Cádiar se prepara para celebrar el día 3 de febrero sus fiestas patronales en honor a San Blas, creadas hace 261 años. En este municipio de La Alpujarra existe la costumbre de confeccionar cada año un gran numero de cordones de San Blas elaborados a mano, llamados en este lugar estadares, para proteger, principalmente, los males de garganta. Una de las muchas devotas de San Blas es María García Almendros, de 77 años. Ella compra cada año varios estarales para su familia, tal como lo hacía su madre María y su padre Vidal. El origen del patronazgo de San Blas en Cádiar es una historia interesante y peculiar por el sistema de elección, siendo designado por sorteo entre los vecinos. Corría el año 1600 y una fuerte epidemia de peste asoló al pueblo de Cádiar, pereciendo las dos terceras partes de su vecindario; al no tener patrón para encomendarse, los vecinos lo echaron a suertes, de entre muchos santos, saliendo elegidos Santa Ana y San Blas y a tales patronos se les señaló hacienda para su culto y se hizo voto de guardarles sus festividades.
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Según el escritor Francisco García Valdearenas «un tiempo más tarde, parece ser que, acaecieron otras epidemias de peste, tabardillo y langosta y los vecinos implorando el auxilio de los santos patronos no hicieron tanto daño. De esta manera, en noviembre de 1763, el vecindario, a través de una votación, confirmó el patronazgo de San Blas y el día 11 de diciembre de 1763, don Pedro Antonio Barroeta y Ángel, en la villa de Paterna, de visita pastoral, confirmó canónicamente a San Blas como patrón tutelar de Cádiar, según consta en el Archivo Histórico Diocesano de Granada. A principios del siglo XVIII, los campos del pueblo sufrieron una plaga de langosta y una vez que pasó, sin grandes consecuencias para los sembrados, se hizo voto de ofrecer una ermita, en el año 1710, y dar culto al San Blas, según consta en el Archivo de la Chancillería de Granada. La ermita de Cádiar se construyó con limosnas de los vecinos y devotos por el voto que hicieron ante la plaga de langosta, encabezados por el capitán Francisco Molina Carranza y consortes. La ermita, que sigue el estilo arquitectónico de la iglesia parroquial de Santa Ana, se construyó fuera del casco urbano, en tierras de labranza, según nos consta en el Catastro de la Ensenada, la ermita estaba rodeada de secanos, uno de ellos, con 18 celemines, 2ª calidad, era tierras del Patronato de don Luis López, presbítero, y vecino de Narila», manifestó García Valvearenas.
«Ya en el año 1805, el cura de Cádiar certificó que en el pueblo había una ermita dedicada al patrón San Blas. Hasta bien entrado el siglo XIX, existió la hermandad de San Blas y de la Ermita que contaban con tierras en el municipio, entre otras, un bancal, de cabida de 2 celemines y medio de cabida y dos pies de moral, en el pago del Popoín; un trance de 2 fanegas 6 celemines igual a 9 áreas y 65 centiáreas de tierra de riego de segunda clase, en el pago del Popoín, con cuatro pies de moral, o un trance de 2 fanegas de tierra de secano de tercera clase, en el pago de la Rambla del Agua , así como 17 olivos, que consta de 9 pulgadas de diámetro, en el término de Cádiar. Estas propiedades junto con otras de las hermandades del Santísimo y de las Ánimas se sacaron a subasta (Desamortización de Madoz), mediante disposición del Sr. Gobernador de la provincia, en virtud de la Ley de 11 de julio de 1856, según consta en el Archivo Histórico Provincial»,indicó.
«La talla actual de San Blas, fue adquirida por los mayordomos, en 1944. Pertenece al taller del escultor granadino, Sánchez Mesa. La imagen anterior quedó bastante deteriorada tras la Guerra Civil. El santo está revestido con la casulla, el báculo pastoral y la mitra episcopal, atributos del obispo, así como la cruz pectoral. En la festividad del santo, se ha popularizado quedar para tocar el campanillo, que hay en la torre de la ermita de San Blas. De esta manera, en la víspera, los jóvenes y no tan jóvenes se encaminan a la Era de la Ermita para tañer el campanillo, en toda la noche no deja de oírse la monótona sinfonía a San Blas, que le recuerda que debe bajar desde la iglesia parroquial a su ermita, en el Barrio Bajo. Terminada la última novena, algunos mayordomos se desplazan a la sacristía y torre de la ermita a llevar el típico piscolabis, a modo de sustento, para los tañedores del campanillo. ¡Pues la noche es larga. La imegen del santo se lleva en procesión a la parroquia el día de los Reyes Magos», terminó diciendo Francisco García Valvearenas.
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