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El guiri que confundió las ranas del Carmen de los Mártires con un concierto de castañuelasTodo pudo empezar con una pregunta sobre el índice de natalidad en España. Vera Soublechero, guía turística licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad de Granada, ni se inmutó. Sus dos décadas al frente de grupos de turistas estadounidenses por Granada, Andalucía y toda ... Europa le han hecho templar el gesto y sostener el ademán para buscar siempre una solución que suele pasar muchas veces por una buena sonrisa. Esta anécdota, por ejemplo, tomó cuerpo en Granada, justo antes de una visita guiada a la Alhambra.
–Vera, ¿en España el índice de natalidad es muy alto?
–No. De hecho es bastante bajo. ¿Por qué?
–Porque veo bañeras para bebés en la mayoría de los hoteles a los que vamos
Vera se tragó la carcajada y respondió plácidamente que no. Que no eran bañeras para bebé lo que la acaudalada señorona estadounidense veía en las habitaciones de los hoteles, sino simples bidés para el aseo diario.
Esta es una de las historietas que Vera publica en su libro, que con el título 'Guiando voy', relata su vida profesional. «Son las aventuras de una guía y las preguntas curiosas e insólitas que me hacen los turistas». El libro es el resultad de una primera experiencia. «Desde mi primera gira con turistas, supe que iba a escribir este libro, porque me empezaron a suceder todo tipo de situaciones extravagantes, raras, diferentes. Algunas divertidas y otras no tanto».
Divertida fue la del guiri que confundió el croar de las ranas del Carmen de los Mártires con un concierto de castañuelas. «Me la contaron en recepción del hotel Alhambra Palace, porque pregunto mucho que me cuenten lo que les preguntan mis clientes. Un día apareció un señor que quería comprar entradas para el concierto de castañuelas, y le respondieron que no, que no había ese tipo de concierto».
No quedó ahí la cosa. «Insistió el guiri que sí había, porque él lo escuchaba todas las noches desde la habitación. Ante tanta insistencia, le dijeron que avisara cuando lo volviera a escuchar. La sorpresa fue que cuando fuimos a su habitación, le tuvimos que explicar que lo que él creía que era un concierto de castañuelas no eran más que el croar nocturno de las ranas del Carmen de los Mártires. Con lo difícil que es saber cómo se dice en inglés croar».
Aquí mismo, en el hotel Alhambra Palace, tuvo en una ocasión Vera que atender a una de las recepcionistas. Resulta que la trabajadora recibió una noticia personal impactante, con lo que se quedó traspuesta. «A punto de marearse, la recogí y la llevé al cuarto de atrás de la recepción, donde empecé a darle un masaje en la cabeza».
La anécdota ocurrió cuando, al encontrarse la recepción desatendida momentáneamente, «el responsable entró en el cuarto y me vio dándole un masaje a la recepcionista sin saber que estaba mareada». No fue a más. Aunque también hay sustos. Y bien gordos. Una vez, en el aparcamiento de la Alhambra, una turista norteamericana se cayó del autobús de espaldas y casi se desnucó.
Empezó a sangrar y fue trasladada en ambulancia a Urgencias. Tenía un hematoma cerebral considerable y estuvo ingresada casi dos semanas. Por supuesto, perdió el circuito turístico y el billete de vuelta a Estados Unidos. Lo bueno es que se comunicaba bien en español y se pudo organizar que su hermano viniera a buscarla.
«Lo que pasa es que fue un susto de campeonato, porque el grupo tenía que hacer la visita y continuar la gira por distintos puntos y localidades, así que me tuve que prácticamente dividir en dos. Además, cuando terminé el circuito con este grupo, me volví a Granada para cuidar de esta persona, que se llamaba Ana. La visitaba todos los días, hasta que vino su hermano y por fin pudo volver a su país».
El libro cuenta entre sus páginas con anécdotas ocurridas por toda Europa y va a ser presentado este miércoles 24 de enero a las siete de la tarde en la Biblioteca de Andalucía. En el acto participan Óscar Jiménez, profesor de la Facultad de Traducción y Turismo; y Alejandro Lapeña, traductor, dramaturgo y compañero de estudios de la autora en la Universidad de Granada.
Por destacar, Vera tiene una anécdota que es de las más divertidas de todas. Es la del hombre que iba a todas partes sin zapatos. «Era un ingeniero de la NASA que defendía que había que ir descalzo siempre por el bien de la salud y de la Humanidad».
«Argumentaba que si todos fuéramos descalzos el mundo funcionaría mejor». Así que Richard, se pateó toda España sin zapatos y tan contento, hasta que en la Catedral de Sevilla, el vigilante le pidió que se calzara. «Richard le respondió que Jesucristo iba descalzo». Vera tuvo que volver a mediar para arreglar el desaguisado. Y así con todo.
El mayor desaguisado ocurrió con un ingeniero de la NASA, que se empeñó en realizar todas las visitas descalzo.
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