Paco Barranco es un granadino vinculado a los palacios. Estuvo al frente del Palacio de Deportes, en la etapa en la que se inauguró en 1991, y ahora es el director del Palacio de Congresos, que a su vez se construyó por aquel entonces, en ... el 92. La historia de Paco tiene forma de círculo en torno a Granada, que converge una y otra vez. Lleva más de 40 años en la primera fila de la gestión turística de las infraestructuras de la ciudad y ha sido el responsable de traer acontecimientos deportivos de primer orden que cambiaron el curso de la historia. Él se define a sí mismo como un «proponedor» y dice haberse encontrado siempre al otro lado a políticos que decían que sí y a empresarios que patrocinaban aquellas pequeñas locuras. Tuvo suerte. Su labor continuó en los comienzos de Los Cármenes y en la creación de la empresa Gegsa –ente municipal para la gestión de eventos– hasta que dio el salto a la Federación Española de Baloncesto. Después volvió a Granada y, desde 2019, se encarga de la dirección del Palacio de Congresos. Ahora recibe el premio Galatino –que concede la Federación de Hostelería y Turismo– como 'embajador' de la ciudad.
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–¿Cómo empieza su intenso camino laboral?
–Mi primer trabajo empezó en la Junta transformando una residencia del Injuve en colegio menor. Desde ahí me rescató un buen amigo y me puso a trabajar en el proyecto del Palacio de Deportes de Granada. Se construyó por la presión de los aficionados del basket que iban a Albolote. Estuve dos años viviendo en una caseta de obra. El Palacio de Deportes se inauguró en el 91 y el de Congresos en el 92. En ambos trabajaron las mismas familias granadinas de instaladores y se hicieron muy bien. De hecho creo que por eso han perdurado con el paso del tiempo.
–¿Fue revolucionario construir una infraestructura así?
–Hay una noticia de un periodista de la época cuyo titular es 'El Palacio que nunca se llenará'. Para mí fue un reto. Se inauguró con un partido entre el CSKA de Moscú y el Oximesa el día de antes de unas elecciones municipales, con Antonio Jara en su penúltimo día de alcalde.
–¿Se cuestionó la utilidad del Palacio de Deportes?
–El Palacio no vino a ofrecer solo un espacio deportivo sino multifuncional cuando todavía ignorábamos qué era aquello. Vino a rellenar un hueco que luego el tiempo ha ido justificando como algo más que necesario. Lo de cuestionar su utilidad es algo típico de Granada: capaz de soñar y de tener maravillosos retos a futuro pero siempre con un 'pero' como se representa el Día de la Cruz. El Ayuntamiento creó un servicio de grandes eventos deportivos y empezamos a pensar en otras grandes oportunidades. Había que tirarse a buscar empresas y personajes que no conocíamos y tuvimos grandes opciones. Desde el principio utilizamos un método: el que fuese capaz de darle a la ciudad un retorno inmediato, que sirviesen de promoción. Buscábamos cosas que tuviera retransmisión por televisión.
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–¿Cómo era y cómo es vender Granada?
–Granada, hace 30 años, tenía la misma Alhambra y la misma belleza pero los hoteles vacíos. A partir de la generación de infraestructuras se empezaron a llenar. El mundo de la promoción es desagradecido. En el momento en el que tú levantes el pie del acelerador de la promoción, hay alguien que esa oportunidad la está esperando. La gente no viene por castigo. Tenemos el visitante porque alguien lo está labrando. El día que dejemos de hacer eso... hay ciudades menos bellas que reciben a más visitantes. La belleza te hace que vendas lo que llevas pero no instala a esa ciudad en la agenda de un visitante. Estos eventos siempre han tenido como objetivo la promoción de Granada.
–¿Es más fácil ahora conseguir visitantes para la ciudad?
