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El arzobispo Francisco Javier Martínez ha pedido la renuncia de su pontificado ante la expectativa de que cumplirá los 75 años el próximo 20 de diciembre. Después de veinte años de servicio a la Iglesia granadina, le sucederá José María Gil Tamayo, obispo de Ávila ... y nombrado también por el Papa obispo coadjutor de Granada durante este periodo. Ayer habló para IDEAL en el transcurso de una visita institucional a las obras en la Abadía del Sacromonte.
–¿Cómo está viviendo estos últimos meses ya de su pontificado en Granada?
–Con mucho gozo. Muy agradecido a Dios y al Santo Padre por tener esta predilección por la Diócesis de Granada y haber querido darme una ayuda. Una ayuda tan magnífica como la de don José María para este periodo final de mi ministerio, después de veinte años.
–¿Cómo resumiría estos veinte años al frente de la Archidiócesis de Granada?
–Subjetivamente, como un tiempo de amor muy bonito. Mi historia con Granada es una historia de amor. No lo puedo decir de otra manera. Luego, como en cualquier amor humano, hay límites y pobrezas, sin duda. Quiero mucho a Granada. Vine con la conciencia de que el Señor me confiaba algo muy importante y me pusieron un anillo muy gordo para que no se me olvidara. Estoy unido a Granada y aquí sigo.
–¿Cuál es ese momento que no olvidará?
–Pues mire... hay muchos momentos preciosos que no olvidaré, pero quizá aquella conversación que tuve con una mujer en una procesión. Ella estaba llorando y yo le pregunté ¿quieres muchísimo a la Virgen, verdad? Y me respondió, mucho, muchísimo, don Javier. Es un testimonio de fe radicalmente cristiano.
–Y en el otro lado del fiel de la balanza ¿algún episodio que recuerde con especial dolor?
–En la vida de un padre de familia siempre hay momentos de dolor, pero este dolor está compensado por que el amor a tu familia y a los hijos es superior.
–¿Cómo es el proceso que culminará con su renuncia definitiva a finales de 2022?
–En principio yo presento mi renuncia al Santo Padre a finales de año, antes de que cumpla los 75 años el 20 de diciembre, y él puede acoger esa renuncia inmediatamente, en quince días o en dos años. Depende de cómo lo vea. También la salud influye. Un obispo magnífico que ha tenido Sevilla, Juan José Asenjo, por ejemplo, se estaba quedando ciego rápidamente y él mismo le pidió al Papa que adelantara el término de su pontificado porque no estaba en condiciones. Es así de sencillo.
–¿El final del pontificado es siempre por razones de edad o se pueden esgrimir otro tipo de motivos?
–A los 75 años todos los obispos, tengan la salud que tengan, tienen la obligación de poner su cargo a disposición del Santo Padre. Realmente estamos siempre a su disposición porque somos hermanos en el episcopado y él es el coordinador y el que tiene autoridad sobre todos.
–¿Tiene alguna asignatura pendiente de aprobar desde ahora hasta que deje el Arzobispado?
–Sí, que se me note más la fe y la esperanza de la vida eterna, y comunicarla de una manera más sencilla a los fieles que el Señor me ha confiado y a los que no son fieles, que a lo mejor tienen necesidad de esa fe y esa esperanza.
–¿Qué mensaje le lanzaría a su sucesor?
–Yo le digo que es un privilegio pasar la vida sirviendo a este pueblo cristiano y a esta sociedad que tiene muchísima hambre de Dios.
–¿Tendrán la oportunidad de trabajar conjuntamente durante un tiempo?
–Sí, él se incorpora el 1 de octubre y trabajaremos conjuntamente el tiempo que Dios quiera.
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