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La Atalaya de Cónchar, torre vigía o almenara de época nazarí, se ha convertido en uno de los lugares más visitados de la comarca del Valle de Lecrín. Muchísimos senderistas y estudiosos se acercan a este lugar realizando diferentes rutas y caminos. Desde La Atalaya se divisan los pueblos y sierras de Dúrcal, Padul y Nigüelas, entre otras cosas. Muchísimos senderistas comienzan la ruta en Cozvíjar y finalizan en Cónchar. Otros optan por continuar el camino hasta llegar a Dúrcal, pasando por los Baños de Urquízar, la Cueva de Vacamia y el Peñón de los Moros. También, desde La Atalaya de Conchar algunas personas siguen otro camino que los llevan a Albuñuelas, Saleres, Restábal, Melegís, Chite, Murchas y Talará.
La Atalaya de Cónchar se encuentra situada a 800 metros de altitud sobre el nivel del mar. Está edificada en mampostería y piedras de tamaño mediano y pequeño unidas con argamasa. Su figura es cilíndrica y su planta es circular de unos 14'50 metros de diámetro y 7 metros de altura. Sus dos tercios inferiores son macizos. Posee una puerta-ventana de acceso al interior situada en el noreste, a unos 5 metros de altura. Sus jambas son de ladrillo que daban a una estancia superior. También posee dos troneras. Desde ellas se domina el valle de Dúrcal y se visualizan, entre otras cosas, la Torre de Márgena, las ruinas del Castillo de Dúrcal y la Torre Atalaya del Marchal, de Saleres. E
n otros tiempos funcionaron en Andalucía y en otras zonas dos tipos de torres: las torres de alquería y las torres atalaya. La diferencia entre ambas estarían en que las primeras estaban ligadas a una o varias poblaciones, y el segundo tipo a funciones exclusivas de vigilancia y control.
En la primera época del periodo nazarí se establecieron una serie de alineaciones de comunicación entre las plazas fronterizas y las poblaciones más importantes del reino. La provincia de Granada, tan rica en historia y legado, se encuentra salpicada de torres, atalayas y fortificaciones que cuentan las historias de antiguas civilizaciones y momentos trascendentales. Estas estructuras defensivas (castillos, torres y atalayas) dispersas por el paisaje, son testigos de épocas pasadas y ofrecen una ventana al pasado muy importante.
Entre ellas se encuentran la Alcazaba de Guadix, la Torre de la Vela, la Atalaya de Salobreña, el Castillo de La Calahorra, la Torre de Romilla, la Torre de Luna, Torre de la Encantada, la Torre Atalaya del Cortijuelo, la Torre Atalaya de las Canteras, el Castillejo de El Golco, la Torre del Ramil, la Torre de Tallarín, la Torre Sabino, la Torre Solana, la Torre Atalaya de Campo-Botardo, la Atalaya de la Sierra del Muerto, la Torre de En Medio, la Torre de Jaufíl, la Torre del Pocico, la Torre de Marud, la Atalaya de Sierra Encantada, la Torre de Paulenca, la Torrecilla de Baza, el Castillo de Huarea, el Castillo de Juliana, el Castillejo de Quéntar, la Torre Espinosa, el Castillo de Fonelas, las atalayas de la Punta de la Mona, La Rábita, Almuñécar, Salobreña, Calahonda, Gualchos, Polopos, Melicena, Juviles. Lecrín, El Pinar, Los Guájares, Lanjarón, Castell de Ferro, Vélez de Benaudalla, Órgiva, Alpujarra de la Sierra, Salobreña, etcétera.
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