Luis Gerardo García Royo ('Nino') muestra una cicatriz a la altura del corazón. A simple vista se le ve fino. El médico le dijo que por cada kilo que se quitara ganaría un año de vida y parece que quisiera hacerse eterno. Tiene otra herida metafórica que no se aprecia pero que aún le sangra de vez en cuando: «Mi partido me echó». Era el concejal más valioso del primer mandato de José Torres Hurtado, edil de Urbanismo y portavoz, pero se cayó de las listas en 2007. Volvió a su puesto en la Agencia Tributaria y se jubiló en 2019 con 69 años. Vive a camino entre Madrid, donde están sus nietas, la playa y Granada. No tiene mucha vida social porque –asegura– lo sacaron del protocolo. Y hace 15 años que no habla públicamente, desde que ofreció su última rueda de prensa en el Ayuntamiento. Nunca se ha pronunciado sobre su atípica salida de la política, ni sobre el urbanismo de aquella época de pelotazos. Gestionó una etapa de tentaciones y abundancia pero 'Nino' no aparece en la 'operación Nazarí'. A ratos puede parecer reservado, incluso, hosco, pero en las distancias cortas es cariñoso y conversador. Hasta sus enemigos reconocen que tiene una mente brillante y eso lo convierte, a veces, en alguien complejo. Demasiadas virtudes para un hábitat donde cotizan los defectos, como es la política. Esta era la entrevista pendiente.
–¿Sigue militando en el PP?
–Yo no pago cuota, me imagino que debo estar expulsado. Formalmente no he pedido la baja. Tácitamente entendí que me estaban echando cuando me dijeron que yo era pasado.
–Pero algunos del pasado habitan en el presente.
–Y a otros se les recibe bajo palio después de muchos follones y recursos judiciales. A mí no. Debo ser más pasado todavía.
–¿Dejó la política o fue la política quien lo dejó?
–A mí me echaron mis compañeros. Yo había manifestado reiteradamente que quería seguir. No he intentado volver ni nadie me ha llamado de otras fuerzas políticas.
–¿Recuerda el momento?
–Tuvimos un pleno el viernes de Dolores. El jefe de gabinete del alcalde repartió a todos una carta firmada por Sebastián Pérez [entonces presidente provincial del PP], donde nos convocaba a diversas horas el Lunes de Pascua para comunicarnos si seguíamos o no en las listas. A mí me dejó para el último y no me citó en el partido, sino en el Ayuntamiento. Aquella mañana recuerdo que publicasteis [en IDEAL] la lista. Me recibió Sebastián Pérez en su despacho y me dijo que yo era pasado, que no contaban conmigo. Tengo que reconocer que me ofreció cosas, incluso, cosas que pienso que no me podía ofrecer. Hasta ser presidente de la caja de ahorros, que no sé cómo se podía conseguir aquello. No me hacía falta un premio de consolación, tenía mi puesto de trabajo esperando.
–¿Se había convertido en alguien incómodo en aquel momento?
–[Piensa] El alcalde no me llamó, ni el día anterior ni el posterior. Ese lunes estaba en Marrakech, con unos empresarios granadinos viendo unos terrenos para un polígono industrial. A la semana más o menos, entró en mi despacho para decirme escuetamente que algunos compañeros habían dicho que había que renovar la lista. No sé si era incómodo o no. Lo que tengo claro es que había personajes con bastante ambición y necesitaban más protagonismo público. Me tenían que quitar a mí.
«El alcalde llamaba a mis colaboradores directos para despachar con él sin que yo me enterase»
–Fue contundente y duro en las formas en algunas ocasiones. Pero nadie cuestiona la lealtad al alcalde hasta el final. ¿Fue recíproca?
–Puedo asegurar que yo fui absolutamente leal. Pepe [Torres Hurtado] había depositado toda la confianza en mí y me dejó actuar. Es verdad que todo lo hablábamos y los temas importantes de la ciudad los conocía. Aparte de que era miembro de la Gerencia de Urbanismo y cuando tratábamos asuntos él estaba ahí sentado. No hice nada que él no supiera y, sin embargo, yo sí que sabía, porque lo viví, que desde el otoño de 2006 pues se llamaba a mis colaboradores a despachar con él sin que yo me enterase. Estando yo con mis colaboradores directos recibían llamadas del alcalde pidiéndole información sobre algunos temas.
