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Nadie diría que tras la sonrisa de Mayte López existe una inestabilidad laboral. Esta mujer de 35 años es la presidenta de la asociación de Kellys Unión Granada, camareras de piso que cobran 2,50 euros por habitación, trabajan más horas de las contratadas y ... limpian una media de 15 habitaciones diarias. Las kellys -significa las que limpian, no es un anglicismo-, reclaman que su trabajo no se externalice, que se les reconozcan las enfermedades laborales, que haya más inspectores de trabajo en el sector y que se regulen sus condiciones a través del convenio de hostelería.
-La situación que sufren se conoce desde hace poco. ¿Qué ha cambiado para que den la cara y salgan a la calle a protestar? Incluso usted muestra ahora su rostro.
-Durante un tiempo quise mantenerme en el anonimato porque mi situación es precaria cien por cien. Ahora llevo dos meses en un hotel nuevo, he podido demostrar que valgo trabajando y no tengo nada que esconder, en especial después de denunciar en mi trabajo anterior porque me despidieron de un día para otro y no me daban ni los papeles del finiquito. Ves que echas más horas de las contratadas, que no tienes seguridad, que hay compañeras que sí libran fines de semana y tú no, que te ponen problemas hasta con los papeles para cobrar el paro... Ves todo el dinero que estás perdiendo cuando te estás deslomando a destajo. La situación tiene que cambiar para todas o no vamos a parar de denunciar durante nuestra vida laboral.
-¿En qué condiciones trabajan?
-Hablamos de 15 habitaciones por día en una jornada de entre siete y ocho horas, descansando solo un día por semana. Una burrada. La presión psicológica es brutal. El acoso que sufrimos por parte de las coordinadoras de la empresa, de las gobernantas de los hoteles... te insultan, te faltan al respeto, te chillan por los pasillos... La dignidad es lo primero. Una vez solo cobré 640 euros y descansé un día en todo el mes. ¿Dónde se había ido el dinero de todo mi esfuerzo?
2,5 euros cobran por habitación, en la que deben cambiar sábanas y toallas, desinfectar el baño, limpiar ventanas, persianas, suelos y armarios. Además, han de aspirar y fregar el suelo y los enseres de los pasillos de su planta. Todo por ganar entre unos 500 y 700 euros al mes.
-¿Por qué por el convenio de hostelería y no por el de limpiadoras?
-El sueldo se duplica y el trabajo no tiene nada que ver. Tú eres limpiadora y tienes una oficina de lunes a viernes: hoy le dedico un rato a esta parte y mañana a la otra, te organizas de otra manera. Las limpiezas en hostelería son a fondo y a diario, desinfectar duchas, inodoros, cambiar toallas, sábanas, persianas, ventanas, armarios... El cliente tiene que tener la sensación que está estrenando la habitación y eso no se consigue en un pispás. Las primeras horas estás fresca, pero según pasa el tiempo el cansancio te puede. Una quiere una tranquilidad económica, pero llevar 15 habitaciones diarias es imposible. Nos están matando vivas.
-¿Y actualmente se rigen por algún convenio?
-Por ninguno, estamos en el limbo. En teoría sería el convenio de la empresa, pero va en beneficio de ellos. Si estuviéramos por el de hostelería, por ocho horas contratadas serían unos 1.200 euros; por cuatro horas unos 730 euros. Aparte, el plus de transporte y el de antigüedad. Así es como debemos estar.
-Piden que se reconozcan las enfermedades derivadas de su trabajo. ¿Cuáles son?
-Nosotras usamos productos muy fuertes para desinfectar y que se quede todo impoluto. Eso nos perjudica las vías respiratorias, las manos, los ojos... Luego, este trabajo es completamente físico, puedes tener desde un túnel carpiano, las cervicales, trombosis en las piernas, cualquier trastorno músculo-esquelético. Aparte la tensión constante de no saber cuándo descansas, las habitaciones, la gobernanta presionando...
-¿Tienen regulados los descansos, las horas de comida o las vacaciones?
-No, te avisan el día de antes. Sales a las cuatro de la tarde de trabajar y luego están dándote la lata por el grupo de WhatsApp. Te toca estar pendiente del teléfono porque a las nueve de la noche te dicen que mañana descansas. O estás libre y a las once de la mañana te dicen que tienes que ir a trabajar a la de ya y que no se te ocurra decir que no. Además, una cobra por día trabajado. Si descansas no cobras aunque estés dada de alta, así que las vacaciones ni olerlas. En cuanto a la comida, si estás dada de alta ocho horas, tienes media hora para almorzar. ¿Qué pasa? La mayoría de las compañeras prefieren no comer para quitarse trabajo y no echar más horas de la cuenta.
-¿Se están concienciando los hoteles tras las movilizaciones?
-Para los hoteles somos un número. En Granada hay muy pocos que tengan la situación regulada. De hecho, una de nuestras propuestas es que los ayuntamientos premien a los que lo hacen bien para ver si los otros cambian. Pero no todo es malo. Las gobernantas de los hoteles van tomando conciencia. Saben cuándo hay sobrecarga de trabajo, cuándo estás cansada, cuándo no puedes más. Intentan que haya buen ambiente, que tengas un número de habitaciones razonable, tus dos días de descanso siempre que se pueda que no es lo normal... Te tratan bien, te ríes con ellas, incluso cae un abrazo, que puede parecer una tontería pero con el acoso que sufrimos eso se agradece en el alma.
«Hay dos problemas básicos: que las compañeras no se sienten identificadas con su categoría de kelly y cómo se aprovechan las empresas», afirma María José Sánchez, secretaria de la asociación. «Muchas vienen del sector de las limpiadoras. Están en una oficina, les ofrecen trabajar un par de veces por semana en un hotel y por ahí las engañan. Después tienen miedo a denunciar; ahora ya se puede hacer a través de la asociación». Por otro lado, el tamaño medio de una habitación es de unos 50 metros cuadrados. Yo estuve en un hotel de cuatro estrellas superior con habitaciones de hasta 200 metros cuadrados, exigiéndote limpiarla a fondo y en el menor tiempo posible», relata. También cuenta que algunas compañeras han sufrido amenazas en plena calle por parte de empleados de la empresa para las que trabajan: «Nos han llamado ladronas, aprovechadas, incluso nos han llegado a decir no nos hará tanta falta el dinero porque acabamos yéndonos».
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