![María, Manuel, Charly y Manolo juegan en su piso compartido en el Centro de Granada.](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/2024/04/14/2024-04-10%20down-15-kkTF-U2102086559482unD-758x531@Ideal.jpg)
![María, Manuel, Charly y Manolo juegan en su piso compartido en el Centro de Granada.](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/2024/04/14/2024-04-10%20down-15-kkTF-U2102086559482unD-758x531@Ideal.jpg)
Síndrome de Down
Los IndepenDowns: una historia muy normalSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
Síndrome de Down
Los IndepenDowns: una historia muy normalNi es una serie ni un reality ni un concurso. Es la vida real, una vida rutinaria que un grupo de jóvenes entre los veinte y los cuarenta años disfruta en el Centro de Granada en sus respectivos pisos. Lo atractivo de sus vidas es ... que no pasa nada del otro mundo. Se levantan pronto por la mañana, se asean, hacen el cuarto y preparan el desayuno. Van luego andando o en Metro a sus respectivos trabajos y luego vuelven a casa para almorzar. Por turnos, unos preparan la comida y otros ponen y quitan la mesa.
Por la tarde hacen la compra, se encargan de las tareas domésticas y cuando terminan se dedican al ocio. Es sencillo. Ver series, películas o novelas en la tele; jugar al parchís o a cualquier juego de mesa; hacer planes para el finde y todo combinado con hacer deporte, charlar, jugar a cartas o quedar con los amigos y salir de tapillas.
Este es el éxito de estas personas con síndrome de Down que, gracias a la Asociación Down Granada, viven de forma autónoma, autosuficiente y autogestionada en pisos compartidos, algunos con un mediador y todos bajo la supervisión de los técnicos. La noticia es que el modelo funciona, que en estos pisos personas como Manuel, Charly, María, Manolo, Sonia o Ana María son felices. «Somos independientes», dicen a todo aquél que quiere conocer su vida y su historia de superación. Si fuera una serie de ésas del Netflix, se llamaría 'Los IndepenDowns'. Todo un éxito de la normalidad más absoluta.
Plano general del Centro de la ciudad de Granada una tarde de labor de un soleado día de primavera. Tras la cristalera de la terraza, Manuel, Charly, María y Manolo se divierten con un complicado juego de mesa. Risas.
Mercedes Cano, directora pedagógica y coordinadora del Servicio de Vida Independiente de la Asociación Down Granada explica el éxito de estos pisos de convivencia. «El programa se ha consolidado como un servicio de vida independiente, que es un programa formativo a personas con Down y sin Down para dotarlos de habilidades para que puedan tener una vida autónoma lo más posible».
Se trata del denominado Programa Amigo. «La primera fase es formativa. Se traduce en dos grupos que se reúnen el lunes por la tarde para trabajar aspectos que el equipo técnico consideramos que tienen que estar desarrollado antes de entrar en una vivienda compartida». «También trabajamos inteligencia emocional para buscar la estabilidad para disfrutar de la experiencia, habilidades sociales, toma de decisiones, derechos y deberes».
La segunda fase es la vivienda compartida. «Son espacios de aprendizaje y en vez de trabajarlo en un aula imaginando o simulando, aprovechamos el día a día en el piso».
El Programa Amigo funciona. Hay cuatro pisos que agrupan a catorce personas. Además, a la espera de la segunda fase hay otras treinta personas.
En uno de estos pisos de convivencia aparece la figura del mediador. Se llama Manuel. Estudió Trabajo Social en la UGR y cursó un máster sobre dependencia. «Hice las prácticas, conocí el programa y aquí me he quedado». Su papel es acompañar a estos jóvenes con síndrome de Down para valerse por sí mismos. «Manolo, por ejemplo, las tiene más que aprendidas; pero María y Charly están en ello».
La experiencia es muy valiosa para Manuel. «Siempre digo que es una de las más bonitas que he vivido. Te enriquece como persona. Vienes con el chip de que vas a enseñar pero aprendes de ellos». Manuel recomienda además esta experiencia a los estudiantes universitarios. «Les diría que al fin y al cabo he estado cinco años en un piso clásico de estudiantes y ahora vivo aquí y apenas hay diferencias. Convives, les prestas ayuda o ellos a ti. Y es igual. Económicamente, no pagas ni el alquiler, ni los suministros, y hay pensión completa. Es una beca de la asociación. Es una labor voluntaria, no es una figura profesionalizada».
