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José Manuel y María, siempre inseparables. IDEAL
José Manuel y María, un amargo adiós por partida doble en Granada

José Manuel y María, un amargo adiós por partida doble

Los nueve hijos de los Aguilera Calle, conocida pareja del barrio Alto de Loja, han sufrido la tragedia del coronavirus multiplicada por dos; sus padres fallecieron con dos semanas de diferencia

Jueves, 21 de mayo 2020

La primavera de 2020 no está siendo como otras para nadie, pero la familia Aguilera Calle ha tenido la desafortunada experiencia de vivir la tragedia de la 'enfermedad del aislamiento' por partida doble. Si ya es difícil despedir a un ser querido desde la distancia a que obligan los protocolos, tener que hacerlo de las dos personas que te dieron la vida y te enseñaron casi todo lo que sabes es «doblemente trágico e injusto», cuentan los hijos de José Manuel Aguilera –cariñosamente conocido por 'don Carlos' por muchos– y María Calle 'Mariquilla'.

Ambos vecinos de la Cuesta Vicaria, donde comenzó una relación «para toda la eternidad», Manolo y Mariquilla eran 'teoleteros', del barrio Alto de Loja, del que nunca se fueron en vida -vivieron hasta en tres casas de este señero vecindario– y del que nunca se irán en alma.

El 24 de marzo falleció a los 83 años José Manuel, que fue la primera víctima mortal del coronavirus en Loja, y justo catorce días después decía adiós a los 81 Mariquilla, la que fuera su mujer, su compañera, su perfecta 'mitad' durante más de 57 años. Él, conocido camarero del pueblo y trabajador «incansable» –como todos coinciden en calificarlo–, pasó medio siglo en el restaurante El Taxi, un 'símbolo' empresarial de Loja hace décadas. Ella, Mariquilla, mujer fuerte, luchadora, participativa como la que más en la Semana Santa, el Carnaval y, cómo no, constante en su afición literaria, que la llevó a colaborar en libros como 'Recuerdos', editado por el área de Cultura del municipio.

Su adiós casi al mismo tiempo ha sido tremendo para sus nueve hijos: José Manuel, Mariano, Antonio, Mari Trini, Alberto, Mercedes, Inma y las 'benjaminas' Sara y Montserrat, las dos gemelas «que 'desempataron' al equipo mixto en el último gol», dice con cierto humor 'Nané', como llaman cariñosamente al primogénito. Porque, con ellos, han crecido en una familia como las de antes: con poco o nada, sin tecnologías ni vacaciones, ni playa, ni juguetes, pero con mucha «felicidad compartida», recuerdan los hijos de Manolo y Mariquilla, que formaron uno de los hogares más numerosos y conocidos de Loja.

LA VESPA BLANCA DE 'DON CARLOS'

Para ellos, sus padres son como sus 'ángeles'. «Siempre han procurado que haya armonía, nos han tratado en igualdad y con justicia; y por eso somos una piña», dicen los hijos de una enorme familia donde las reuniones, en la cochera de casa, ya juntan a casi 40 miembros entre yernos, nueras y nietos. Con su casa-patio y el olor al jazmín de 'Mariquilla', los Aguilera Calle son una familia de barrio, de la 'columna vertebral teoletera', como cualquier otra, pero con muchas razones para saber que en lo sencillo está la felicidad, eso mismo que muchos dicen que ha venido a recordarnos la maldita pandemia.

Cuentan sus hijos que la ilusión de su padre era que echaran sus cenizas donde estaba El Taxi. «¿Tú conoces a alguien que haya querido que sus restos estén donde trabajó casi toda su vida?», comentan Mariano y José Manuel, que, como les enseñó su padre, nunca pierden la sonrisa de la cara. «Él decía que la gente de hoy nos quejamos mucho y lo que hay que hacer es trabajar y esforzarse». Así era 'Don Carlos' –por su parecido con otro vecino–; siempre con su camisa blanca impoluta, su pajarita, sus pantalones negros y mandil reluciente, en su vespa blanca para ir del trabajo a casa y de casa al trabajo, donde compartía muchas horas con su hermano Antonio. Prudente, callado y gran lector, así era José Manuel, Manolo.

SIN VACACIONES NI CAPRICHOS

Apasionada de la música y de su escritura, de sus plantas... Mariquilla era la primera en colgar sus mantones y banderitas y sacar las flores a la calle para engalanar el barrio en San Roque, en torno a las famosas 'cuatro esquinas' teoleteras. «Siempre nos inculcó el amor a la cultura y el respeto a los mayores», recuerdan de ella sus hijos, que la consideran su confidente, su maestra, su referencia. «¡Y pura alegría!», dicen de su madre, la de la 'Academia Mariquilla', como bromeó en la radio cuando su hijo Alberto sacó el número 1 en las oposiciones de La General.

Y es que ella y José Manuel tenían una cualidad extraordinaria de «llevarse bien con todo el mundo» y simplemente vivir, apuntan quienes les conocieron. «Demostraron que para formar una gran familia no hace falta dinero; su mejor legado ha sido que nos dieron unos valores increíbles», coinciden estos nueve hermanos, que compartían todo, hasta aquella única bicicleta que entró en casa siendo niños. ¡Una para nueve! «Todo era para todos y hasta hemos compartido cama. Hemos tenido la suerte de ser muy felices con poco, con nuestra televisión en blanco y negro con papel celofán, para hacerla de colores», ilustran. O con mucho, con el amor y la educación en valores de unos padres criados en la posguerra.

Ellos no han dispuesto de vacaciones ni de ningún capricho; de hecho apenas han salido de Loja unas pocas veces, ya con los hijos mayores. «Pero levantarse por la mañana en nuestra casa era como un cuento: allí estaban las nueve mochilas con sus nueve rebequitas y las nueve tazas para desayunar antes de ir al colegio. Todo limpio, todo perfecto». Todos los vestidos -hasta los pantalones de balonmano- hechos con las primorosas manos que también tuvo María para la costura. «No han sido más que nadie» -reconocen humildes sus hijos- pero ellos han demostrado con su vida que en lo sencillo, en el valor de las relaciones familiares, en el respeto y en la integridad radica todo», detallan los hijos de Manolo y Mariquilla, a los que todos recuerdan estos días con cariño. En su barrio, en su pueblo, en el centro de participación de la calle Licenciado Moreno, cerca de Santa Catalina y del Cristo de los Favores, del que son hermanos sus nueve hijos.

«Cuando mi padre se fue, sus canarios Cayetano y Felipe se escaparon pero uno volvió... Pensé que mi madre se iba a salvar», relata con pesar 'Nané'. No pudo ser; Mariquilla también nos dijo adiós. Sólo en parte, porque ella, su vida sencilla, su trato en igualdad, su fuerza, su recuerdo siempre estarán. «Me gustaría que los niños de hoy se pararan un momento (...) Y pudieran apreciar y valorar las cosas buenas que nos da la vida». Es uno de los fragmentos de un texto de Mariquilla. Dos líneas que lo dicen todo; más aún hoy, cuando esa 'generación del esfuerzo' está dejándonos 'huérfanos' de enseñanzas por culpa de la pandemia. DEP.

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