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JUAN PEÑA
Miércoles, 2 de junio 2021, 00:53
«Vámonos con la rana, que se vuelve loca, con la que te regozas, p'arriba y p'abajo con la rana loca». Es la letanía que entona Antonio Guerrero al micrófono desde la cabina de mandos de su 'Rana Feliz'. En la taquilla de ... fichas, Manoli guarda un ojo sobre su hija mientras despacha entradas a 3,50 euros. Por primera vez en casi dos años, vuelven al coso del ferial Almanjáyar, a repartir felicidad y diversión entre los niños y adolescentes. Suena a Corpus, aunque le falta la música y la jarana de las casetas, que este año no vestirán de colores las calles tapizadas de albero.
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Alrededor de la 'Rana feliz' se mueve la gente. El columpio lo inauguró el alcalde de Granada, que acudió al recinto ferial de Almanjáyar para celebrar su apertura en estas festividades del Corpus granadino junto con los organizadores. «Las novedades de este año son que podemos trabajar!» exclama Víctor Fernández, presidente de la asociación de feriantes, pletórico. Además de eso, el recinto ferial de Granada cuenta este año con unas medidas covid extraordinarias. El perímetro se encuentra cercado y dispone de dos entradas y salidas custodiadas por un bote de gel y por agentes de seguridad. Por último, hay hora de cierre, establecido a las 23.00 horas, sin excusa y muy a pesar de los vendedores de comida, que se anuncian como los más perjudicados por el toque de queda.
Las grandes ausentes son las casetas. El modelo de Corpus viene a retratar el que muchos otros pueblos de Andalucía han impuesto para sus 'ferias' desde abril. Sin música alta, pero con las luces de siempre.
Luces que los hijos de Ignacio podían ver desde las ventanas de sus habitaciones los días anteriores durante las pruebas de iluminación. «Desde que vieron las luces me han estado preguntando todos los días que cuando venimos» suspira el padre entre una sonrisa. Son los niños los grandes protagonistas de la feria. Los pequeños inundan las avenidas del ferial, chillando y señalando con el dedo los columpios mecánicos que más les impresionan. Ante el contagio de sus risas, a los padres no les queda más remedio que desembolsar el dinero de los viajes de tiovivo, noria, olla loca, barco vikingo o cualquiera de las 42 atracciones instaladas.
Para dar respiro a esos padres están los puestos de vino dulce, o los asaderos de carne que desde temprana hora de la tarde tienen ya sus jamones girando y sudando sobre las brasas de fuego. A fin de cuentas, lo importante es que nadie sufra mucho mientras dure la feria. Ayer, curiosamente, casi se mezclaban las colas para vacunarse del pabellón Norte con las que había que hacer para montarse en las atracciones.
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