Carlos, «pero llámame Charly», es jocoso, dicharachero y divertido. Trabaja en el centro comercial Nevada, en la tienda del JD Sport. «Ordenando, supertranki», describe. Le encanta el piso. «Estoy aprendiendo a ser más autosuficiente e independiente».
Su rutina es sencilla. «Me levanto, me visto, desayuno, me voy al trabajo en el Metro. Trabajo durante la mañana. Luego vuelvo a la casa, preparo la comida y hago lo que me toca de limpieza después por la tarde».
También me gusta salir a tomar algo con sus amigos y escuchar música de Omar Montes», cuyo póster luce en la pared de su habitación. «Somos como una gran familia en la que nos ayudamos y aprendemos». «Me gustaría estar toda la vida aquí», resume.
María, trabaja en Álvaro Moreno, una tienda de ropa de hombre en el Nevada. Le gusta doblar la ropa, quitar el polvo, que todo esté ordenado y limpio. En el piso es feliz. «Puedo vivir de manera independiente y aprender a hacer todas las tareas domésticas».
Se levanto a las ocho, desayuna, hace su cama y ya sale de casa y se va al trabajo sola. Cuando vuelve al piso come con sus compañeros y luego sigue los turnos de limpieza. «Luego tengo tiempo libre en el que me gusta descansar, ver las novelas y hacer deporte, zumba».
La convivencia le llena. «Es estupenda y maravillosa, nos lo pasamos muy bien. Entre los cuatro hemos creado un gran equipo». Eso sí, está muy nerviosa. «Mañana es mi cumple y me están preparando una fiesta sorpresa con mi familia».
Manolo tiene labia. Lleva catorce años empleado en el Museo de la Memoria de Andalucía y es uno de los guías. Su rutina es como la de Charly y María. Respecto al ocio, le gustan los kartas. «Me gusta Fernando Alonso y pilotar como él», explica. También quiere ponerse en forma, y no pica entre horas ni toma tapas a destiempo. También se sube a la cinta que tienen en la terraza y tira millas para sudar.
«Aquí soy feliz», dice de la aventura de compartir piso. «Aprendemos a gestionar, a cuidarnos de nosotros mismos, tomar nuestras propias decisiones y tener una vida como la de cualquier persona. La relación es muy buena, estupenda. Lo pasamos bien. Y hacemos muchas cosas».
Primer plano de un bol lleno de rojas fresas y unas manos que las manipulan. El plano se abre y se ve una mesa de cocina y a Sonia y Ana María en la preparación de la merienda. Se les ve concentradas y muy dispuestas. Sonia y Ana María son pioneras. Sonia fue la primera de toda la asociación que vivió sola junto con otro compañero con síndrome de Down y un mediador. Ana María, al año siguiente, aprobó la oposición que preparaba –es funcionaria–, y se incorporó al piso. Y ya no se han separado. Llevan catorce años viviendo juntas.
Sonia se autodefine como una buena persona. Realiza sus prácticas laborales como auxiliar de limpieza en la facultad de Cartuja. En el piso vive con tranquilidad. «Comparto momentos con mi compañera de forma independiente. Disfrutamos mucho jugando. También hacemos las tareas del hogar». La experiencia les ayuda a vivir de forma responsable. «Hemos aprendido la importancia que tiene el dinero, teniendo en cuenta que no hay que malgastar. Tenemos un cuaderno donde apuntamos el dinero que gastamos y así llevamos las cuentas».
La convivencia es su fuerte. «Nos llevamos superbien, somos como hermanas, y de peleas nada. Aprendemos mucho la una de la otra». Juntas, aprovechan para cocinar pizzas caseras, ponerse mascarillas de relax para la cara, secarse el pelo y jugar al parchís.
Ana María trabaja en el Ayuntamiento de Granada en Gran Capitán. «Hago mandados, reparto la correspondencia entre despachos, las diligencias. Soy funcionaria de carrera fija para siempre, por oposición. Aprobé y he promocionado. A mí de mi trabajo no me mueve nadie. Tengo plaza fija. Y estoy encantada porque hacemos un gran equipo».
Su rutina está completamente organizada. «Es un día a día muy normal en el que aprendemos a desenvolvernos en la vida independiente y a ayudarnos entre nosotras». También les une la cocina. «Somos buenas cocineras. Hacemos postres caseros de yogur, la tarta de queso y ensaladilla rusa y hamburguesas».
El ocio también es compartido. «Hacemos senderismo, paseos, vemos películas, tomamos tapillas y merendamos juntas».
Es la vida de color de rosa fresa.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
España vuelve a tener un Mundial de fútbol que será el torneo más global de la historia
Isaac Asenjo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.