

Controles de la Guardia Civil en Loja
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Controles de la Guardia Civil en Loja
En el corazón de 'El bloque' de la Alfaguara, el barrio más conflictivo de LojaConforme el primer vehículo de la Guardia Civil se aproxima a la rotonda de entrada a Loja, en el barrio de la Alfaguara los móviles comienzan a sonar. Los grupos de WhatsApp informan de su presencia y ponen en alerta a los que tienen algo que esconder. Cuatro coches en los que viajan ocho agentes de la Unidad de Seguridad Ciudadana (Usecic) avanzan por el centro de Loja. Los vecinos los saludan y sonríen. «Se sienten seguros al vernos aquí», cuenta José Redondo, teniente de la Usecic en la provincia. Cuando llegan al citado barrio, el ambiente cambia. Los residentes comienzan a salir de sus casas y hacen corrillos en los que el tema de conversación es el mismo: ¿Qué estará buscando hoy la Guardia Civil?
Se trata de labores preventivas contra la delincuencia en la Alfaguara, el barrio más conflictivo de Loja, donde hace un mes ya se llevó a cabo un operativo contra el tráfico de armas. También se detuvo recientemente a varias personas después de provocar incendios en viviendas, en el marco de un enfrentamiento entre dos familias. En estos meses ha habido disparos al aire, inmuebles calcinados y hasta saqueos, según adelantó IDEAL. En este caso, no es ninguna redada en busca de una persona en concreto, pistolas o marihuana. Son controles sorpresivos con los que la Usecic pretende que los delincuentes «no estén tranquilos».
El trabajo comienza mucho antes de su llegada, con un briefing en el que establecen dónde irán y qué harán. A las 14.00 horas se citan en la Comandancia de Granada y preparan el material -escudos o defensas extensibles, entre otros-. A las 15.40 horas ya están en Loja. Nada más entrar se cruzan con un vehículo valorado en unos 150.000 euros. Volverán a encontrárselo tres veces más esa tarde.
Al acceder por la calle Las Parras, la Benemérita detiene a un primer vehículo con tres ocupantes. Lo hacen con una rapidez y coordinación pasmosa; los compañeros se entienden con la mirada. El proceder siempre es el mismo. Les invitan a bajar del coche y a entregarles la documentación. Mientras un agente inspecciona el interior del turismo, otro maneja una tableta, o más bien, un preciado tesoro por cómo les facilita el trabajo. Con introducir los datos de una persona puede saberse, segundos después, si cuenta con alguna requisitoria o antecedentes. También si el vehículo tiene todos los papeles en regla. Este, en concreto, tiene la ITV caducada.
Un minuto después, la zona parece otra. Varios coches circulan despacio, prudentes, mientras varios grupos de personas salen de sus casas. Escriben en sus móviles y cuchichean. Una niña se acerca y su madre, en pijama, la invita a alejarse. La Guardia Civil deja marchar a los tres ocupantes, a los que les constan antecedentes por varias causas, y envían a Tráfico una propuesta de sanción por la ITV caducada.
Bajo la atenta mirada de decenas de ojos, la Benemérita se aproxima al corazón de la Alfaguara, «el punto más crítico», conocido como 'El bloque'. Se trata de un edificio de cuatro plantas donde el tiempo parece haberse detenido. A su alrededor se amontonan kilos y kilos de basura y escombros. También en su interior, en un pasillo de la planta baja, los envases han formado una torre que alcanza la mitad de la pared. En el entorno se aprecian varios gallos encerrados en jaulas, un joven pintando con un espray su coche o una hoguera con mujeres calentándose las manos. Dos niños juegan al fútbol entre la vegetación que crece junto al edificio. Desde las ventanas, varias familias observan con atención el paso de los agentes. «No le hagáis fotos a las personas», sentencia una vecina.
Los agentes se alejan unos metros y montan un control. Sacan los medios de bloqueo, los conocidos como pinchos, por si fuera necesario utilizarlos. Interceptan a varios vehículos. En 'El bloque' ya están todos fuera, en la puerta, observándolos de lejos. Un hombre, guitarra en mano, pasa de largo y saluda. La Usecic sube entonces hacia la parte alta de la Alfaguara, con vistas privilegiadas, y dejan atrás «el centro neurálgico». Pasan por la Jefatura de la Policía Local y la fuente de los 25 caños. «Esta zona se limpió de cables hace poco y ya han vuelto a montar empalmes para engancharse a la red. Mira», dice el jefe de la Usecic. Señala una pared de la que, efectivamente, hay evidencias de defraudación del fluido eléctrico. «Hay muchas narcoviviendas destinadas solo al cultivo de marihuana, y otras tantas en las que hay varias habitaciones», agrega.
Buscan varios puntos estratégicos y vuelven a organizar diversos controles. Tienen activos los pinganillos y se comunican entre ellos todo el tiempo. Detectan, entre otros, un vehículo cuya matrícula había sido usada por un tercero de forma ilegal. Antes de marcharse, vuelven a 'El bloque'. «La idea es que estén alerta y sepan que los vigilamos, además de darle seguridad al pueblo en general», apostilla José Redondo.
El último control se salda con un identificado por tenencia de drogas, al encontrarle marihuana escondida en una bolsita. «Es mío, me fumo mis porrillos», alega el joven. También le intervienen una navaja 'mariposa', un arma blanca prohibida. Además, cuenta con una citación pendiente de un juzgado de Granada. «Iré, ya que soy hombre para unas cosas, lo soy para otras», asegura.
Cuando cae la noche, la Usecic emprende el camino a la Comandancia «con la satisfacción del trabajo bien hecho». «Ver a la gente agradecer nuestra presencia y a los paisanos saludarnos es reconfortante», admite Redondo. A los pocos minutos de salir de Loja, un aviso de última hora les obliga a volver a toda prisa. Finalmente se desactiva y se dan la vuelta. Regresan a Granada con la mente puesta en el siguiente operativo.
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