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Una placa de mármol situada a la entrada del cementerio de Lanjarón recordará a su sepulturero, Cayetano Martín Rodríguez 'El Ciprés', fallecido en el mes de febrero de este año a los 62 años de edad a consecuencia de un infarto. La placa, que ha ... sido encargada al marmolista de Órgiva, Alberto Herrera, llevará la siguiente inscripción: «A Cayetano Martín Rodríguez 'El Ciprés' como muestra de gratitud por su dedicación de 41 años a este cementerio municipal San José de Lanjarón, le dedicamos esta placa-homenaje para perpetuar su recuerdo. Lanjarón 2 de noviembre de 2024.
Conmemoración de los fieles difuntos». El día 2 de noviembre, a las once de la mañana, el párroco de Lanjarón, José Antonio Mingorance Delgado (de Pinos del Valle) oficiará la misa de difuntos en el cementerio de Lanjarón. Después será descubierta la citada placa.
Cayetano, trabajaba todos los días en el cementerio de Lanjarón. El campo santo, tan silencioso, lo tenía siempre limpio, en estado de revista. A Cayetano no le asustaban los muertos, más bien los vivos. Parte de su vida se la pasaba entre tumbas y luminarias. El cementerio de Lanjarón recibe durante todo el año muchas visitas para recordar a los que ya abandonaron este mundo. La luz al final del camino. Las luminarias y la muerte han estado siempre estrechamente ligadas. La muerte, aún hoy, sigue generando ritos y costumbres. En Lanjarón existe la costumbre de ponerles luminarias y flores a los difuntos.
Cayetano se encargaba de poner velas en los nichos en sufragio a los difuntos. Antiguamente se les encendían a los difuntos mariposas en un pequeño recipiente con aceite y agua. El huesario de Lanjarón siempre tiene encendidas varias velas. En época invernal es cuando más iluminado se encuentra el camposanto de Lanjarón. En el mes de los Santos lucen más de 1.000 luminarias. Cayetano aprendió a andar y a caerse en el camposanto de su pueblo. De pequeño, mientras sus progenitores (fallecidos hace años) cuidaban de las labores propias del cementerio, él se dedicaba a entretenerse entre los nichos.
El camposanto de Lanjarón fue uno de los primeros en contar a partir de 1970 con electricidad, agua potable y solería gracias al por entonces alcalde Juan Pérez y a uno de sus concejales, Miguel Piñar. Cayetano se encargaba por las tardes de mantener el cementerio muy limpio. Todos los oficios tienen sus más y sus menos, pero sin dura el de enterrador es uno de los más complicados por la carga sentimental que acarrea.
Cayetano acompaña a los muertos de Lanjarón en su último recorrido y es el que le daba sepultura con el respeto que se merecen. José, el padre de Cayetano, nació en Alcázar de Venus. Este hombre comenzó a ejercer la profesión de enterrador a principios de los años 50 del pasado siglo gracias a Mariano, el dueño de la fábrica de orujo de Lanjarón. José tomó la costumbre de llevarse a su hijo Cayetano consigo para que su esposa Carmen pudiese realizar las labores de la casa con más soltura. Cuando murió José se hizo cargo de su trabajo su esposa Carmen, nacida en Granada capital.
Cayetano Martín trabajaba también para el Ayuntamiento en tareas de fontanería y alumbrado público. Le encantaba estar en su 'segunda casa' para ejercer la profesión de enterrador lo mejor posible y tener siempre a punto el cementerio. Era un ser entrañable y admirable. Era un hombre muy madrugador que tomaba café con el sacerdote, Antonio Jesús Heredia, en el bar de Alberto, frente al Ayuntamiento.
El padre de Cayetano ejerció la profesión de sepulturero a pico y pala durante 17 años. Cuando él falleció, su hijo Cayetano tenía 6 años. A Carmen no le importó hacerse cargo del trabajo de su marido para sacar a los suyos adelante. Esto hizo que se convirtiera en 1967 en la única mujer enterradora de España. Cuando Cayetano tenía pocos años se divertía dentro del campo santo jugando por los pasillos con una rueda de madera y un palo. Su madre elaboraba también por encargo coronas de flores para adornar las tumbas y nichos en el mes de los santos, principalmente.
Cayetano, después de jurar bandera como soldado, obtuvo un permiso indefinido del almirante-capitán general de la Zona Marítima del Estrecho, Vicente Alberto y Lloveres, para que pudiera ayudar a su madre en el oficio de enterrador. Cayetano tiene un hijo y una hija. Pues bien, a su hija Elena, no le ha importado desde pequeña ayudar a su padre en las tareas del cementerio desde corta edad. La mujer de Cayetano conocida por 'La Chica' se encarga del tanatorio desde que se abrió en 2013, y del cementerio municipal desde que falleció su marido.
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