En la posguerra y bien entrados los años setenta del pasado siglo, ante la rareza de los coches particulares, no más de cuatro vehículos en el pueblo alpujarreño de Cádiar, los denominados 'coches pirata' fueron importantes en la comunidad cadiareña. Según el profesor y escritor, Francisco García Valdearenas, «a finales de los años cuarenta del pasado del siglo, el primer taxista de Cádiar fue Francisco Martos, más tarde Juan Cabrejas y a partir de 1960 comenzó Manuel 'El de Borico' con un Ford, comprado en Madrid. En aquellos años el taxista, además de conducir, asesoraba, ayudaba, prestaba dinero y acompañaba en Granada capital», sostiene este entusiasta de la historia de su municipio.
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Manuel 'El de Borico' estaba casado con Antonia Valdearenas. Su taxi, en los años sesenta del pasado siglo era una furgoneta Tempo Onieva' con motor diesel, fabricada en la industria Barreiros, 'motor de España' ubicada en Villaverde, Madrid. También, fabricaban camiones como el 'Azor'. En los años 60, con capital de Estados Unidos nació la emblemática Barreiros Chrysler, que fabricaba modelos como el Dodge Dart o el Sinca. En los años setenta Barreiros vendió su capital a Chrysler. En aquel tiempo el que fuera alcalde de Cádiar, Cándido López, montó uno de los primeros surtidores de gasolina de La Alpujarra. «En esos años los precios de los combustibles quedaban fijados para toda España por Campsa, expuestos en un cartel de metal con los respectivos precios en vigor, la conocida 'chapa' que se colocaba en un lugar visible del establecimiento», recuerda García Valdearenas.
También, explica Francisco García Valdearenas que en 1940 Manuel Jiménez desempeñaba el trabajo de cosario en Cádiar. Su chofer era Antonio 'El Pintado'. «El cosario fue en un tiempo el único abastecedor del pueblo, nexo de unión con la capital en aquella economía autárquica. Desde finales del siglo XIX, el oficio de cosario y recadero, recaía en la familia de José Jiménez López, continuando sus hijos, sobre todo, Manuel y Cristóbal, que abastecían al pueblo de todos aquellos artículos, productos y encargos que le requerían sus paisanos», recuerda.
Para ello, en principio, disponían de cuatro mulos y un burro, que «en reata hacían el camino en dos jornadas a la capital, en la primera, río abajo, cubría el trayecto entre Cádiar y Lanjarón, y en la segunda, alcanzaban Granada capital, alojándose en la Posada de la Nave». A partir de los años cuarenta adquirieron un flamante camión que amplió el campo de acción a Málaga, Motril y Granada, transportando todo aquello que necesitaba el pueblo. «A veces el camión se utilizaba para hacer excursiones de grupo a La Rábita y para desplazar a los futbolistas del C.F. Cádiar, o a los quintos (futuros soldados) a Granada», terminó diciendo.
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