Guadix llora desde hace una semana el fallecimiento de su vecino Torcuato Cejas Jiménez, de 36 años, el último motorista fallecido en carretera en la provincia. Conocido como 'el pico', era el presidente de la Asociación amigos motos del ayer de Guadix. Regresaba de una ... concentración junto a sus compañeros cuando perdió la vida en un accidente de tráfico. «Generoso, risueño y con un gran corazón», tal y como lo definen sus allegados, deja desolada a su pareja, Marienca, con la que tuvo hace pocos meses un bebé, así como a sus padres, hermanas, sobrinos y amigos.
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Torcuato era un apasionado de las motos. Le gustaba comprarlas, arreglarlas y salir con ellas junto a sus amigos. Su sabiduría y carácter le llevaron a presidir la asociación hace un año. Ángel Lupiáñez, vicepresidente de la misma, le acompañaba en esta andadura. Se conocen desde que eran niños. «Él nos transmitió la pasión por el motor», admite.
El pasado domingo, 3 de marzo, acudieron a una concentración en Cogollos de Guadix. Disfrutaron y rieron juntos, como siempre. A la vuelta, en la carretera que comunica Guadix con Lugros, tuvo lugar el trágico suceso. «Seguimos en shock y haciéndonos las típicas preguntas: qué hubiera pasado si nos hubiéramos quedado más tiempo, si hubiésemos vuelto por otro lado… Es mejor pensar que murió haciendo lo que más le gustaba, aunque en estos momentos no tengamos consuelo», explica Ángel, que habla en nombre de amigos y familiares, incapaces de expresarse en estos momentos.
Torcuato era «la mejor persona que te puedes echar a la cara»; padre, pareja, hijo, hermano, tío y amigo ejemplar. Prueba de ello son los más de cuatrocientos mensajes de condolencias que se han publicado estos días en redes sociales. «Todos hablan maravillas de él. Si algo le caracterizaba era su sonrisa, para nosotros era su sello. Siempre le recordaremos así, riendo», cuenta su amigo emocionado.
Trabajaba en el centro logístico de Mercadona de Guadix y tenía la carrera de Ingeniería Mecánica. Una de sus aficiones era el Cascamorras de su tierra, que no se perdía ningún año. El entierro, celebrado en la Iglesia de Santa Ana de su ciudad, fue multitudinario. «Él animaba a su gente a hacer cosas, a vivir la vida. Cuando volvamos a coger la moto, el día que tengamos fuerzas, lo llevaremos de paquete», apostilla Ángel. La asociación tiene pensado realizarle el homenaje cuando el tiempo alivie levemente el dolor. Descanse en paz, Torcuato.
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