La artesana textil y diseñadora Maribel Urbano defiende con su proyecto de tintes naturales el uso de insectos como la cochinilla silvestre, cuya plaga afecta a este conocido arbusto del Albaicín
Visitamos el 'atelier' de la diseñadora Maribel Urbano, en pleno centro de Granada, y la descubrimos ultimando los drapeados de su último trabajo, un vestido rojo de seda natural que tiene algo muy peculiar. Su bonito tono ha salido de un insecto que es considerado una plaga. Es la 'Dactylopius opuntiae' o, lo que es lo mismo, la cochinilla silvestre que se está comiendo las chumberas de las laderas del Albaicín, un arbusto que, más allá de opiniones, también es considerado una especie invasora.
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Con la estrecha colaboración de Teresa Borrajo y con el asesoramiento de profesores de la UGR y artistas como Ángeles Agrela, esta artesana textil -vecina de Huétor Tájar- lleva varios meses trabajando en un proyecto de investigación para elaborar tintes a partir de elementos naturales. «En vez de comprar cochinilla canaria, que es la que habitualmente se usa para esto, decidimos probar con la cochinilla que se está comiendo la chumbera. Cogimos una cantidad del Albaicín, la hervimos y, al compararla con la variedad canaria, obtuvimos exactamente el mismo resultado», explica Maribel. La única diferencia entre la 'grana cochinilla' y la cochinilla silvestre es que ésta última tiene más algodón, que es lo que le protege de las inclemencias meteorológicas y lo que le ha permitido proliferar y sobrevivir tanto. «Pero da el mismo color y, como vimos el lamentable estado de la chumberas, pensamos en convertir algo tan malo como una plaga en algo hermoso. Esa es la base de nuestro proyecto», cuenta Urbano, que ha convertido su taller en todo un laboratorio.
Después de varios meses y mucho tiempo de elaboración, el proyecto 'Rojo Chumbera' ya está listo para ver la luz. No sólo en forma de vestidos como el de muestra sino para exponer su elaboración y estudio en salas de arte granadinas, como la del Pósito de Loja, donde se espera esté el próximo febrero. Con 50 gramos de cochinillas -una auténtica plaga para las chumberas granadinas- se han teñido los 300 y pico gramos de tejido de un bonito diseño. «Hicimos cantidad de tinte para quince metros de muselina de seda, un tejido vaporoso y precioso, que he trabajo con drapeados para que se vean las diferentes texturas», detalla la diseñadora, sorprendida de la cantidad de tonalidades y colores que pueden salir de un insecto que es hoy considerado un auténtico problema ambiental.
Porque el color del vestido base realizado en este proyecto es el más natural, sin 'mordientes' o añadidos que alteren el resultado. «Pero si se cambia la manera de teñir, el PH del agua, el tiempo de cocción... y otros factores que hemos investigado, se saca una amplia gama. El rojo intenso, varios naranjas, lilas, rosas, amarillentos, etcétera», asegura Urbano, que ya planea hacer una colección con las diferentes tonalidades salidas del mismo insecto. «Nos han ayudado mucho varios profesores de Química y los vecinos del Albaicín nos han indicado qué chumberas tenían más cochinillas», dice agradecida.
Durante todo este proceso, Maribel Urbano y Teresa Borrajo no sólo han experimentado con el color sino que se han documentado con fondos bibliográficos como el del Archivo de Indias. Tras coger una cantidad de cochinilla y dedicar un tiempo a su secado, el producto se cuece con mordientes que -como la sal, el vinagre, el limón o el bicarbonato- abren la fibra para que el tinte se adhiera. «Lo más complicado es sacar la gama. En la exposición que tenemos previsto hacer en Granada, un trozo de tejido mostrará cómo cambiando el proceso salen colores diferentes», adelanta la diseñadora, cuyo proyecto «también plantea soluciones para el problema de la plaga», afirma.
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La naturaleza, fuente de color
Maribel Urbano dice no conformarse con usar un muestrario. «Hago el color que mis clientes quieren», recalca. Por eso su taller es un continuo laboratorio. Porque, además de diseñadora, esta hueteña se considera ante todo artesana textil y, por ello, se centra en la transformación y experimentación con materiales. «Voy a seguir usando la cochinilla del Albaicín. Si limpio una chumbera, pues una que queda limpia. Que dos, pues dos». Maribel ya tiene hecha la investigación, sabe qué colores conseguir y cómo hacerlo.
No obstante, esta diseñadora siempre tiene presente a la naturaleza en sus creaciones, tanto en sus diseños como en los materiales. Y en el tema de los tintes naturales pretende seguir indagando. «¡Me he vuelto un poco 'química'!», reconoce, aún sabiendo lo complicado que es hacer colores idénticos, cuando intentas alterar las tonalidades. Lombarda, espinacas, frutas... o insectos. Son utilizados por diseñadores como Maribel para dar tonos netamente naturales en tejidos -también siempre procedentes de productos del entorno-
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Dice que hay personas que valoran su trabajo y otras que no. «Pero las que no lo hacen a mí no me interesan. El que aprecia el trabajo artesanal lo compra. Es muy laborioso y necesita de muchas horas», defiende Maribel, que, además de colecciones, hace diseños exclusivos para bodas y eventos. «Es de lo que como», apostilla.
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