–Pero ha dicho Torres Hurtado que no sabía de Urbanismo.
–Puedo contar un caso. Estábamos negociando un convenio con el Arzobispado y yo quería apretar un poquito más por la ciudad. Unos meses antes de las elecciones hubo una llamada a mis colaboradores diciéndoles que el convenio tenía que salir tal y como estaba en ese momento, que no era como a mí me hubiese gustado.
–Salvo el metro, muchas de las grandes reformas urbanas de Granada arrastran de su época: Gran Vía, Constitución…
–Le voy a corregir, hasta el metro. Tuvimos una dura polémica porque iba en superficie en el Camino de Ronda. Nos enfrentamos con Concepción [Gutiérrez], que era la consejera de Obras Públicas. También ahí nos dejamos algún jirón.
–Luego están las polémicas. De su época: la muralla de San Miguel, las farolas del Triunfo, la pérgola de Los Tristes…
–Nuestra oposición no era el grupo municipal socialista, ni Izquierda Unida, a pesar de que Lola [Ruiz Doménech] hizo una labor magnífica. La Junta ha sido un elemento paralizador de toda la gestión de esta ciudad y provincia. Cosa que hacíamos, quien la paraba era la Junta, y en concreto Cultura, que era su Cid Campeador. Con los restos de la plaza de toros de la avenida de la Constitución no se han pedido responsabilidades. Cayeron comercios, empresarios que se arruinaron y las piedras están en cajas de plástico. El muro del Violón obligó a parar el aparcamiento. ¿Quién visita ese muro? En la obra del metro en Sevilla aparecieron unos restos en la calle San Fernando. Ahora están con una capa de hormigón que le echaron a los pocos días. Recuerdo algún conocido personaje de Granada encadenado con su familia en los árboles de la avenida. Entre otras cosas, los vecinos nos pedían que los quitamos porque se metían las ratas en las viviendas. Hoy se cortan los árboles y calles enteras y no pasa nada. Cuando estábamos arreglando el Paseo de los Tristes y el cauce del río Darro, a la altura de San Pedro salió en el pretil una higuera salvaje. El arquitecto que llevaba la obra, Carlos Sánchez, dijo que dañaba el preril. Nos denunciaron a la Fiscalía de Medio Ambiente y nos abrieron diligencias penales por quitar una higuera salvaje que estaba afectando al pretil del Darro. Por eso los proyectos se eternizan. Marifran Carazo está haciendo con el eje Arabial-Palencia lo que se tenía que haber hecho en 2017.
–Tampoco avanzaban los proyectos al alimón con el Gobierno. Uno de ellos, el de la estación de tren, ahora volvemos a la propuesta de Hipercor. Que también la hizo en su época.
–En 2004, unos días antes de los atentados de Atocha, nos sentamos el alcalde y yo con Benigno Blanco, que era el secretario de Estado de Infraestructuras. Lo que nos ofrecía Adif inicialmente era que el tren pasara como en Jerez, por arriba. En vez de enterrarlo lo subimos y se lo pasamos por el comedor del segundo piso y saludamos a los comensales. En Granada entran dos vías, que es algo que no es normal. Por otra parte, tenemos el Beiro, que para poder salvar el entubado había que hacer una 'u'. Lo que conseguimos en esa comida fue que Benigno Blanco nos diera más dinero porque entendía que la de Granada era una circunstancia excepcional. Cambió el Gobierno, entró Magdalena Álvarez y dijo que no había ningún compromiso. Había una carta que nos mandó Benigno y que el alcalde le contestó. Los prohombres del PSOE comenzaron con un debate esteril, de electrificado, ancho internacional y doble vía. Y vino la crisis económica. Tuvimos muy mala suerte. Si no llegamos a tener un cambio de Gobierno tenemos el AVE mucho antes. Y con una estación más digna de la que nos han hecho, que la cambió por la de Antequera ahora mismo. Es verdad que, ante las dificultades que había cuando entró Magdalena Álvarez, propusimos que cuando el tren llegase a la Bobadilla se desviara y llegase hasta Hipercor. Enseguida saltó el debate de la Vega. Como decían del ferial y ahora otra vez quieren llevarlo a Neptuno. ¡Cómo vas a llevar el ferial a Mercagranada! Vamos a hacer un ferial como el de Jerez, un parque que se habite durante todo el año.
