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El pastor Juan Martín. RAFAEL VÍLCHEZ
El eterno pastor de La Alpujarra alta granadina

El eterno pastor de La Alpujarra alta granadina

A sus 91 años de edad, Juan Martín, se resiste a dejar su oficio de guardar cabras en su terruño de Pórtugos porque asegura que «le entretiene y da la vida«

Rafael Vílchez

Viernes, 4 de febrero 2022, 00:23

Se llama Juan Martín Vázquez y a pesar de tener 91 años de edad sigue cuidando cabras en La Alpujarra alta porque no quiere dejar el oficio de pastor. Juan nunca pudo ir a la escuela; empezó a pastorear cabras y ovejas a corta edad con su familia cerca del Mulhacén en varano y en terrenos cercanos a la Costa en invierno. Eran ocho hermanos y ya solo vive él. Juan y sus demás hermanos quedaron huérfanos de madre prematuramente. La vida de esta familia transcurrió sin la opulencia de otras familias ricas pero sin escasez. En La Alpujarra hay un dicho que dice así: «Si el ganado come, comes tú».

Juan Martín realizó el servicio militar en Logroño en Artillería de Montaña. Después volvió a pastorear en La Alpujarra. A los 21 años se enamoró de una chica muy guapa del pueblo llamada Ana, que tenía 16 años. Se veían a escondidas porque ella era muy joven y sus padres no 'tragaban' mucho a Juan. Entonces se llevó a su novia a su cortijo. Después contrajeron matrimonio estando Ana embarazada de su primera niña, que se llama Sofía. Primeramente residieron en una casa a renta. Después tuvieron nueve hijos e hijas que le han dado 18 nietos y nietas y 7 biznietos y biznietas.

Jua con uno de sus nietos, que ya es teniente coronel de Marina. R.V.

Juan guardaba un rebaño de ovejas a medias con otro hombre. Luego se independizó y se fue a trabajar a la Minas del Conjuro. Cuando cerraron las minas lo despidieron. Después volvió otra vez a cuidad animales. Más tarde se fue a trabajar a Huesca y más adelante a Francia, en la construcción. Cuando regresó a Pórtugos se alojaron en una casa muy grande, muy antigua y con mucha historia conocida como 'La Casa de la Pólvora'. Ana trabajó mucho en el campo. Hacía las mismas faenas que un hombre y además cocinaba, atendía a su familia numerosa y fabricaba quesos. En su casa se sacrificaban todos los años cuatro cerdos para el sustento de la familia. También había gallinas, gallos, conejos, vacas domadas para arar la tierra, perros, caballos... Las cabras y el macho cabrío tienen una particularidad, que copulan a la carrera, es decir, estando los dos en movimiento.

Juan ha gozado siempre de buena salud. «Ahora, para entretenerme tengo unos animalillos, unas cuantas cabras. En otros tiempos tuve 400 animales. A las tres de la tarde voy a verlas al campo y a las seis vuelvo a mi casa. El salir al campo y ver los animales me da la vida. También tengo en el cortijo cuatro perros de ganado. Uno se llama 'Chocolate', otra 'Chispa', otra 'Tula' y otra 'Luna'. El trayecto de ida lo hago andando y el de vuelta lo hago subido en el coche de mi hijo Manolo. Yo, a pesar de tener 91 años como de todo. Antes si es verdad que comía muchas gachas. Mi mujer, de 84 años de edad, es una cocinera de altura. Su abuela materna, Ana, la enseñó. Mis hijas saben mucho de cocina. Mi mujer aprendió también a coser y a confeccionar ropa de hombre en un taller de un sastre de Busquístar. También aprendió en un taller de Pórtugos que era de Mercedes. Ella lavaba a mano y en invierno tenía que romper el hielo en el barranco para lavar. Una vez le robaron dos juegos de sábanas que tenía tendidas en la era. También amasaba para tener pan, primero en el horno del cortijo y luego en el horno del pueblo. Yo la quiero como cuando me enamoré de ella hace 68 años», terminó diciendo el 'eterno' pastor de Pórtugos.

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