–Llevo 40 años de comercial de Granada. Ahora cuando me tiro a la calle a vender la ciudad ya hay instalaciones, un abanico de posibilidades. La pega histórica de la ciudad ha sido el transporte. Quien tiene buenas comunicaciones levanta antes la mano. Sevilla y Córdoba tienen una estructura de transporte que les ayuda muchísimo. Cuando nos tiramos todos a la calle a vender quien tiene más facilidades para que llegar, muestra el producto antes que tú. A cambio llegábamos primeros.
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–Y entonces llegó el Granada-Dakar...
–Antes hacían una parada en Granada y embarcaban por Motril. A la vuelta fui a París a ver la llegada y no los estaban esperando ni los familiares y les dije a la empresa que eso en Granada iba a ser impresionante y así fue. Aquella foto nos sirvió para vender que podíamos ser el heredero de París. Después lo quiso Málaga, Barcelona... pero aquí estuvo seis años.
–¿Hay que ser insistente?
–Hay que ser proponedor, que es lo que soy yo. Soñar por soñar no sirve, solo sirve si trabajas por hacerlo realidad. He tenido buenos compañeros de viaje, he tenido unos alcaldes valientes que han cerrado esas propuestas. Tuve a un Antonio Jara valiente haciendo infraestructuras, tuve a Jesús Quero asistiendo a las propuestas que le hacían, a Moratalla, a un Kiki Díaz Berbel y a un Pepe Torres Hurtado que ha seguido en esa línea a la vez que Paco Cuenca, que han creído en el evento deportivo. Una ciudad que ha hecho de todo en este ámbito. Estábamos en una dinámica positiva. Eran años abundantes. Siempre había un José Julián, un Puleva, una Alhambra, un pool de patrocinios que no se borraban. El dinero privado ha ayudado cuando nadie creía. Dicen que es la ciudad de la malafollá pero no es verdad. Cuando hemos explicado bien las cosas, y hemos podido contarle a las empresas qué queríamos de ellas, las hemos tenido con nosotros. En Granada me he encontrado mucha receptividad.
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–¿Cuáles han sido las negociaciones más difíciles?
–Ha sido la misma de cualquier actividad al año siguiente, porque se iba encareciendo. El gran fuerte de Granada ha sido tener también una afición muy receptiva que le ha gustado cualquier actividad deportiva.
–Le hará ilusión que le reconozca como embajador...
–Me ha hecho mucha ilusión, me he recorrido casi el mundo entero vendiendo Granada. Quizá Australia sea el viaje más peculiar que he vivido con Jesús Valenzuela, que era concejal de Deportes. Lo he intentado casi siempre. Soy de decir 'no' a muy pocas cosas. Hemos tenido cosas exóticas, como un partido oficial de la liga de fútbol americano con una pista de césped de 60 metros de largo.
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–¿Con qué gente se ha cruzado por el camino?
–Tengo muchos amigos notorios, conocidos muchos. El mundo del deporte aglutina a mucha gente notable. Me he cruzado con muchas caras conocidas: Nadal, los Gasol... para mí, que soy del Barça, hacerme una foto con Florentino tiene su qué. Hay personajes que cuando te ven te reconocen solo por la cantidad de veces que se han cruzado contigo.
–Después dio el salto a la Federación Española de Baloncesto como director de eventos. ¿Cómo fue esa etapa?
–La etapa de la Federación Española de Baloncesto fueron dos, a media pensión y a pensión completa. Mi paso por Madrid ha sido un aprendizaje permanente. Allí conocías al que te faltaba por conocer. El despacho se abría el lunes a primera hora con el primer vuelo y se cerraba el viernes con el último. Con la vista puesta en Granada. Los dos grandes eventos, el Eurobasket de 2007 y el Mundial de 2014, han tenido a la ciudad como sede.
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–¿Ha sentido la envidia de algunos granadinos?
–El que no tiene enemigos no pinta nada y también hay que darles de comer. Es una ciudad que no perdona que levantes un pie del suelo. Eso sí que es verdad que nos lastra. Hay momentos en los que más que un pero se presenta una imposibilidad.
