llegar hasta Santiago de Compostela.
Conocieron esta ruta a través de la Asociación Jacobea de Almería-Granada y pensaron que era una buena opción para llegar hasta los rincones más desconocidos de la provincia. «Esta es nuestra forma de conocer el sur y las maravillas que este esconde. Este ambiente es completamente diferente al que conocemos de otros puntos del norte de España», expresan. «Cuando pasamos por la parte de las minas, lo sabemos porque se nos reseca la boca del polvo. Lo percibimos todo de forma más intensa porque tenemos el resto de sentidos más desarrollados. Esta carencia hace que agudicemos otras de nuestras virtudes», añaden.
La ruta Almería-Santiago tiene un arraigo consolidado en la comarca pese a su dureza. En 2019, casi 800 personas completaron el camino y, actualmente, se está recuperando el nivel de peregrinos tras las restricciones provocadas por la pandemia. Además, supone un punto de partida que es común tanto para visitantes europeos como de otros continentes que recurren a la Asociación Jacobea para su realización.
Aunque tres de ellos no tienen ningún tipo de visión, se guían por las flechas que sí puede percibir otro de ellos y por el recorrido y la gran ayuda que le aportan Ara y Nix, sus perros adiestrados que evitan que caigan o tropiecen con alguna piedra a lo largo del recorrido.
Aunque Javier lleva solo siete meses con Ara, parece que se conociesen de toda la vida, motivo por el que la pastor alemán se ha convertido en sus ojos. «Depositamos en ellos una confianza plena y, en cierto modo, son los que nos protegen de cualquier peligro», señala. Asimismo, explica que la travesía con los perros hace que estos también se motiven mucho, conozcan el terreno y tengan una libertad y una oportunidad de la que otros animales no gozan.
«Las zonas por las que hemos tenido una mayor dificultad para guiarnos han sido las entradas de los pueblos, porque ahí las fechas muchas veces están tapadas o no se pueden percibir con tanta facilidad como a lo largo de la travesía», afirman. Sin embargo, reconocen que el camino mozárabe está muy bien adaptado a las necesidades de las personas invidentes y que la Asociación Jacobea ha estado constantemente pendiente de ellos para brindarles cualquier tipo de ayuda, no solo con ellos, si no con todos los peregrinos que inician la ruta.
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