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Los detectives del tiempo
Los detectives del tiempo
Los detectives del tiempo
Las redacciones de los periódicos ya no son lo que eran. El té matcha ha sustituido a las petacas de bourbon y en el aire flota el aroma a ambientador de bambú del Mercadona, en lugar del viejo olor a Ducados. Podría ser peor, claro. Siempre hay algo peor. Podrían ofrecerme un zumo depurativo y por ahí sí que no pasaría. Para escapar de esos modernos campeones del burpee, que se jactan de sus abdominales en lugar de sus trasnoches, alimento mi nostalgia entre los viejos clasificadores de mi amado archivo, en busca de una imagen que, de paso, me permita cumplir con los compromisos de esta sección.
No hay chirrido al abrir la puerta, en cambio, un detector delata mi presencia y enciende una luz blanca. Esta narrativa detectivesca se desmorona como un viejo edificio. Al menos tengo este rincón oscuro, donde aguardan mis viejos archivadores, el testimonio callado de esos tiempos pasados que me empeño en recordar.
Las cajas metálicas clasifican la vida de Granada con la cautela de un espía que guarda secretos. Todo está en su lugar. El material etiquetado como «Granada Antigua» abarca hasta los años ochenta, aproximadamente. A partir de ahí, la Granada de las dos últimas décadas del siglo XX está cuidadosamente organizada en carpetas de cartón, clasificadas por lugares, personajes y temas. Joven como soy, aunque cada vez más por espíritu que por edad, siempre prefiero los retos difíciles. Abro uno de los viejos cajones. El polvo se me introduce en las fosas nasales como un antiguo testigo de los días perdidos.
Y allí está. Esta fotografía me encuentra a mí, casi por azar, a pesar de que es ella la que está escondida entre planos y recortes de papel pajizo, acariciados por el tiempo con una paciencia que nunca se apura, esperando ser revelados cuando llegue su hora.
El primer detalle que me atrapa es el tranvía que baja por San Juan de Dios. Parece ignorante a los dos autobuses que, a apenas unos metros, recorren lo que hoy conocemos como la Avenida de la Constitución. Los jardines del Triunfo, apenas nacidos, no dan sombra; sus árboles aún no han alcanzado la altura que hoy los define, y un solar vacío muestra las casas bajas de la Acera del Triunfo. Pero esta imagen tiene algo que no puedo dejar pasar. Es como si sus preguntas me retaran, como si la foto misma me desafiara a encontrar respuestas. ¿Quién se atreve a ayudar a esta sabuesa del tiempo?
Este nuevo capítulo de Los detectives del tiempo, planteará algunos retos con una misión: reconstruir la historia de un lugar. «El lugar del crimen» son los Jardines del Triunfo. Aquí va el primer reto.
Reto número 1
Ando buscando la historia de este lugar, sin embargo, me pierdo entre legajos del archivo. Pero su pista se pierde en el pasado… ¿Tuvo quizás un nombre anterior?
Los Jardines del Triunfo que vemos en la foto se inauguraron el 8 de diciembre de 1960. Los ciudadanos pasean desperdigados por el lugar en el que, hasta hace no mucho tiempo, estaba la plaza de toros. En realidad, en esta zona hubo dos cosos taurinos. El primero, la Real Maestranza del Triunfo, inaugurada en 1768, acabó reducida a cenizas por un incendio fortuito que la destruyó en 1876. La otra, que todos conocían como La Chata, se clausuró en 1948, poco antes de que se planteara la reforma que daría lugar a esta gran plaza. Tras su reforma, los granadinos convirtieron estos jardines en uno de sus lugares favoritos para pasear.
La columna de la Inmaculada, que se ve en primer plano de la fotografía, estuvo antes colocada más cerca del Arco de Elvira, frente al Convento de la Merced. En medio de unos jardines que terminaron por desaparecer a principios del siglo XX, cuando se construyó la Escuela Normal. Se trasladó al lugar que vemos en la foto y que hoy ocupa, para la reforma de los jardines.
Reto 2
Esta foto dice más por lo que no está, lo que no está todavía construido o lo que queda fuera de la imagen. La memoria de algunos soplones me hablan de un antiguo convento Capuchino y un colegio, pero, ¡por Dios! Necesito más pistas para conectar las piezas de este maldito rompecabezas.
A la izquierda de la fotografía se pueden ver los edificios de la Escuela Normal y el Instituto Padre Suárez. Fue el propio presidente de la República Niceto Alcalá Zamora, el que inauguró este edificio en 1933. Enfrente, el Instituto Padre Suárez, cuya primera piedra fue colocada por el mismísimo rey Alfonso XIII el 30 de abril de 1904 pero que no abrió sus puertas hasta 1918.
Pero quizás lo que más llama la atención es un solar sospechoso al otro lado de la Avenida que, en los días en los que fue tomada la fotografía, se conocía como de Calvo Sotelo. Hasta 1967 no abrió sus puertas el edificio de la delegación de Hacienda, obra del conocido arquitecto Miguel Prieto Moreno.
Un tranvía enfila San Juan de Dios. Pasa por el lugar en el que, durante años, estuvo el quiosco Almendros ¡Maldita sea! De cuántos apuros sacó aquel quiosco a los antiguos colegas de IDEAL, cuando el periódico se escribía de nueve a doce de la noche. Y no como hoy, que nos da tiempo a ir a clases de inglés después de la jornada.
Porque lejos de vender solo periódicos, aquella caseta que estaba abierta 24 horas vendía bebidas, bocadillos y, por supuesto, tabaco. La santísima trinidad de los noctámbulos, al menos, los de finales del siglo XX.
Reto 3
Un automotor circula por San Juan de Dios. Bajaba hasta girar por San Jerónimo. Mientras dos autobuses circulan por Calvo Sotelo, un bonito bulevar salpicado de árboles años después serían sacrificados en aras del progreso. A principios de los años sesenta los coches particulares ganaban terreno en la ciudad. Los tranvías comenzaban a considerarse lastres del pasado y no eran operativos. El Ayuntamiento optó por montar una red de autobuses urbanos. En 1963, Tranvías Eléctricos de Granada, acordó con el Ayuntamiento renunciar a la totalidad de sus concesiones de líneas urbanas. Los tranvías dejaron de circular por la ciudad, y solo quedaron operativas las vías que discurrían desde las cocheras por San Juan de Dios-Alhóndiga-Puerta Real para dar servicio a las líneas interurbanas de la zona sur de la Vega.
Créditos
Texto Amanda Martínez Granada
Formato Carlos Valdemoros Granada
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Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras (gráficos)
Gonzalo Ruiz y Gonzalo de las Heras (gráficos)
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