–¿Hay un lamento continuo?
–Creo que el lamento proviene de alguna incapacidad. El incapaz intenta derrotar al que intenta trabajar. El chiste de la lámpara genio, los dos primeros piden un viaje y el granadino pide que se vuelvan.
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– Y usted cree que sí se puede.
–En el caso de quien ha tenido capacidad de mando esa negatividad me la he encontrado en muy pocas ocasiones. Al que dirige le va bien que le traigas una buena oportunidad a los políticos, pero tienen su entorno que les advierten de que no se metan en un lío. «Yo esto no lo veo», que es lo que le dice alguien que no quiere trabajar y que se lo dice al alcalde. Cuando el proyecto es bueno, todo eso lo vence.
–¿Qué salto puede dar ahora Granada?
–Cualitativo, en cada una de las distintas situaciones: en la hostelería en la restauración, en el viaje, creo que hay que buscar la excelencia. Por ejemplo el gastronómico. Seguimos careciendo de una estrella Michelin en la capital, en una comunidad en la que casi todas las provincias tienen ya algunas, varias. No es que se coma mal, se come muy bien, pero hay gente que viaja buscando esa excelencia. Hay que mejorar las comunicaciones para traernos otro perfil de visitante.
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–¿Cómo ha sido su relación con la tapa?
–La tapa ha sido un buen revulsivo, un buen trampolín pero ahora creo que está lastrando esa excelencia. Habría que llevarla a ese punto, como el País Vasco. Hay que cobrarla pero es un salto que hay que dar.
–¿Qué le queda por hacer o por traer?
–En esta última etapa de mi vida laboral sueño con traer un gran congreso, pero ya vamos a tener el más grande al que podríamos aspirar. Mi sueño, más bien mi reto, es que la modernización de este edificio se pueda realizar. Si yo permanezco más tiempo donde estoy es por intentar conseguir que el Palacio de Congresos esté a la altura de lo que se demanda en este sector. Y en eso estamos todos. No estoy solo voceando en un desierto. Cuento con la comprensión de las autoridades, de la alcaldesa Marifrán Carazo, con la que comparto una idea parecida, y creo que esta situación puede ser una realidad a medio plazo para ser competitivo con el resto de recintos.
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–¿Cuál es el futuro del Palacio?
–Tiene que pasar necesariamente por una actualización y modernización. El Palacio no va a poder vivir solo del congreso. Entra en una dinámica de competencia importantísima. Hay ciudades con mejores conexiones y nosotros tenemos otra situación absolutamente distinta, si además no estamos teniendo la urgencia necesaria en acometer en el edificio lo que se demanda, te quedas atrás.
–¿Le faltan a Granada infraestructuras?
–Creo que no hay que hacer más, que hay que optimizar las que tenemos. ¿Falta alguna? evidentemente. Creo que una gran infraestructura musical que acompañe al recinto Palacio de Deportes podría ser.
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–¿Coincide su mentalidad de ciclista con la que tiene en lo laboral?
–La bicicleta tiene un parangón con la vida, el que deje de dar pedales te vas al suelo y también el saber levantarse cuando has caído y caerse también para aprender. Ese paralelismo lo utilizo mucho.
Dentro de sus distintas responsabilidades Paco Barranco se ha visto negociando por dos veces la Copa del Rey de baloncesto y los Goya. Ambas cosas las ha conseguido. También la celebración de la Cumbre Europea en el Palacio. «La Cumbre fue el momento impresionante. Los dos acontecimientos mas importantes en la historia de esta ciudad han sido a pocos metros: la Toma de Granada en la Ermita de San Sebastián y la Cumbre en el Palacio de Congresos», dice. Sobre los Goya apunta que son «un punto de encuentro entre el Palacio y el Ayuntamiento. Lograr que Granada sea sede de estos premios ha sido «algo trabajado». «Hace mucho tiempo nos pusieron la excusa del AVE y ahora no les ha quedado otra que venir».
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