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Sandra Martínez
Guadix
Martes, 10 de mayo 2022, 00:23
Como buen accitano, cuando uno piensa en las principales figuras literarias de su tierra, se le viene a la mente el nombre de Pedro Antonio ... de Alarcón. Sin embargo, son pocos los que identifican o conocen la trayectoria del que fue su referente y uno de los principales representantes de la novela histórica española del siglo XIX, el escritor y periodista Torcuato Tárrago y Mateos.
Nacido el 10 de mayo de 1822, la figura del personaje que da nombre a la calle del municipio que se ubica frente al quiosco de Salique está a día de hoy prácticamente olvidada en Guadix 200 años después de su nacimiento. «De este mismo modo, pobre y prácticamente olvidado, murió Torcuato Tárrago y Mateos en su casa en 1889 después de haber pasado de ser un autor de novelas respetado a adquirir la concepción de 'mal escritor' por libros que rozaban lo absurdo», explica Julio García de los Reyes, uno de los conocedores de la biografía del autor.
Su espíritu liberal le llevó durante la primera etapa de su vida a dirigir la apertura de locales culturales donde se llevaban a cabo representaciones teatrales, musicales o veladas literarias que, posteriormente, dieron paso a que un grupo de jóvenes con dichas inquietudes creasen la sociedad llamada La Tertulia, que se convirtió en un liceo de la época para los debates intelectuales y donde Pedro Antonio de Alarcón desarrolló su máxima expresión creativa, viendo así en Torcuato Tárrago y Mateos a un referente.
«Los comienzos literarios de Tárrago se produjeron en 1846 con la obra 'El ermitaño de Monserrate', mientras que sus inicios periodísticos están ligados a la creación del semanario 'El Eco de Occidente' en 1852 junto a Alarcón, lo que les permitió hacer fortuna entre los socios y suscriptores de Cádiz para marcharse a Madrid», añade Julio García.
El autor escribió más de 50 obras de novela histórica, dirigió al menos tres periódicos y publicó en hasta ocho, llegando a colaborar en la creación de diversas cabeceras junto a otras personalidades importantes de esos años, algo que le permitió vivir de su pluma con holgura a lo largo del siglo XIX, una práctica que mantuvo hasta casi el final de su vida.
Su principal labor literaria tuvo a la novela histórica en formato folletinesco como principal protagonista, donde lució su capacidad descriptiva e inventiva y donde lo principal era la acción que hacía que el público anhelase la siguiente entrega para ver lo que sucedía, entre las que destacaron obras como 'A doce mil pies de altura', donde recuerda vagamente a la obra de Julio Verne.
Asimismo, en los periódicos de la época se identifica al autor como «símbolo de trabajo» y por ser su literatura una muestra de sencillez que mezcla de forma extraordinaria la fábula y el diálogo, aunque a finales del siglo XIX su producción sería denominada como literatura farragosa, melodramática, así como tergiversadora de la historia y la verdad.
«Cabe destacar que, en la primera etapa de sus vidas, ambos escritores mantenían muy buena relación, y en 1848 se reunían hacia 1848 para compartir impresiones de la Revolución Francesa y de autores como Victor Hugo, Walter Scott o Lord Byron. Posteriormente, crearon 'El Panorama Accitano', que contó con una muy buena acogida entre la población del municipio; sin embargo, al final de sus vidas, no terminarían siendo tan amigos ni tendrían una relación tan cercana», concluye García de los Reyes.
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