En la terraza de la cafetería Aya, en el barrio de Fígares de la capital granadina, los vecinos se afanan en sus churros y tostadas mientras el sol comienza a desperezarse y apretar. Jonathan de la O, camarero y dueño, es una sombra apresurada que ... trae y lleva cafés, zumos y vasos de agua sin conseguir quitarse de encima un rostro de preocupación. Su negocio es uno de los que han sido golpeados por la tormenta perfecta de la inflación en los últimos meses. Cuatro de las cosas que necesita de manera ineludible son electricidad, butano, aceite y harina, en forma de pan o masa de churros. Sus gastos fijos se han multiplicado, pero los clientes nuevos no brotan de los árboles. Una preocupación que se extiende a sectores en teoría menos expuestos al efecto de esta oleada de inflación, como las tiendas de muebles e incluso las papelerías. Nadie espera que la situación mejore pronto, y la mayoría considera que el verdadero problema vendrá de la mano del descenso del consumo más que del aumento de los precios.
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Jonathan, que regenta la cafetería junto a su pareja Carolina, saca una garrafa de 25 litros de aceite de girasol, uno de los productos que más se han encarecido desde el inicio de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Gasta tres de ellos a la semana, lo que supone que tiene que invertir al menos 450 euros más al mes solo para tener aceite. Su factura de la luz también se ha multiplicado, aunque la llamada excepción ibérica ha permitido que en los últimos meses el precio se haya estabilizado en valores más asequibles. También se ha encarecido el kilo de harina, precisamente por los problemas con la cadena de suministro del trigo derivados de la situación bélica. Comenta sorprendido lo último que le ha dicho uno de sus proveedores: que le van a subir el precio del hielo en mitad del verano. «Y eso que es agua, pero claro», dice con resignación.
«Todas las expectativas son malas y hay un clima de pesimismo colectivo en la hostelería», reconoce Nicolás Chica, restaurador granadino. «Las subidas se suceden semana tras semana. Estamos teniendo que retocar el precio del menú prácticamente todos los meses, que es algo muy poco habitual», explica. Frutas, hortalizas y el resto de materias primas son hoy más caras que hace solo treinta días. Pero también han subido otros gastos más difíciles de imaginar a primera vista, como el papel que usan, entre otras cosas, para imprimir sus cartas, manteles y tiques.
Lo confirma José Luis González, que regenta la papelería Cliselda en la Ribera del Genil. «El coste del papel es ahora el doble que cuando comenzó la guerra en Ucrania o incluso más», señala. A ello tiene que sumarle el repunte de la electricidad o del alquiler, además del resto de problemas heredados de muchos años difíciles para un negocio basado en el papel. «Antes no me daba tiempo de leer el periódico mientras trabajaba y ahora sí», afirma. Su principal preocupación, más que el incremento de los precios, es el descenso del consumo que comienza a notar con claridad. «La gente piensa en ahorrar porque el futuro es negro y malo», resume. «Otros negocios como el mío que conozco ya han cerrado; antes de la pandemia ya estábamos mal, y ahora, con esto, peor».
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Jonathan de la O
Cafetería Aya
Esta caída del consumo también se nota ya y preocupa en la hostelería, asegura Nicolás Chica: «El tique medio ha pasado de entre 16 y 17 euros a 12 o 13», expone, lo que sitúa al sector en una situación peor que durante el verano de 2021. «La facturación con respecto al último julio ha bajado entre un 20 y un 25 por ciento» en sus negocios. Pese a todo, mantiene un cauto optimismo de cara a lo que queda de temporada estival, sobre todo durante la segunda mitad de agosto y el inicio de septiembre. Si la cosa no mejora, sin embargo, algunos empresarios del sector plantean que será necesario recurrir a una reducción de costes de la forma más rápida que hay pero que nadie acomete con gusto: el recorte de plantillas.
Granada es una de las provincias andaluzas que más acusa el incremento de los precios en el último año, de acuerdo con la estadística del índice de precios de consumo (IPC) que elabora y publica cada mes el Instituto Nacional de Estadística (INE). Es, de hecho, el territorio donde más se había encarecido la electricidad en junio con respecto al mismo momento de 2021 (+43,2%). También lidera el repunte del precio de los alimentos (+16,2%), lo que preocupa en especial en el caso de las familias de menor poder adquisitivo, sobre todo habida cuenta de que nadie prevé que la situación vaya a mejorar en el corto plazo. En términos generales, la cesta de compra de productos y servicios de consumo más habitual en Granada es hoy un 10,6% más cara que hace un año.
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José Luis González
Papelería Cliselda
Más allá del supermercado, otros sectores también se ven directamente afectados por la actual coyuntura económica, que de momento se salda ya con una subida de tipos de interés de 50 puntos básicos auspiciada por el Banco Central Europeo para intentar que no se eternice la alta inflación y un nuevo enfrentamiento en el seno de la Unión Europea por la forma en que se vaya a gestionar una eventual crisis provocada por la interrupción del suministro de gas ruso en otoño, una suerte de segunda ronda, aunque sensu contrario, de las discusiones durante los primeros años de la crisis de 2008.
José Beltrán, que gestiona un negocio de mobiliario de descanso en el Camino de Ronda de la capital granadina, explica que hace ya algunos meses que cuando un cliente pide un presupuesto tiene que explicar que, si se toman más de tres semanas en decidir si compran finalmente o no, seguramente el precio haya cambiado para cuando lo hagan. «En junio algunos productos han subido hasta el 12% de una vez, y eso que ya habían subido en enero», explica mientras señala que, por ejemplo, la espuma que llevan muchos de estos productos en su interior ha subido hasta 46 puntos en unos meses, y algunos tipos de madera, como el pino, «pueden llegar a costar hasta el triple». «El resultado es que se ha parado la venta», expone con resignación, «aunque al menos después del confinamiento por covid tuvimos unos meses buenos y con eso intentaremos salir adelante».
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Es precisamente esta filosofía, la de intentar aguantar como sea, la que más repiten todas las fuentes consultadas. Pero todas ellas están convencidas de que vienen meses malos y esto va para largo.
José Beltrán
Beltrán Descanso
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