Día de San Valentín
14 lecciones de amor y un estudiante desesperado en GranadaDía de San Valentín
14 lecciones de amor y un estudiante desesperado en GranadaHeriberto Rodríguez Tarrero nació en Madrid en 1986, de padre granaíno y madre valenciana. Su vida ha sido una batalla tras batalla hasta la victoria final. Estas vivencias han sido su herramienta de superación. Nunca se rindió. Heriberto volvió a estudiar diez años después de ... dejar el instituto, entró en la Universidad y se graduó con honores.
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Aunque lo realmente extraordinario es que Heriberto superó el acoso escolar, asumió su homosexualidad y aprendió gracias a las lecciones que da la fuerza del amor. Todos y cada uno de los catorce tipos de amor que necesitó un estudiante desesperado como Heriberto para lograr su sueño.
Por ejemplo, la lección del amor experiencial ('Meraki'). Es el que sentimos por ciertas actividades, experiencias o vivencias. En el caso de Heriberto, «lo vivo y experimento en muchos momentos de mi día a día». Como cuando comenzó a estudiar Educación Primaria entre los años 1991 y 1997. Yasimismo, cuando comprobó que sus notas empezaron a empeorar. Fue el desamor experiencial.
«Tuve de profesores a un matrimonio, él era mi tutor y ella mi profesora de plástica. Esta profesora utilizaba como método de enseñanza los tirones de pelo, de oreja y capones con los nudillos, hasta que en una ocasión me clavó un anillo en la cabeza. Dejé de asistir durante unas semanas al colegio y comencé terapia psicológica. Mi madre y mi padre protestaron al servicio de inspección del Ministerio de Educación. En dicho proceso este matrimonio se disculpó conmigo, pero ya nunca nada volvió a ser lo mismo».
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Fue tan solo el principio del camino espinoso de Heriberto. «Al llegar a clase, dio comienzo una cierta persecución hacia mí, con burlas e insultos constantes sobre todo relacionados con mi orientación sexual. Escuchaba 'maricón' una y otra vez cada día cuando ni yo tenía claro lo que me gustaba o no, ni lo tuve hasta los 18 años, entre otras formas de amenaza incluso física. Esto perduró durante tres largos e interminables años».
Apareció en su vida el amor propio ('Philautia'). «Es algo en lo que aún hoy en día trabajo». Su adolescencia fue turbulenta. En el curso 2000-2001 pasó a tercero de la ESO y sus notas empeoraron notablemente. Suspendió nueve asignaturas. Tuvo que repetir. El siguiente curso volvió a suspender cuatro asignaturas pero ya no podía repetir más y le pasaron a cuarto.
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Acoso escolar
Condición sexual
«En cuarto de la ESO, tras cinco suspensos y falsificar una nota para poder salir antes del instituto, me expulsaron unos días a casa e invitaron a mis padres a que no volviera más. Argumentaban que carecía de sentido que siguiera asistiendo». El amor propio no fue suficiente.
Pese a todas estas experiencias, descubrió el amor estético ('Eros'). Por ello, hoy expresa con valentía sus sentimientos. «Siento amor hacia la propia vida. Admiro la naturaleza y la vida en todas sus formas y facetas».
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No iba a rendirse. Desde luego. El resultado también fue al final positivo. «Siempre eché de menos un profesional, tanto en el colegio como en el instituto, que me preguntara qué me ocurría, que pudiera indagar en mi pasado, entender el porqué de mis conductas, de mi pasotismo y el porqué me juntaba con ciertas personas, según decía el profesorado, que no me beneficiaban. Quizá este sea uno de los motivos por los que hoy soy educador social».
Los siguientes dos años fueron el final de esta larga escapada a ninguna parte. Al año siguiente, curso 2003/2004, se matriculó en sexto curso de la Escuela de Adultos, que equivale a cuarto de la ESO. «Suspendí todas las asignaturas, por lo que volví a repetir». Finalmente, en el curso escolar 2004/2005, después de mucho apoyo por parte de su familia, ayuda por parte del profesorado y sus ansiosas ganas de pasar al mundo laboral y terminar, consiguió aprobar y finalizar sus estudios.
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Fracaso académico
La expulsión
Aquí aparece en la vida de Heriberto el amor de arraigo ('Choros'). Es el amor que sentimos por un lugar, especialmente al que llamamos hogar. Heriberto lo tiene claro. «Lo he sentido y lo siento; es más, es una de las cosas que más puedo echar en falta hoy día, la casa donde crecí. Nos mudamos cuando tenía 19 años y esto me hizo perder en cierta manera algo. Creo que es por lo único material que he sentido un fuerte apego».
Sin ese hogar que echa de menos, ahora viene una travesía en el desierto que dura una década, hasta que ingresa en la UGR, la Universidad de Granada, con treinta años. «Pasé a trabajar en el sector de hostelería a lo cual me dediqué la siguiente década. Después de estar dando tumbos de un restaurante a otro, con cierta insatisfacción personal, volví a plantearme retomar los estudios en búsqueda de alguna profesión que me aportase algo más de satisfacción».