–¿La vega es un tema recurrente que ha lastrado el desarrollo? ¿Ha faltado abordar este debate en profundidad?
–La vega de Granada capital [enérgico], no la de la provincia. En otros municipios ese debate no se produce. Ese es el punto crucial de esta ciudad, qué quiere hacer con la vega. Saltar la Circunvalación es un peligro. Pero también es verdad que se ha saltado, moderada y controladamente. Hay institutos, colegios, el Rasillo… ¿Por qué no se puede diseñar algo en los suelos de contactos de la ciudad? Un parque agrícola, por ejemplo. Hoy en día los niños no saben cómo nacen los tomates. Se creen que el garbanzo viene cocido. ¿No será mejor eso que irnos con el ferial a Mercagranada? A parte de que ese terreno es para el centro logístico de la ciudad, y para mí, donde tiene que irse Cervezas Alhambra, proyecto que teníamos ultimado y se quedó encima de la mesa.
–Otro proyecto que se guardó y vuelve es el del cierre del anillo.
–Nos hizo un proyecto gratis una empresa que se dedicaba a construir infraestructuras y nos dijeron que estaban dispuestos a financiarlo con el método alemán. ¿Cuántos vehículos ha quitado el metro de La Zubia, Monachil, Cájar? La solución que nos daban era cuatro kilómetros de túneles y tres en superficie; el río Darro se pasaba a cielo abierto. Eran cien millones de euros y nos lo financiaban. Había salida al Albaicín, al Cerro de San Cristóbal y por Almanjáyar y Jun.
–Fue concejal de Urbanismo cuando todos querían serlo. ¿Recibió presiones?
–Tanto en mis años de ejercicio profesional como político no he recibido presiones de ningún tipo, posiblemente, porque sabrían que era perder el tiempo. También por eso me he ganado muchos enemigos. Recordará que tuvimos un incidente con la esquinita de los Cármenes el presidente de mi partido [Sebastián Pérez] y yo porque se entrevistó con el presidente del Real Madrid [Lorenzo Sanz], que su hijo lideraba el Granada. Me llegó la noticia de que se habían reunido, él dijo que no y yo respondí que no había estado en la reunión. Me puse delante de los bueyes.
–¿No se alegra de haber salido con lo que ha sucedió después y que todo se pusiera bajo sospecha?
–También yo pasé por un procedimiento judicial y todavía no me he enterado por qué. Se están archivando muchas cosas.
–En el Serrallo sí hay sentencia condenatoria.
–Hay una, es verdad, pero vamos a ver en qué queda porque está recurrida. El concejal, que no es técnico, no puede firmar absolutamente nada de motu proprio. Tiene que venir con un informe técnico y el concejal puede poner su firma a continuación o no. Si no la pone, prevarica por parar el procedimiento. Si la pone y no es correcto también prevarica. Al concejal de Urbanismo siempre le pilla el toro si hay algo mal hecho. Si no ha forzado al funcionario lo que habrá serán anomalías administrativas, pero eso es la jurisdicción contenciosa, no penal. Estamos abusando de la vía penal. Por eso nadie quiere ser concejal de Urbanismo. Y muy pocos técnicos quieren firmar ahora tampoco. Por eso se ralentiza la gestión.
–¿Son los técnicos quienes mandan?
–El alcalde decía que la administración local está en manos de los técnicos y no de los políticos. Si un técnico no quiere firmar la licencia de ocupación del bloque tú no puedes firmarla. Los funcionarios tienen mucho poder en la administración local.
«Nos denunciaron en fiscalía por quitar una higuera salvaje en el pretil del Darro. Por eso los proyectos se eternizan»
–En sus últimos días en el Ayuntamiento dejó a su sucesora, Isabel Nieto, una carta, que forma parte del ámbito privado. Pero en los pasillos y públicamente dijo lo mismo, que le iría bien si prescindía o no se dejaba influir por determinadas personas. ¿Recuerda las declaraciones?
