Obituario de Granada
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Obituario de Granada
Los buenos recuerdos y los abrazos sinceros de VicenteVicente se movía entre la calle San Antón y Puerta Real, en un circuito que le llevaba al trabajo y le regresaba a su hogar. Por esas callejuelas caminaba siempre sonriente, impecable, con su peinado envidiable y las ganas de un abrazo sincero a un ... amigo o de soltar un chascarrillo a un conocido. Era un gusto encontrarse con Vicente. Siempre palabras de cariño, una broma, una palmada en la espalda y unas ganas de vivir sin más complicaciones que entregarse a su profesión y cuidar a su familia y amigos. Era tan gracioso y tan vivaz que cuesta retratarlo en pasado. Cuesta despedirte, Vicente, cuesta mucho.
Desde hace pocos años Vicente había emprendido un camino diferente. Ese que iba borrando la memoria y blindando el cariño de los suyos. Los paseos con su hijo, Vicente; las conversaciones con sus hijas Ana y Até y los cuidados incansables de su esposa, Cele. Eso ha estado ahí y eso cura hoy, que hay que cerrar esta etapa y quedarse con los recuerdos que Vicente ya no conservaba.
Vicente Arenas se ha ido con 80 años y con el gran amor de su familia. Cele no se ha movido de su lado y sus hijos, han estado pendientes de cada paso. Ese es el patrimonio se lleva Vicente al lugar donde volveremos todos a reencontrarnos. También el cariño de sus nietos: Vicente, Álvaro, Gonzalo, Íñigo, Macarena y Alejandra. Unos niños que habían descubierto a un abuelo maravilloso y genial, entregado a esta tarea para la que disponía de tiempo. Esos paseos por el campo, esos atardeceres desde la terraza de Velilla quedarán en la memoria junto a la esencia de Vicente.
Nació y se crió en Albolote, donde conoció a Cele, su suerte. Esa gran esposa y madre que no se ha separado de él ni un instante y que ha vivido estos meses tan duros al pie de la cama, en el hospital de San Rafael, al que están muy agradecidos por el trato humano que les han dispensado. En mitad del dolor, Cele quiso ser agradecida con todos estos profesionales y dedicarles unas palabras. Así era también Vicente, dispuesto a colaborar siempre en cualquier causa buena.
Discreto y muy conocido a la vez, Vicente estuvo toda su vida profesional vinculado a la familia Osuna. Era el director general de Inmobiliaria Osuna, leal y entregado, como recuerda el propio Nicolás, y siempre dispuesto a facilitar la vida a los demás, escuchar, y echar una mano cuando estaba en la suya. Disfrutaba de su jubilación como lo había hecho en su vida profesional. La llenaba de tertulias en el Café Fútbol y de la ayuda a una fundación de su pueblo, la de Francisco Carvajal, con la que colaboraba activamente. Para mí era el padre de mi amiga Até, casi mi hermana y por eso hoy la pérdida es inmensa. Descansa en paz, querido Vicente.
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