![Los 57 residentes de todas las especialidades con sus responsables, en los jardines del hospital universitario clínico San Cecilio.](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202105/25/media/cortadas/Mir%2001-kyfF-U140476759980u9G-984x608@Ideal.jpg)
![Los 57 residentes de todas las especialidades con sus responsables, en los jardines del hospital universitario clínico San Cecilio.](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202105/25/media/cortadas/Mir%2001-kyfF-U140476759980u9G-984x608@Ideal.jpg)
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El hospital universitario clínico San Cecilio celebró ayer una ceremonia íntima pero emocionante. Despedían con un sencillo acto celebrado en la sede del PTS a la promoción de residentes. Son todo ese grupo de médicos, enfermeros, psicólogos, químicos que –cosas del siglo–, son mujeres en su mayoría, y han terminado su residencia, que oscila entre los dos y los cinco años de rotación por los diversos servicios.
Son los más conocidos MIR, EIR FIR, PIR, QIR, RFIR y BIR, siglas que responden a Médico Interno Residente y, las siguientes, a enfermeros, farmacéuticos, psicólogos, químicos, radiofísicos y biólogos. Pero lo mejor es que ya son futuro. El de la sanidad andaluza, que dejan en buenas manos.
Lo confirma Milagros Cruz, jefa de estudios y presidenta de la comisión de docencia del hospital universitario clínico San Cecilio, que se encarga de gestionar toda la formación de estos residentes que entran en este hospital desde el primer día hasta su despedida. «Esta promoción es excepcional. Se han enfrentado a grandes retos. Algunos vivieron el traslado desde el hospital antiguo al PTS (el archifamoso proceso de fusión y desfusión)». «Yluego llegó la pandemia».
La respuesta ha sido épica. «Les pedimos como al resto de los profesionales que se implicaran en la atención de pacientes aunque no fueran de su especialidad. Todos han colaborado. Creo que les va a aportar mucho para su formación y para su futuro. Nunca en la vida van a vivir lo que hemos vivido todos con la pandemia. Les ha hecho fuertes».
María Soledad Jiménez Maldonado tiene 29 años y es una de las integrantes de esta promoción covid del año 2021. Su residencia ha durado cuatro años en anestesiología y reanimación. Sus palabras son oro molido. «Ha sido un año atípico, diferente. Nos ha generado a todos los sanitarios frustración, ansiedad e incluso depresión. Pero a nivel de formación me llevo muchos conocimientos. He aprendido a desenvolverme sola más rápidamente, y me siento más segura».
La pandemia les influyó. «El día a día cambió de forma drástica. Nos adaptamos a un equipo multidisciplinar mano a mano con los intensivistas y hemos intercambiado conocimientos».
Un caso similar es el de Inés María Cruz Valero, de 29 años, que se ha pasado cinco años como residente intensivista. Es decir, de UCIen UCI. Empezó en el Clínico antiguo en la avenida de Madrid. «Era 2016. Vivimos en julio la fusión hospitalaria. Al final los dos primeros años los pasé entre el Clínico antiguo el PTS y el Virgen de las Nieves». Lo dicho, entre fusión y desfusión, de UCIen UCI.
Su testimonio es una joya. «El proceso de fusión hospitalaria fue difícil, en parte porque acabábamos de llegar. Pero me quedo con lo bueno de estar en ambos hospitales. Hay maneras de verlo y me quedo con eso. Me enriquecí por poder estar en dos hospitales que de otra manera no hubiera podido ser». Respecto a la formación, considera que ha sido buena. «Este es un gran hospital para formarse, por el crecimiento a nivel profesional y por su nivel de conocimiento e investigación. Me llevo un crecimiento personal grande y me quedo con los compañeros».
Respecto a la pandemia, destaca el labor de todos sus compañeros y la implicación personal. «No solo fue una sobrecarga a nivel de trabajo, sino también emocional enorme. Ahora se está viendo el final de algo muy duro, pero no tengo claro que la gente en la calle sepa lo que se sigue viviendo en las UCI. Trabajamos con anestesistas y pediatras y vemos pacientes covid críticos».
Las frases de Marina Segura son brillantes. Tiene 26 años y su especialización es de matrona. Una plaza de lo más complicada. «Piensa que tenemos mil plazas y nos presentamos 12.000 personas. Estuve dos años estudiando diez horas diarias para lograrlo». Resume su trabajo en acompañar a las mamás y a los papás en la cita más importante de su vida. «Pero ha sido muy duro, porque venían muy asustadas a un hospital que consideraban territorio hostil por la pandemia. Al final, les dimos confianza, que en nuestro trabajo es imprescindible. Ytodo salió bien». Llegaba savia nueva a la vida, como la de todos estos residentes.
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Inés Gallastegui | Granada
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
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