–Perfectamente. Creo que fue en la presentación del avance del PGOU que dejé sobre la mesa y, sorprendentemente, el alcalde, al día siguiente de presentarlo, que sabía que iba a hacerlo, salió diciendo que eso se paralizaba. Con Isabel me mandaba muchas cartas, era delegada de Economía y, cuando hacíamos el presupuesto, me gustaba dejar cosas por escrito. Cuando gana Pepe Torres en 2007 no se produce ningún tipo de relevo con los tres que nos fuimos. Tenía la obligación de decirle a Isabel cómo estaban las cosas. Se ha invadido mi privacidad, porque una carta que era estrictamente privada, apareció en la intranet del Ayuntamiento de Granada.
–Al margen hizo las declaraciones y se interpretó que se refería a Manuel Lorente [histórico técnico del área de Urbanismo].
–Hablé de algunos colaboradores, puede que me estuviera refiriendo a otras personas también. Me encontré una Gerencia de Urbanismo en la que entre los técnicos había bastantes disputas, porque habían opiniones contrarias sobre temas concretos. Ese malestar, que no fui capaz de eliminar pero sí de controlar a base de hablar con unos y con otros, es verdad que me evitó caer en alguno de los problemas graves. Eso fue lo que quise transmitir a Isabel. Ojo, no oigas solo una voz, oye más voces.
–¿Le hizo caso Isabel Nieto?
–No lo sé, habría que preguntárselo a ella. Lo que sé es que la Gerencia de Urbanismo la enterró. Emuvyssa, la enterró, la Fundación Albaicín prácticamente no existe… La estructura que dejé fue desapareciendo poco a poco.
«Me dijeron que era pasado y me echaron. Había personajes que necesitaban más protagonismo»
–¿Se sentía más preparado que el resto?
–Admito y comprendo que si alguien tiene otras ambiciones políticas y quiere más proyección pública tiene que cargarse al que todas las semanas tenía dos ruedas de prensa. Yo me incorporé a la lista muy tarde. Estaba en Sevilla, era delegado especial adjunto de la Agencia Tributaria en Andalucía. Me llamó Pepe Torres a principios de mayo, nos vimos en el hotel Meliá y me planteó que quería contar conmigo. Le dije que no pero después hablé con mi mujer y decidí aceptar. Me ofreció el puesto dos, Sebastián que era coordinador iba el tres… Cuando ganamos, aquella noche en el hotel Luz, Pepe Torres me dijo que yo era el que mejor conocía el reglamento y la política local. Había estado ocho años en el Ayuntamiento con Jara y Quero. Me dio el área de Urbanismo y la portavocía. Tenía una ocupación añadida a la de la concejalía, que era la de las ruedas de prensa, y eso me dio mucho protagonismo. No era ni el que más influía en Pepe Torres ni el que estaba más cerca de Pepe Torres en su momento.
–¿Acabó peleado con Torres Hurtado el que más influía?
–Me estoy refiriendo a otro, a Mérida. Sin lugar a duda, el que más influía.
–¿Y no era cómodo para él?
–Gente que quería más protagonismo. Porque a lo mejor ambicionaba ser rector y hacía falta ser más conocido.
–¿Le hubiese gustado ser alcalde?
– No tengo cualidades para ser alcalde. Soy gestor. No sé estar en las barras de los bares con los vecinos horas enteras. O en las romerías con choto. Sé para lo que sirvo, me das un papel y te lo analizo. No me pongas a hacer de relaciones públicas. Yo sería más como Paco de la Torre [alcalde de Málaga].
–¿No cree que se ha devaluado la política? No hay que ser élite pero da la sensación de que cualquiera puede ser alcalde, concejal o ministro.
–En este país, antes o después, tendrá que haber una catarsis de todos los partidos. La política de ahora es vergonzosa. Ves cualquier sesión del Parlamento y te repugna, lo que se dice o cómo van.
–Y entonces llega el populismo.
–Hoy se consigue más manejando bien una red social que con un discurso o un mitin.
–De aquella época el último en salir es Sebastián Pérez. ¿Se esperaba este final?
–Siempre he pensado que el que a hierro mata a hierro muere. Y Sebastián tiene muchos muertos en las cunetas. Ahora le ha tocado a él.
–¿Justa o injustamente?
–[Piensa]. Hombre, ha trabajado mucho por esta ciudad, podía haber salido de otra manera. Pero ha salido casi que con el mismo método que él ha utilizado con muchos otros.
