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Rafael Vílchez
Domingo, 7 de mayo 2023, 11:09
Josefa Mancilla Mendoza nació en la localidad granadina de Guájar Faragüit el 5 de diciembre de 1921, y como se encuentra bien de salud a pesar de tener 101 años y casi 5 meses de edad, sigue realizando las labores del hogar. Josefa cose a máquina dándole a los pies y las manos sin parar para hacer todo tipo de arreglos para su familia. Su máquina de coser tiene 72 años. También cocina, plancha la ropa, riega las macetas y pone la lavadora. Josefa come de todo porque todo le sienta muy bien. Una de las cosas que más le gusta es la torta de chicharrones. Por la tarde ve la televisión.
El pasado año el Ayuntamiento de Los Guájares, presidido por Antonio Mancilla, le rindió un homenaje por ser la más longeva del municipio. Otras mujeres mayores de 90 años también fueron homenajeadas. Su familia la adora y nunca la deja sola. El municipio de Los Guájares está formado por Guájar Faragüit, Guájar Alto y Guájar Fondón.
Josefa hasta hace dos años se dedicaba a fabricar pan de higo para regalarlo a su familia y amistades en Navidad. A ella la enseñaron su abuela, Encarnación Maturana Guillén, y su madre Dolores. Lo primero que hacía Josefa era quitarle a los higos los 'palillos' y 'piquitos' que tienen, después molía los higos y acto seguido hacía una masa en un lebrillo con los higos y almendras tostadas partidas, matalauva, anís, canela, aguardiente y 'arjolí'. El pan de higo lo presentaba Josefa en una especie de bollo redondo y alargado envuelto en papel y con la forma de un queso cercado con un cerotede pleita que ella misma fabrica con esparto que le traían del monte. La parte superior la decoraba con almendras enteras. En otros tiempos, la familia de Josefa, como tenía posibles y era bondadosa, regalaba mucho pan de higo y muchos platos de comida a los más necesitados del pueblo.
Josefa, a los seis años de edad comenzó a trabajar en labores del campo y guardando cabras para ayudar a sus padres Salvador y Dolores y a sus hermanos a sacar la casa adelante. Desde entonces no ha parado de trajinar. En los años de la niñez de Josefa el trabajo infantil fue un elemento más de supervivencia dentro de la situación en la que vivía la mayoría de las familias. Josefa aprendió muy pequeña a lavar la ropa, ir a por agua a la fuente, coser, bordar, planchar, cocinar, fabricar pan de higo y queso… Eran tiempos de precarias economías y de altas tasas de mortalidad. La mayoría de las niñas y niños en aquellos tiempos no tuvieron infancia.
Josefa Mancilla, una mujer que creció trabajando, tiene cinco hijos: Encarna (farmacéutica), Azucena (profesora), Laureano (profesor), Rafael (apicultor) y Santiago que es camionero y su mujer María del Carmen la encargada de la panadería de Guájar Faragüit. Josefa adora a sus cinco nietos, tres nietas y un biznieto. Josefa fue poco a la escuela. En aquellos años los hijos de las familias pudientes fueron los únicos que pudieron tener una infancia propiamente dicha. Era una sociedad, y más en las tierras de Guájar Faragüit, marcada por el trabajo de sol a sol. Las mujeres tenían escasísimas salidas laborales. No existían redes de protección social. Las mujeres trabajaban en el campo como un hombre y después llevaban también la casa y atendían a los hijos y ancianos.
Cuando Josefa cumplió los 29 años contrajo matrimonio con su primo hermano Rafael Mancilla. En un principio montaron una taberna en el pueblo. Él trabajaba la tierra y ella despachaba vasos de vino y copas de aguardiente a peseta la unidad. El vino, portado en dos mulos, lo compraba en la Venta 'El Puente' de Órgiva. El aguardiente lo adquiría a granel en una fábrica de Pinos del Valle. En aquellos tiempos poseía también este matrimonio una granja de gallinas y cada día solían vender media docena de aves. Las tapas solían ser de carne de pollo muy bien condimentadas para que los 'parroquianos' repitiesen y consumieran más en este lugar. Este matrimonio fue de los primeros en vender cerveza en botellas de cristal que era traída de Motril.
En 1968 Josefa y Rafael se hicieron cargo de la panadería familiar. Uno de sus hijos, Laureano, con catorce años de edad comenzó con un mulo blanco a vender pan casa por casa en este pueblo y en Guájar Fondón. Rafael Mancilla, que estudió de joven en el seminario, fue también secretario de la Cámara Agraria, corresponsal de la Seguridad Social, realizaba contratos de compra y venta, se encargaba de vender máquinas de coser y televisores y era el encargado de un molino de harina, entre otras cosas. En 1997, Josefa dejó de trabajar en la panadería. Rafael, un adelantado a su tiempo y un hombre muy formal, fue el primero en dotar a sus fincas con un sistema de riego por goteo. Era listísimo.
Josefa, que enviudó hace años, ha manifestado que nunca ha estado enferma. «Yo he trabajado muchísimo y ahora no me quedo quieta a pesar de tener más de un siglo de vida. Cuando me casé no pudimos ir de viaje de novios. A los 20 años conocí Granada capital. Salimos montados con varios mulos hasta llegar a Dúrcal. En este pueblo cogimos el tranvía para llegar a la capital. Yo he conocido mi pueblo sin coches. El primero que llegó a Guájar Faragüit fue el del maestro de escuela don Francisco Mancilla. Fue todo un espectáculo. En los años setenta del pasado siglo pusieron el agua potable en las casas. Las carreteras eran de tierra. Yo fui muy feliz con mi marido. Él era muy aficionado a la fotografía. En 1933 le compró una máquina de fotos a un extranjero que le costó 25 pesetas. Mi familia me adora. Yo me siento joven a pesar haber superado el siglo hace un año y casi medio», terminó diciendo.
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