Benalúa de Guadix

La desesperación de un vecino de Benalúa por las inundaciones: «Miro al cielo con temor»

Meses y meses con la incertidumbre de hasta dónde llegará el agua si las lluvias caen más fuerte. Con esta idea rondando en su cabeza vive Francisco Vílchez, vecino de Benalúa de Guadix, que denuncia el estado en el que se encuentra la tubería de las aguas pluviales de su barriada, atorada desde hace meses, y que provoca que el espacio quede inundado cada vez que las precipitaciones son abundantes. Tal y como él mismo inmortalizó hace tan solo algunas semanas, el agua se acumula formando una especie de balsa que teme que llegue hasta el interior de su propia vivienda, como sucedió en un vehículo aparcado justo en su puerta. «Si la tormenta llega a durar media hora más, el agua podría haber llegado hasta el salón de casa», expresa. Por este motivo, solicita «urgentemente» que el Ayuntamiento del municipio realice una limpieza del lugar para evitar riesgos y desperfectos de cara al futuro.

El agujero de la tubería, taponado al máximo, es la salida pluvial del conjunto de casas-cueva que se ubican en la calle Doña Mercedes y que, según asegura Francisco, no se limpia desde hace un año. «Tenemos que estar siempre pendientes de que no se tapone para que no afecte a nuestros hogares», indica. Asimismo también declara que ha presentado hasta tres escritos al consistorio y lo ha informado verbalmente al equipo de gobierno sin obtener ninguna respuesta por su parte. «Miro al cielo con temor a nuevas tormentas», declara.

Por su parte, el primer edil de Benalúa, Manuel Martínez, deja claro que el consistorio realiza una limpieza «continua» de estos canales y que son tuberías que fueron renovadas hace tan solo algunos años, por lo que se encuentran en «perfectas condiciones». En esta misma línea, añade que la acumulación de agua «es mínima» y que no hay riesgo de que entre en ninguna vivienda.

La desesperación por esta situación fue lo que llevó a Francisco, de 87 años, a escribir una carta a este periódico e imprimir diversas fotos con las que exponía y contaba su problema. «Quería que quedase todo bien expuesto y que hubiese pruebas de ello», afirma mientras señala los restos de barro que aún se pueden apreciar en el espacio una vez que el agua se ha secado.

La falta de dominio de las nuevas tecnologías no frenaron la necesidad de denunciar su situación, motivo por el que recurrió a la forma en la que tradicionalmente se ha comunicado toda su vida: papel y boli. «Por escrito hay una mayor seguridad de que se ha contado», sentencia.

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