Juez Calatayud: «Cuando enseño a los padres los vídeos que hacen sus hijos no se lo creen»

Emilio Calatayud lleva 43 años como juez de menores. Y ya suma varias décadas hablando de los peligros del acceso de los menores a ciertas tecnologías.

–¿Cuáles son sus puntos de partida?

–Uno, el móvil es una droga. Dos, el móvil es un instrumento peligroso para cometer delitos. Tres, el móvil es un instrumento peligroso para ser víctima de delitos. Siempre he defendido que el menor no debe tener móvil hasta los 14 años, por lo menos. Y si quieren uno, que sea un llama-cuelga de toda la vida.

–Es la puerta de entrada a la pornografía.

–No es solo la pornografía. He quitado móviles a niñas con plena adicción al móvil, las hemos tenido que internar para dar tratamiento terapéutico. ¿Cómo se manifiesta? Maltrato a los padres. Le cortas un día el wifi y verás... Un chaval que le rompió el puente de la nariz a su madre porque no se podía arreglar el router, otro que le clavó un cuchillo a su madre en la mano para que no se pudiera ir sin arreglarle el internet...

–¿Usan demasiado la tecnología?

–Hay chavales de 15 años muy normales que me han reconocido que pasan 18 horas enganchados entre el colegio, los deberes, los juegos, las redes sociales, los vídeos... ¿Quién tiene la culpa? Primero, los padres. Segundo, los políticos. Tercero, el entramado de empresas.

–Luego están esos delitos que decía.

–Es peligroso para cometer delitos, acosos contra el honor, contra la intimidad, de contenido sexual... y para ser víctima. Hace tiempo me llamaron la atención por decir en Televisión Española que las niñas se hacían fotos como putas, pero me falto tiempo para decir que los niños como putos. Eso se traduce en agresiones de chicos a chicas, de chicas a chicas, de chicos a chicos... Hace poco, un chaval de 14 le pide una prueba de amor a una niña de 12 años. Ella se hace una foto y se la manda, pero el chaval le dice que tiene que ser una prueba más fuerte. La niña se hace otra enseñando las tetas. Más fuerte, le pide. Y se graba un vídeo durante seis minutos masturbándose. ¿Cuánta gente vio el vídeo? 15.000 personas.

–¿Esos casos son habituales?

–Sí, hay muchos más. Un niño de 16 años manda un whatsapp a una compañera de colegio diciéndole que tiene fotos comprometedoras suyas, que o se acuesta con él o las publica. Se acostó, con penetración. A los días le dice que sigue teniendo las fotos. Se acostaron otra vez, penetración. A los tres días colgó las fotos. ¿Sabes cuántos lo vieron? ¿Sabes lo que le costó a la niña? Tres traslados de instituto en Granada.

–¿Cómo reaccionan los padres?

–En los juicios les enseño los vídeos que graban sus hijos. No se lo creen. ¿Pero qué pasa? Que luego les cae a ellos, claro: en el de la niña de 12 años, los padres tuvieron que pagar 15.000 euros de indemnización. En el del instituto, 10.000 euros. Se quedan tiesos. ¡Pues claro! Usted que le ha comprado un móvil tan guay a su hijo, ¡usted paga!

–¿Qué le dice a los políticos?

–A los políticos les digo que legislen con sentido común. Una cría de 16 años puede abortar sin conocimiento de sus padres, pero no comprar tabaco. Si ves el móvil de tu hijo estás invadiendo su intimidad, ¿pero quién paga el teléfono? ¿Quién paga el contrato? Lo mismo que prohíben fumar en terrazas, ¿por qué no prohíben que un niño tenga móvil con menos de 14 años? Cuando yo era joven, para comprar un Playboy tenías que pasar el filtro del quiosquero. Ahora el Playboy lo tienes en vivo y en directo desde los 8 años.

–¿Quizás los padres ponemos demasiado pronto el móvil delante?

–Estoy harto de estar tomando una cerveza y ver cómo un matrimonio joven le planta a una criatura de dos años el móvil para que no dé el coñazo. ¿Por qué no le das un Fortuna? Y en la escuela lo mismo: ¡si les mandan los deberes por Kahoot (una app de móvil)! ¡Son contradicciones absurdas!

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