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Manuel Árbol posa con Rayo Celeste, en el garaje de su casa, con el resto de Vespas. RAMÓN L. PÉREZ
Día Mundial de la Vespa

La leyenda del granadino Manuel Árbol, Mayor Vespa de España

A sus 87 años, conduce a Rayo Celeste desde 1961 y es el asociado de más edad de todos los Vespaclubs del país. «No es una moto, es parte de mi corazón»

Martes, 23 de abril 2024, 00:49

El ronroneo de la motocicleta, una estela celeste e imparable, atraviesa orgulloso la Avenida de la Fuente, en Peligros. La pilota un tipo sonriente con aires de Manolo Escobar. Viste una camiseta amarilla, chaleco estampado, pantalones vaqueros y un pañuelo primorosamente colocado al cuello, a juego con el chasis del vehículo. Al entrar en la Plaza de los Patos, toca una divertida bocina a la que parece responder el pueblo entero con un ¡ole! «Mis hijas me dicen ¿y en la moto no te duele nada? Y yo les digo que no, que voy más a gusto que San Ildefonso en sus andas», explica conforme se quita el casco, en el que se lee 'Mayor'. «En mi Vespa no me duele absolutamente nada, puedo hacer los kilómetros que me echen. Y eso que, aunque no te lo creas, ya tengo 87 años».

1946

El 23 abril de 1946, Enrico Piaggio registró su invento: la motocicleta Vespa. De ahí que hoy se celebre el Día Mundial de la Vespa, este año con actos oficiales en Pontevedra.

En el pueblo todos le llaman Quico desde que era aquel zagal menudo y rápido que llevó al Vandalia a Tercera División. El nombre oficial es Manuel Árbol Baena, que es con el que entró con 15 años en el Hospital Ruiz de Alda hasta convertirse en una leyenda –la memoria del Virgen de las Nieves– tan querida como admirada. Y, desde 2009, es conocido en toda España por su apodo como piloto de Vespa: Mayor. «Porque soy el mayor de todos, claro –ríe a carcajadas–. Me quieren por todas partes simplemente por ser el más viejo y soy socio honorífico de todos los clubes del país. Pero oye, no es poca cosa. ¡A ver quién me pilla!».

Manuel, en la Plaza de los Patos, tras el paseo por su pueblo, Peligros, donde todo el mundo le conoce. R. L. PÉREZ

Mayor se inscribió en el Vespaclub de Albolote en 2009, poco después de descubrir su existencia. «A partir de ahí he ido tres veces a los lagos de Covadonga, cuatro veces a Llanes, siete rallies en Almería, otros tantos por la Axarquía... Y hasta he corrido en el circuito de Antequera. Iba el último, pero me aplaudían más que a ninguno y mi Vespa era la más bonita».

16.863 pesetas

Su Vespa, la que acaricia como si fuera un ser vivo, no es una simple motocicleta. «No es una moto, es parte de mi corazón», afirma mientras le planta un beso y ejerce uno de sus grandes dones: la memoria. «Es una Vespa 125 N. La compré el 7 de julio de 1961 por 16.863 pesetas. Como no tenía más que 16.000 pesetas, hice dos letras de 431,50». Por aquel entonces, Manuel ya trabajaba en el hospital y estaba acostumbrado a moverse en bicicleta. «Cuando me subí en la Vespa iba tan rápido que me parecía un rayo. Así que la llamé Rayo Celeste».

Detalles de Rayo Celeste. R. L. PÉREZ Y M. ÁRBOL
Imagen principal - Detalles de Rayo Celeste.
Imagen secundaria 1 - Detalles de Rayo Celeste.
Imagen secundaria 2 - Detalles de Rayo Celeste.

De pronto, la voz de Manuel, reflejado en el retrovisor de la moto, se quiebra muy hondo. «La compré cuando era novio de mi novia, mi Rosarito... Era un ángel, la más bella del mundo. ¡La reina de las fiestas del pueblo! Me quería con locura. Y yo la quería con locura... la de poesías que le he escrito». Manuel y Rosario se casaron, tuvieron dos hijas y fueron «inmensamente felices». «Íbamos los cuatro en la moto, a pasear. Rayo Celeste ha sido parte de mi vida. Ha sido mi confidente, mi ayuda y ahora es mi bandera. Es alguien que cuando me encuentro triste, bajo al garaje y la acaricio así, en la cabecita, y me consuelo. Ay, Rosarito...». Apretando el puño, Mayor se recompone con un aspaviento y levanta el dedo al aire. «Si tienen que vender cualquiera de mis Vespas, que las vendan. Pero Rayo Celeste jamás se venderá. Así lo he dicho».

¿Cualquiera de sus Vespas?

–Tengo siete. Y todas las he comprado por algo. Digamos que compro Vespas con pedigrí. ¿Queréis venir a casa y os presento?

La Condesa de Monte Vélez

Enrico Piaggio registró la primera Vespa el 23 de abril de 1946, hace 78 años. Desde entonces, cada año se celebra el Día Mundial de la Vespa coincidiendo con la efemérides. De todas las creaciones de Piaggio, Manuel Árbol atesora siete modelos, todas con su particular historia. Vespacine, por ejemplo, era la motocicleta en la que traían los rollos de película al cine de Peligros. «Cuando llegaba esa moto al pueblo nos volvíamos locos de alegría», recuerda Mayor, que también ha hecho sus pinitos como actor. Luego están Quasimodo, La Hidalga Vespanegra, El Octavo Capricho, El Tanque Rojo y, por supuesto, La Condesa de Monte Vélez. «El administrador del Ruiz de Alda, Juan Reyes, me dijo que había visto una Vespa tirada en un cortijo y me llevó a verla, en Huétor Vega. Resultó que era del dueño del Restaurante Monte Vélez, que había fallecido». La familia, al principio, no quiso venderla, pero la pasión de Manuel fue tan grande que terminaron regalándosela. «Años más tarde volví y tardaron en reconocerme. Monté en la moto a uno de los nietos del dueño de la Vespa y es una de las cosas más bellas que guardo en el corazón».

Manuel Árbol, con sus vespas. R. L. PÉREZ
Imagen principal - Manuel Árbol, con sus vespas.
Imagen secundaria 1 - Manuel Árbol, con sus vespas.
Imagen secundaria 2 - Manuel Árbol, con sus vespas.

Se pueden imaginar la de anécdotas que cuenta Manuel: la de Ildefonso, de Llanes, que es su hijo adoptivo de 67 años; la de la vez que se bajó una alcaldesa a hacerse una foto con él cuando intentaban multarle; su amistad eterna con Antonio Viciana, la primera persona que dio la vuelta al mundo en Vespa en 79 días; o la foto que se hizo en Gijón y que, «probablemente», haya servido de inspiración para que la Celebración del Día Mundial de la Vespa de 2025 sea allí.

En el garaje conviven todas las vespas, pero la reina es Rayo Celeste. Sin embargo, entre los vehículos destaca una furgoneta blanca que Manuel defendería con su propia vida. «Está adaptada –dice–. Estuve cuidando 18 años a mi esposa, con alzheimer. Los últimos seis años tenía que cambiarla de postura cada tres horas... Su último día la llevé en la furgoneta, al hospital. Allí le canté la canción que le cantábamos a las niñas, cuando eran pequeñas y viajábamos en Rayo Celeste... Ella abrió los ojos». Mayor apoya sus manos en la moto y sonríe. «Fue lo más bello que me ha podido pasar a mí. Rosarito y la Vespa».

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