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Cuadra ahora el amor desventurado ('Anánké'). Es lo más cercano al amor a primera vista. Heriberto experimentó esa sensación en alguna ocasión. «Aunque como no quiero hablar mucho de mí vida sentimental, debo decir que este sentimiento lo experimenté con la persona con la que comparto mi vida hoy día».
También llegó un momento clave. El final del bucle. «En este momento pensé en sacarme el acceso a la Universidad para mayores de 25 años sin tener muy claro después hacia dónde iría. El primer año de estudio, en 2016, me matriculé en una escuela de adultos para prepararme la prueba, pero tuve solo tres meses de estudio hasta el examen, por lo que suspendí».
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Al año siguiente, 2017, (con 29 años) acudió a un par de profesores particulares y al fin consiguió aprobar, aunque con una nota muy escasa, un 5,17. «En ese momento, pese a dicha nota, me planteaba qué hacer… Tenía muchas dudas y por otro lado no estaba seguro de si iba a soportar la presión que podía suponer una carrera. No tenía un buen autoconcepto de mí mismo, sentía que no conseguía perseverar y mantener en el tiempo nada en mi vida».
Persistencia
Acceso a la Universidad
Como agua de lluvia llegó el amor familiar ('Storge'). Se refiere al cuidado y el afecto que prima entre quienes comparten lazos familiares. Para Heriberto, es clave y está claro. «Por supuesto, sin el amor a mi familia, sin los valores que me inculcaron es posible que no hubiera conseguido muchos de mis logros. Mi entorno familiar siempre ha sido y será el lugar en el que puedo ser yo mismo, donde encontrar apoyo y amor incondicional».
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Con toda la fuerza del amor familiar, Heriberto empieza a creer en sí mismo. «Lo recuerdo y me emociono, se me llenan de lágrimas los ojos al responder esta pregunta. Debo reconocer que no fue algo que viniera de mí mismo. Tenía un mal autoconcepto y una autoestima muy baja. Mi madre y mi padre fueron mi mayor fuente de motivación. Pensaba en que necesitaba que mis padres se sintieran aún más orgullosos. Me daba fuerzas».
También llegó la pasión ('Epithymia'), el tipo de amor que despierta la pasión romántica y los deseos sexuales. «Claro que sí. Es más, si hay algo por lo que se me caracteriza es por mi intensidad, jaja». Esa pasión también se volcó en sus estudios.
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De la pasión al amor de los amigos ('Philia'), que le ayudó para triunfar. «Soy de los que quiere a sus amigos y amigas, les guardo un gran cariño y amor». Los cuatro años de carrera reconoce que no fueron un camino fácil. «Fueron innumerables las horas de estudio. Los sábados y domingos no faltaba en mi cita con la biblioteca 24 horas del edificio V Centenario (antigua Facultad de Medicina) en jornada de mañana y tarde. De hecho, Navidad y Semana Santa, las pasaba estudiando también. No tenía hábito de estudio, es más, no sabía estudiar, por lo que necesité dedicar muchas más horas de las que muchos de mis compañeros y compañeras necesitaban».
Intensidad
Nuevos hábitos
Todo empezó a mejorar. «El primer año lo cursé presencialmente de mañana y a partir de segundo de carrera pasé al turno de tarde donde conocí grandes personas. Los trabajos los solía hacer con un grupito muy majo de compis. También conocí a mi gran amiga Isa, la cual fue un gran apoyo durante los dos últimos años de carrera, sobre todo en la época del confinamiento; yo vivía solo pasábamos varias horas al día hablando por teléfono».
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Todo empezaba a encajar. «En mi último año fue cuando comencé a descubrir los encantos de la ciudad de Granada, conocí a una persona muy especial, con quien sigo compartiendo mi vida hoy día y fue con quien pude disfrutar de cada rincón de la ciudad y de su entorno».
Aprendió ahora del amor posesivo ('Mania'). «Creo que en parte se nos educa en la posesión, forma parte de nuestra conciencia colectiva. El simple hecho de decir: 'tal persona es mi pareja', es una forma de expresar posesión y es algo que está totalmente normalizado. Y sí, en algún momento me he sentido dependiente de alguien, pero la vida me hizo ver que nadie muere de amor y que a veces es necesario tomar decisiones para seguir creciendo».
Tras encajar, también todo mejoró. «Es cierto que los resultados que iba obteniendo y al ver que mi sacrificio obtenía recompensa, fue fuente de motivación para seguir en el camino. Y claro, crear una nueva red social en la que todos, en mayor o medida, nos dedicamos a los mismo, al estudio, colaboró con mi consecución y rendimiento».
