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Las plazas en el barrio Cervantes llevan meses entre mallas de metal. Sobre los restos arqueológicos de la antigua plaza Ilíberis –ya rebautizada como Rafael Guillén– sigue la tierra amontonada, aunque los arqueólogos ya trabajan sobre ella. En Francisco López Burgos aún no se ... ha repuesto la pérgola que se retiró en primavera ante el riesgo de que, por su deterioro, cayera encima de alguno de los pequeños que juegan en el parque contiguo. En el caso de la plaza del Rocío, la señalización de obra que tapaba una rejilla en mal estado entorpeció el tránsito durante semanas. Tan sólo en La Concordia, las vallas son signo de un lavado de cara.
En las últimas juntas municipales de distrito Zaidín, los vecinos han reiterado sus peticiones al Ayuntamiento: quieren que sus plazas vuelvan a estar a disposición de los residentes, sobre todo de los más pequeños. En especial, claman por la situación de la plaza Ilíberis. Allí ya han comenzado los trabajos arqueológicos sobre la villa romana. Piden que los trabajos sean ágiles y la plaza se pueda disfrutar cuanto antes.
Durante meses, las mallas de obra han rodeado un perímetro en el que crecían las malas hierbas junto a los restos arqueológicos.Bordean un 'pipicán' que sigue siendo accesible y un pequeño parque infantil entre vallas. El plazo de ejecución de la remoción de tierras es de dos meses, pero no contempla la reurbanización de la antigua plaza Ilíberis. Como critica Paco Rodríguez, miembro de la asociación de vecinos del barrio, llevan «más de diez años peleando por la plaza» y contando promesas incumplidas., una tras otra.
A tres minutos a pie, otro de los epicentros de la vida en el barrio, en especial para los vecinos más jóvenes, es la Plaza del Rocío. Allí las vallas eran amarillas y hasta finales de octubre cubrían unas planchas metálicas que llevaban«semanas» instaladas, según los vecinos.
Terminada la obra y levantadas las vallas, los vecinos reivindican... más rejas. En este caso, para proteger a los pequeños que por la tarde juegan allí. En una de las esquinas, la única separación entre la plaza y una caída de un piso de altura a la calle es un murete que a los adultos apenas les llega a la rodilla. Temen que un niño tropiece o juegue a hacer 'equilibrio' sobre el poyete y caiga por el desnivel. Levantar una protección metálica ayudaría a esquivar un accidente:«La plaza está llena de críos por las tardes y en los fines de semana. Hasta ahora nunca ha pasado nada, pero si un día un niño se cae...» El salto es considerable.
Precisamente para evitar males mayores, operarios del Ayuntamiento de Granada retiraron en el mes de marzo las pérgolas de madera de la plaza Escultor Francisco López Burgos. Este perímetro es uno de los objetivos a corto plazo del equipo de Gobierno. Por ahora, las vallas de metal rodean al antiguo emparrado con vigas, convertido en un depósito de hojas secas y malas hierbas a escasos metros del parque infantil.
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