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Inés Gallastegui
Granada
Miércoles, 6 de mayo 2020, 01:40
La pandemia de Covid-19 muestra cada día nuevos 'efectos colaterales'. Los dos grandes hospitales de Granada han detectado que, desde que se decretó el estado de alarma, el número de ingresos por patologías cardiacas en la provincia se ha reducido de forma drástica. ... Podría parecer una buena noticia -¿la gente sufre menos del corazón durante el confinamiento?- pero no lo es: aunque el fenómeno tendrá que ser analizado con detenimiento cuando pase la crisis sanitaria, los especialistas creen que el miedo a ir al hospital y contagiarse de coronavirus retrae a los pacientes. Las consecuencias, advierten, son gravísimas: las posibilidades de morirse de un infarto en casa rondan el 20%-30%, mientras en el hospital se reducen en torno al 4% Y, cuando no mata, pero tampoco recibe tratamiento, un ataque cardiaco puede provocar lesiones irreversibles que llevan aparejadas más secuelas y peor calidad de vida para el superviviente.
Hace dos semanas, la Sociedad Española de Cardiología (SEC) hizo públicos los resultados de un estudio realizado en más de 70 hospitales de todo el país: en la primera semana del confinamiento, las angioplastias primarias, que son el tratamiento habitual en infartados, se habían reducido en un 40% respecto a la última semana de febrero (de 429 a 258). La disminución fue más acusada en Extremadura (-85%), Castilla-La Mancha (-67%) y Andalucía (-56%) y mucho más discreta en otras autonomías, como el País Vasco (-8%) y Galicia (-11%).
El autor principal del estudio, Oriol Rodríguez, tiene claro que la causa es el miedo al coronavirus y advierte de las consecuencias: más muertes súbitas fuera de los hospitales, infartos más extensos y, en definitva, una acumulación de «casos críticos cardiovasculares pasada la crisis del coronavirus».
Los hospitales de Granada también lo han notado. Eduardo Moreno, jefe del servicio de Cardiología del Hospital Universitario San Cecilio, señala que en el PTS se registró en las primeras cuatro semanas del estado de alarma una reducción del 45% de las activaciones del Código Infarto, un dispositivo asistencial que moviliza al 112, los transporte de emergencias -ambulancia o helicóptero-, Atención Primaria, Urgencias y los servicios de Cardiología de cada hospital para reducir al máximo el tiempo entre la aparición de los síntomas y el tratamiento. «A partir de ahí hemos apreciado una lenta recuperación que empieza a consolidarse en los últimos días», señala el médico.
En el Hospital Universitario Virgen de las Nieves no se ha registrado una disminución de los 'códigos infarto': entre el 14 de marzo y el 14 de abril hubo 22, una cifra muy similar a la registrada el año pasado en las mismas fechas y a la media mensual habitual en su zona de influencia, toda la mitad norte de la provincia y el distrito de Alcalá la Real (Jaén).
Sin embargo, explica Luis Tercedor, director del servicio de Cardiología de este centro sanitario, la caída fue enorme en el tratamiento de otras patologías, como las anginas de pecho graves y las arritmias graves que requieren la implantación urgente de marcapasos, que han disminuido en un 70%.
Un infarto agudo de miocardio se produce cuando una de las arterias coronarias que riegan el corazón se obstruye a causa de un coágulo (trombo) y la parte del músculo que queda sin riego muere. El tratamiento habitual es la angioplastia coronaria, que consiste en introducir un catéter que incorpora un balón para abrir la arteria y dejar en su interior una malla ('stent') que la mantiene abierta.
La supervivencia después de un infarto depende en gran medida del tiempo que pasa desde que se notan los primeros síntomas hasta que se rompe el trombo que impide la circulación: cuanto más temprana la atención especializada, menos se deteriora el corazón. Lo ideal es que transcurran como máximo dos horas, por eso la atención a esta patología se organiza en torno al Código Infarto, un dispositivo asistencial que funciona las 24 horas del día, los 365 días del año, para garantizar una rápida respuesta a los afectados.
