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Jorge respira frente al atardecer en uno de los paseos junto a su casa. RAMÓN L. PÉREZ

«Agradezco a la vida por permitirme seguir aquí y poder disfrutarla»

Héroes 2020 | Jorge Alberto Durán ·

Catedrático del Departamento de Escultura de la UGR. Fue el primer granadino ingresado a causa del coronavirus. Pasó un mes en la UCI y sintió de cerca la muerte. Tras 70 días de hospital, recaída incluida, se recupera aún de algunas secuelas

Javier Morales

Granada

Jueves, 24 de diciembre 2020, 00:12

Jorge Alberto Durán sopló una vela el 1 de junio. Ese día cumplió 58 años, pero se sentía como un recién nacido. Unas semanas antes se había enfrentado de cerca a la muerte, con esa ensoñación tantas veces contada pero siempre impactante: vio el túnel, la luz al fondo, a sus familiares invitándole a cruzar al otro lado, y a su madre pidiéndole que no tuviera prisa. Le hizo caso a ella y le dijo al coronavirus que no, que con la ayuda de los sanitarios del Clínico aún le quedaba mucho por vivir.

El catedrático del Departamento de Escultura de la Universidad de Granada, profesor en Bellas Artes, fue el primer granadino que ingresó en un hospital a causa del coronavirus. A finales de febrero ya notó algún síntoma que asociaba con una bronquitis asmática previa, un resfriado o algo de gripe. Por entonces, el enemigo microscópico quedaba aún lejos de las fronteras de Granada, al menos oficialmente.

Los síntomas siguieron en marzo. Entonces, empezó a sospechar que podrían ser fruto de la Covid, e incluso identificó como contacto de riesgo a un estudiante Erasmus que tenía «un resfriado muy poderoso». Siguió en clase, haciendo vida normal, hasta que el 9 de marzo todo se precipitó.

Jorge, tras pasar a planta en el hospital Clínico. IDEAL

No podía respirar. En urgencias no le hicieron prueba de coronavirus. Un día después el ahogo era «terrible», la fiebre «importante», y cayó vencido en la cama. La insistencia de su mujer –no querían mandar ambulancia– fue vital para que Jorge acabara en el hospital. El ajetreo, el oxígeno, los tubos, las vías, la sonda... Y, de pronto, sopor. Desde entonces, sus recuerdos se apagan y entran en juego los sueños.

Reflexionó, hizo viajes sin salir de la UCI, y tuvo fantasías divertidas, sí, pero sobre todo recuerda el calor físico, el ahogo y el sonido de máquinas. Y ese sueño, el del túnel, en el que estuvo a punto de darse por acabado hasta que apareció su madre.

Pasó tres semanas y media en brazos de Morfeo y despertó con visiones extrañas: creía estar secuestrado, hasta que le hicieron saber que estaba en la UCI a causa del coronavirus.

«A los sanitarios les debo la vida, todo el cariño para siempre»

De ahí pasa a recordar la voz de Marisol Chaves, la fisioterapeuta que le ha ayudado a recobrar la movilidad. También las charlas con el intensivista Manuel Muñoz. Y la primera ducha, en la que le asistió la auxiliar de enfermería Silvia Salvago. Jorge es un héroe, como otros miles de granadinos que se han sobrepuesto al coronavirus en los hospitales, pero insiste en poner a ellos en el foco, en dar las gracias a los sanitarios que han cuidado de ellos. «Les debo la vida, todo el cariño para siempre». Con ellos se reunió por sorpresa el pasado 4 de diciembre, para el vídeo y la sesión de fotos que acompañan a este reportaje en 'ideal.es':«Me pondría en vuestras manos una y mil veces», les dijo.

Durán, junto a los sanitarios en el 'reencuentro' del pasado 4 de diciembre. RAMÓN L. PÉRZ
Imagen principal - Durán, junto a los sanitarios en el 'reencuentro' del pasado 4 de diciembre.
Imagen secundaria 1 - Durán, junto a los sanitarios en el 'reencuentro' del pasado 4 de diciembre.
Imagen secundaria 2 - Durán, junto a los sanitarios en el 'reencuentro' del pasado 4 de diciembre.

En el hospital perdió mucha movilidad y 30 kilos. A causa de la medicación, «bendita medicación», sufrió un problema grave de vesícula que lo puso de nuevo contra las cuerdas. El 1 de mayo pasó por quirófano y el 15 regresó a casa, casi 70 días después.

Jorge cuenta su historia con voz áspera y respiración sonora –enseña la cicatriz de la traqueotomía–. Tardó dos meses en poder ducharse él solo. Aún sufre hormigueos, insomnio y molestias. Ya pasea junto a su mujer y su perro, hasta hace flexiones. Y ha aprendido mucho. «Agradezco a la vida por permitirme seguir aquí y poder disfrutarla», cuenta el profesor. En el ajetreo del día a día deshumanizó a los suyos y perdió la percepción de la «belleza del poder vivir», pero ahora la ha recuperado. No se corta al alzar los brazos y gritar frente a un atardecer. No le faltan palabras de agradecimiento para los sanitarios, para sus familiares y sus colegas de la Universidad.

El próximo 1 de junio, Jorge Alberto Durán cumplirá dos años.

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