Loreto Martínez siempre supo que quería ser madre. Sin embargo, su pareja y ella no compartían la misma postura sobre tener hijos. Por momentos, sentía que sus deseos no se cumplirían nunca, pero la relación se rompió y a ella le faltó tiempo para buscar ... una clínica. La soltería no era un obstáculo.
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«Retomé el contacto con una amiga de la infancia y estaba embarazada a través de inseminación artificial. Ella me dio el empujón y mi hermana llamó y me pidió cita», comparte. Tenía 36 años cuando empezó aquel largo proceso de pruebas y analíticas. Fue un año y medio de intento tras intento, todos fallidos. Al final, se sometió a fecundación in vitro.
Se puso dos embriones, «a lo loco, a por mellizas», y uno salió adelante. «No me lo creía, sentía una felicidad plena. Luego vinieron los miedos. Cada vez que me hacía una revisión, solo pensaba en que naciera bien. De la maternidad se habla mucho, pero cuando lo vives cambia por completo», advierte Loreto.
El embarazo fue «buenísimo». Lo pasó sola. A casa de sus padres fue cuando ya estaba «más gordita»; esa misma noche, se puso de parto. El 25 de junio de 2019 nació India. El primer año fue «el más bonito». «Nos fuimos a Italia a vivir. Yo estaba de baja maternal y podía dormir a deshoras. Lo único que nos pilló el covid cuando ella tenía siete meses», cuenta esta madre.
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Hoy, la pequeña India tiene cuatro años y es un clon de su madre -en la clínica, buscaron un donante físicamente parecido-. Por las mañanas, va al colegio y por las tardes, a música y pintura. Es una niña «con mucho carácter, pero muy independiente y muy madura para su edad». Al tenerla sola, Loreto le ha ido enseñando «a que se apañe» desde muy pequeña.
Hasta hace poco, «decía que no quería tener papi, desde la inconsciencia», según Loreto. Ahora, «India empieza a preguntarse por qué no tiene papá, aunque lo que realmente quiere es un hermano». Su madre ya lo intentó después de que naciera ella, pero sufrió un aborto y el resto no salieron adelante. Su límite estaba al cumplir los 40.
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Aun así, hace un año hizo un último intento «como locura», pero tampoco salió. Hoy, Loreto tiene 43 años y quedarse embarazada otra vez ya no es una opción para ella. Su única motivación es cuidar a su niña. «Somos mi hija y yo contra el mundo, y tan contentas. Ella es lo mejor que me ha pasado en la vida».
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