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PILAR GARCÍA-TREVIJANO
Granada
Sábado, 14 de diciembre 2019, 14:46
Las marcas de hollín sobre el timbre dejan ver que han llamado con insistencia a la puerta del sexto piso. Los jóvenes dormían cada uno en su habitación y el fuego, avivado por el oxígeno tras abrir las puertas de los cuartos, se ha extendido rápidamente por todo el 7° B y el rellano del bloque 68 de la calle Pedro Antonio de Alarcón.
El piso, que habitualmente tiene seis inquilinos, estaba ocupado por cuatro jóvenes. Los chicos dormían profundamente en las habitaciones cuando el humo y la dificultad para respirar alertó a la pareja de uno de ellos. Pasadas las nueve de la mañana, la chica despertó a su compañero y subió la persiana para localizar el origen. Tras descubrir que la vivienda ardía, la pareja se refugió en la terraza para llamar la atención de los viandantes, según han relatado a este medio testigos del suceso. Mientras tanto, el joven de 22 años, que se encuentra en estado crítico por las quemaduras, quedaba atrapado por las llamas. Su cuarto es el más próximo al foco del incendio. El hermano del herido ha bajado a pedir el auxilio de su vecino, que es médico de profesión.
«Ha llamado al timbre con las manos quemadas. Quería sacar a su hermano del piso con la ayuda de mi marido. Al ver todo el humo, le hemos detenido. «No puedes subir arriba», le ha dicho mi marido mientras le agarraba para bajarlo a la calle«, cuenta Virginia, inquilina del bloque.
El fuego
Con el susto en el cuerpo y la preocupación por el «cariñoso chico» , los residentes no paran de hablar de otra cosa. La mayoría de los vecinos son universitarios, al igual que el herido.
Los buenos samaritanos que han visto el fuego desde la calle han avisado a los vecinos de que parte de su bloque estaba siendo pasto de las llamas. La policía y los bomberos no han tardado en llegar para desalojar todas las viviendas.
«Vivo en el segundo, he escuchado mucho ruido y he abierto la puerta. Un policía me ha acompañado hasta la calle«, cuenta Anabel.
En la entrada los vecinos se preguntaban qué había podido interrumpir su descanso cuando vieron salir a los tres jóvenes con ayuda de los servicios de emergencias. Relatan que fueron los últimos en salir del edificio. Más tarde aparecía por el portal el joven de 22 años encamado y recubierto de vendas..
Pocos conocían a los tres inquilinos que habitan el 7° más allá de los encuentros fortuitos en el portal y las conversaciones cortas durante el viaje en ascensor. Coinciden en que los tres muchachos eran jóvenes agradables y educados.
En el portal, en el ascensor y por todo el edificio quedan restos del polvo químico blanco para extinguir incendios. Las vecinas friegan los descansillos entre los tramos de escalera para dejar atrás cuanto antes el trágico suceso.
La vivienda presenta importantes daños materiales. El olor a madera quemada aún impregna los pasillos. Los propietarios del 7° lamentan lo ocurrido. En septiembre finalizaba el contrato de alquiler con los estudiantes e iban a volver a habitar la casa. Esperan que el joven se recupere.
Las empleadas de la cafetería de los bajos del bloque, en el que los estudiantes desayunan a diario, tuvieron un papel importante en que no hubiera que lamentar más heridos. Fue una de ellas las que dio aviso a Emergencias al descubrir a dos de los universitarios en la terraza y llamó a los porterillos para que el resto de vecinos dejaran el edificio. Las trabajadoras atendieron a los jóvenes mientras les tomaba declaración La Policía.
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