«No sé estar en los bares con los vecinos o en las romerías con choto. Yo sería más un alcalde como Paco de la Torre»
–¿Lo sucedido con la alcaldía cómo lo ha visto?
–No se puede gobernar con cinco concejales. Llevará usted el collar y lo que quiera pero un concejal no puede llevar cuatro áreas. Lo que ha pasado me parece bochornoso. Llevamos desde el año 2016 un vaivén de alcaldes.
–Entonces, ¿nunca se le ha pasado por la cabeza volver?
–Con casi 72 años, en absoluto. Pero es que yo soy pasado. Mi partido a mí no me ha llamado nunca para nada. Quiero ser honesto, me llamó una vez Juan Antonio Fuentes, que era coordinador de la campaña de Pepe Torres del año 11, para que fuera a la presentación de la lista. Y no fui. Tengo información del metro, porque tengo memoria. Recuerdo todos los estudios que hicimos y por qué lo rechazamos por el Centro. Me sorprende que mi partido diga que el metro por el Centro. ¿Por qué no me pregunta?
–¿Con Torres Hurtado habla?
–He hablado dos o tres veces. Pero ha sido en Navidad, que me felicitó por whatsapp, y alguna vez que lo he visto por la calle. Me he parado y hemos hablado dos o tres minutos.
–Relación protocolaria pero nada de lo que fueron dos estrechos colaboradores.
–Tengo una herida abierta. Ya está cerrada pero de vez en cuando sangra. Creo que fui leal, trabajé por él.El que el día que me abren la puerta para irme y me echan, estaba en Marrakech y ni llama, ni me comenta… Yo no lo hubiese hecho así con él.
–¿Como recordarán a los alcaldes de Granada? Siempre se habla de Antonio Jara no de Torres Hurtado.
–Cuando un niño es pequeño crece mucho pero, cuando tienes treinta años, crecer un centímetro es complicado. Cuando te encuentras un erial, un Pepote de la Borbolla en Sevilla, pides cosas y te las dan, se puede hacer mucho. Antonio Jara es otro alcalde tipo Paco de la Torre. Llevaba todo el Ayuntamiento en la cabeza. Empiezas a asfaltar calles, haces aceras donde había charcos… Era un niño chico que creció muy deprisa. Es verdad que fue un buen alcalde pero también tiene sus sombras. A mí no se me olvida el tema de la Plaza de Toros. En casi todas las ciudades se recuerdan más a los alcaldes anteriores que a los actuales, ¿es que en todas fueron mejores? Ojalá Pepote hubiera seguido muchos años. Porque cuando se fue, los prohombres del PSOE diseñaron un eje económico en Andalucía que fue Sevilla-Málaga. Y nos apartaron a Córdoba y a Granada, que no estuvimos hábiles. Debimos de diseñar y promover ese eje como alternativa. Cuando se hizo el Palacio de Congresos el diseño era que solo habría dos en Andalucía: Sevilla y Granada. Y el resto eran ferias de muestra. Eso nos venía estupendamente y nos estaban compensando. Llega Chaves y palacios de congresos para todos. Hombre, que nos vamos a matar.
«La Universidad tiene que optar por un gran campus y dejarse de tantos pegotitos aislados
–Otro mantra es el de que falta proyecto de ciudad.
–Es como la célebre frase de puesta en valor. O el arquitecto que te habla del diálogo de las pastillas para referirse a los edificios. Yo he tenido un proyecto. Cuando estás diseñando desde un área de Urbanismo tienes que tener proyecto de ciudad. La red de aparcamientos disuasorios, por ejemplo.
–Pero un proyecto de ciudad es más que parkings.
–Todo eso tiene que estar acompañado de un urbanismo y ordenación del territorio que lo sostenga. Me parece, y lo he dicho, que la Universidad tenía que optar por un gran campus estilo americano y dejarse de tantos campus aislados que son pegotitos que desconcentran la actividad, se pierde el sentido colectivo universitario y me da la impresión de que es poco operativo y costoso. Yo le ofrecí una opción al rector. Vamos a sacar la base aérea de Armilla y utilizamos esos terrenos al lado del campus de la Salud. Comprendo que era complicado. Lo más fácil era aumentar una planta más al edificio de Empresariales. Cualquier proyecto, cultural, ambiental…, si no lo sostiene la ordenación del territorio no va a ningún sitio.
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