También le sirvió para mirar por el espejo retrovisor. «Hoy día, desde mis experiencias de vida y mi visión profesional, el 'fracaso escolar' lo explicaría realizando una cierta crítica al sistema educativo actual. Por un lado, considero que la educación debería potenciar mucho más la creatividad. El sistema debería favorecer la curiosidad y la búsqueda de la satisfacción personal; en mi caso, de pequeño, siempre quise ayudar a los demás, pero la rigidez del sistema educativo y la falta de profesionales nunca me brindó dicha oportunidad». Por otro lado, «existe una gran falta de profesionales que den soporte al profesorado».
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Aceptación
Consejos
Lo contrario a 'mania' es 'Pragma', y es una lección de lo más interesante, ya que se refiere al amor racional. Heriberto lo comparte de nuevo. «Siendo realista y tratando de no idealizar el amor ¿por qué no?».
Y relata su experiencia. «Cuando terminé la escuela de adultos a los 18 años, me fui a trabajar a Lanzarote. Allí veía que la homosexualidad, la bisexualidad, los drag, etc. estaban a la orden del día y totalmente aceptados en mi entorno. Esto me abrió las puertas a pensar y tomar una decisión, descolgar el teléfono y contar mi homosexualidad. La primera en saberlo fue mi hermana, después mi madre y un tiempo más tarde mi padre y mi hermano. Pasamos unos meses extraños pero siempre tuve el apoyo de todos y la aceptación fue rápida».
También lanza un consejo:«Dejar a vuestros hijos e hijas libres. Es vital educar en la aceptación, les hará seres humanos más íntegros, tolerantes y respetuosos». «En mi propia experiencia os puedo decir que es muy duro portar con una mochila de insultos constantes, de acoso y no solo lidiar con eso, sino además tener que llevar contigo el ocultismo y las mentiras a las personas que quieres por esa otra vida que no puedes mostrar y que nadie conoce. A esto también hay que añadir que el entorno familiar y relacional a veces tampoco favorece tu propia aceptación».
Es el momento del amor compasivo ('agápe'), como por ejemplo el sacrificio que unos padres hacen por el bienestar de sus hijos. Lo reconoce Heriberto al instante. «Soy una persona sentimental, empática y muy emocional, por lo que sí, el amor compasivo lo he experimentado y lo experimento en infinidad de ocasiones tanto en mi vida personal como en la profesional».
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Empleo
Estabilidad
Todo comenzaba a estar, por fin, en orden en la vida de Heriberto. Había tiempo para lo lúdico, el amor juguetón ('Paixnidi'), uno de los favoritos de Heriberto. «¿Qué sería de la vida sin el juego? Es cierto que tengo un poco en el olvido ese niño interior, pero en muchas ocasiones sale a relucir. De hecho, siempre fui el 'chinche juguetón' de la familia y lo sigo siendo hoy día.
Los rayos de luz que entran por la ventana de su vida también son chispazos en los que por unos segundos se siente una conexión con alguien. Es el amor momentáneo ('Koinonía'). «Claro que sí. Hay personas en mi vida con las que experimento esta conexión». Yes lo que ha pasado ahora. Tras terminar la carrera estaba abierto a marchar a cualquier lugar. «He terminado en Huesca donde he conectado. Trabajo como educador social con adolescentes entre 11 y 18 años en los que confluyen algunos factores familiares, personales y del entorno que pueden dificultar su desarrollo personal y social».
Todo cristaliza al final, con el amor reverencial ('Sébomai'). Es el amor sumiso y devoto hacia una divinidad o un ser superior. Por extensión, también se refiere al amor que se puede sentir por ídolos como actores o cantantes. Heriberto explica que sin embargo, trata de ser una persona libre y sin fanatismos. «Respeto a las personas y sus ideologías, pero no me gusta sentirme atado a un sistema de creencias determinado. Creo que en cierta manera me limitaría y me impediría crecer y evolucionar».
Queda la moraleja de toda tus experiencias y vivencias. «Soy de los que piensa que en la vida todo ocurre por algo. Mi momento para el estudio fue algo más tarde de lo que está estipulado. Todas las experiencias que he ido viviendo en mi vida, los 'fracasos' y lo digo entre comillas porque creo que en realidad no lo son, es parte de nuestro aprendizaje. Nos sirven para crecer y aprender».
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«Creo que pasar por las vivencias de acoso, de falta de profesionalidad y demás experiencias de mi vida han construido y forjado en mí un mejor profesional y más sensible a estas situaciones. Hoy en día en mi trabajo utilizo toda esa experiencia personal y profesional como herramienta y como forma de motivación».
Para que nadie tenga que aprender del amor. Y se dedique a disfrutarlo. En el caso de Heriberto, con catorce lecciones de amor para llegar al éxito. «Aunque éste sea el ultimo dolor que ella me causa, y estos sean los últimos versos que yo le escribo», que contó Pablo Neruda.
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