Ante los primeros síntomas (dolor o presión en el pecho que irradia a brazos, cuello, mandíbula o espalda, malestar en el estómago, debilidad, mareo o falta de aire) es preciso pedir ayuda de forma inmediata. También en tiempos de coronavirus: en 2018 hubo en España 14.521 muertes por infarto y más de 100.000 por otras enfermedades cardiovasculares,
El doctor Tercedor apunta que otros factores podrían haber alterado estas cifras. Por ejemplo, el hecho de que personas con escasa movilidad a causa del confinamiento, por ejemplo, ancianos en residencias, hayan podido notar menos los síntomas de un infarto de miocardio, al no hacer apenas esfuerzos o ejercicio.
Pero también el posible enmascaramiento de algunos de esos síntomas, que han podido confundirse con los de la Covid-19, como el cansancio, el decaimiento, el dolor en el pecho o la falta de aire.
Aunque cree que hay que tomarse esta tendencia con cautela, el especialista del Virgen de las Nieves considera que el miedo al contagio ha sido la principal razón de que algunas personas hayan sufrido infartos 'silenciosos'. ¿La prueba? Ahora que las consultas ambulatorias de Cardiología se han reanudado, sigue habiendo gente reacia a acercarse al hospital. «Ponen mil excusas para no venir», admite el cardiólogo.
De hecho, recalca el doctor Tercedor, lo lógico es que, en medio de esta pandemia, haya más infartos, y no menos. Por un lado, diversos estudios apuntan que, al igual que ocurre con la epidemia de gripe estacional, en la Covid-19 también hay afectación del corazón en entre un 5% y un 10% de los pacientes. Y además la actual situación de confinamiento, que provoca estrés y aumenta el sedentarismo, es «caldo de cultivo» para las patologías cardiacas.
Su colega en el PTS está de acuerdo. «Hubo quien inicialmente interpretó que podía ser consecuencia del menor estrés laboral y la actividad derivados del confinamiento. Esto es muy poco probable. La impresión más común es que se trata de un déficit de demanda de atención por miedo a contagiarse por Covid-19. Hemos observado pacientes que han consultado tras varios días aguantando síntomas, algo que en un escenario normal no suele suceder», explica el doctor Moreno.
Ambos especialistas coinciden en el peligro de esa actitud, que puede acarrear un incremento de la mortalidad de forma inmediata, pero también infartos más graves y, por tanto, más difíciles de recuperar.
«Tenemos miedo a empezar a ver pacientes con infartos muy graves, como los que veíamos hace veinte años, cuando los tratamientos no eran tan rápidos ni tan eficaces y llegaban con el corazón muy dañado -señala Tercedor-. El infarto produce dolor mientras el músculo sufre, pero una vez que elimina el músculo al que llegaba el riego, deja de doler, pero el corazón funciona al 50% o al 30% y hay un grave riesgo de que en las semanas siguientes aparezca un fallo, una arritmia grave o un encharcamiento de los pulmones que amenazan la vida».
Los dos cardiólogos lanzan el mismo mensaje de tranquilidad: «Es preciso que la población sea consciente de que en el escenario actual la atención en los centros sanitarios es segura y que ante síntomas potencialmente compatibles con el infarto u otras patologías graves (ictus, embolia pulmonar, disección de aorta) deben solicitar asistencia inmediata», subraya Moreno.
En Andalucía en ningún momento se ha llegado a saturar el sistema sanitario y, además, las urgencias de los hospitales cuentan con dos circuitos diferenciados: Covid -para aquellos con síntomas sospechosos- y no-Covid, por lo que no existe riesgo de contagiarse.
En estas últimas semanas, los servicios de Cardiología de ambos hospitales han estado en contacto con los pacientes que tenían citados y han valorado caso por caso la conveniencia de acudir al hospital para realizar pruebas o tratamientos. En el HVN se han realizado 1.500 comunicaciones telefónicas con pacientes en las que se ha logrado resolver el 20% de las primeras consultas y el 40% de las revisiones, ya que en muchos casos la prueba diagnóstica ya estaba hecha y constaba en la historia clínica.
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