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El hijo de la que fue la única enterradora de España mantiene vivo su legado
Alpujarra de Granada

El hijo de la que fue la única enterradora de España mantiene vivo su legado

Cayetano Martín trabaja todos los días desde hace muchos años en el cementerio de Lanjarón, lo mismo que lo hicieron en distintas fechas su padre, José, y su madre, Carmen

Lunes, 23 de octubre 2023, 13:48

El sepulturero de Lanjarón, Cayetano Martín, trabaja todos los días en el cementerio de Lanjarón. El campo santo, tan silencioso, lo tiene siempre limpio y en estado de revista. A Cayetano no le asustan los muertos, más bien los vivos. Parte de su vida se la pasa entre tumbas, luminarias y muertos. El cementerio de Lanjarón recibe durante todo el año muchas visitas para recordar a los que ya abandonaron este mundo. La luz al final del camino. Las luminarias y la muerte han estado siempre estrechamente ligadas. La muerte, aún hoy, sigue generando ritos y costumbres. En Lanjarón existe la costumbre de ponerles luminarias y flores a los difuntos.

El padre de Cayetano ejerció la profesión de sepulturero a pico y pala durante 17 años. Cuando él falleció, su hijo Cayetano tenía 6 años. A Carmen no le importó hacerse cargo del trabajo de su marido para sacar a los suyos adelante. Esto hizo que se convirtiera en 1967 en la única mujer enterradora de España. Cuando Cayetano tenía pocos años se divertía dentro del campo santo jugando por los pasillos con una rueda de madera y un palo. Su madre elaboraba también por encargo coronas de flores para adornar tumbas y nichos en el mes de los Santos, principalmente.

Las velas del camposanto de Lanjarón proceden de Albaida (Valencia). La cera tiene mucha importancia en los ritos funerarios en este municipio de La Alpujarra. El enterrador del cementerio de Lanjarón se encarga de poner velas en los nichos en sufragio a los difuntos. Algunas personas lo hacen por su cuenta. Antiguamente se les encendían a los difuntos mariposas en un pequeño recipiente con aceite y agua. El huesario de Lanjarón siempre tiene encendidas varias velas. En época invernal es cuando más iluminado se encuentra el camposanto de Lanjarón. En el mes de los Santos lucen más de 2.000 luminarias.

El sepulturero de Lanjarón aprendió a andar y a caerse en el camposanto de su pueblo. De pequeño, mientras sus progenitores (fallecidos hace años) cuidaban de las labores propias del cementerio, él se dedicaba a entretenerse entre los nichos. El camposanto de Lanjarón fue uno de los primeros en contar a partir de 1970 con electricidad, agua potable y solería gracias al por entonces alcalde Juan Pérez y a uno de sus concejales, Miguel Piñar. Cayetano se encarga por las tardes de mantener el cementerio muy limpio. Dentro de pocos años se jubilará. Todos los oficios tienen sus más y sus menos, pero sin dura el de enterrador es uno de los más complicados por la carga sentimental que acarrea. Cayetano acompaña a los muertos de Lanjarón en su último recorrido y es el que le da sepultura con el respeto que se merecen.

José, el padre de Cayetano, nació en Alcázar de Venus. Este hombre comenzó a ejercer la profesión de enterrador a principios de los años 50 del pasado siglo gracias a Mariano, el dueño de la fábrica de orujo de Lanjarón. José tomó la costumbre de llevarse a su hijo Cayetano consigo para que su esposa Carmen pudiese realizar las labores de la casa con más soltura. Cuando murió José se hizo cargo de su trabajo su esposa Carmen, nacida en Granada capital.

Cayetano Martín tiene 62 años y trabaja también para el Ayuntamiento en tareas de fontanería y alumbrado público. A Cayetano le encanta estar en su 'segunda casa' para ejercer la profesión de enterrador lo mejor posible y tener siempre a punto el cementerio. También vigila el recinto sagrado. Cayetano es un ser entrañable y admirable, eso sí, sin pelos en la lengua y sin doblez. Es un hombre muy madrugador que toma café con el sacerdote, Antonio Jesús Heredia, en el bar del célebre Alberto, frente a la Casa Consistorial. La casa de Cayetano se encuentra muy cerca del cementerio. Lanjarón dispone también de un cementerio privado de las Hermanas de la Caridad, edificado en 1920 gracias a Sor Matilde Carrillo.

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