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La vida de la familia Romero ha cambiado en cuestión de unos días. Oliver, de dos años y medio, vivía feliz en México junto a sus padres, Alejandro y Lena. Hace un par de semanas empezaron a verlo raro, más cansado de la cuenta y ... sin ganas de comer. Una visita al hospital confirmó la peor noticia posible. Un tumor cerebral en grado III con mal pronóstico, acompañado de una hidrocefalia que dejó al pequeño sin hablar, sin andar, sin tragar. Así comenzó la odisea de esta familia con raíces granadinas, centrada ahora en trasladar al niño a España para que sea operado en Barcelona.
David Romero, tío del niño y dueño del Centro Buceo España La Herradura, explica que la acumulación de líquido dentro de las cavidades del cerebro de Oliver era el primer obstáculo. En la sanidad pública mexicana podían drenarlo, pero no contaban con los medios adecuados, había que alquilarlos. La familia inició una campaña de recaudación de fondos en redes sociales hasta conseguir los 2.800 euros necesarios. «El cirujano nos dio el número del proveedor de la maquinaria. El proceso salió bien y Oliver se encuentra mucho mejor, más contento. Pero el tumor sigue ahí, creyendo en una zona muy delicada, cerca del tronco encefálico», cuenta el tío del pequeño.
El primer paso fue satisfactorio, tocaba ir a por el segundo, el más complicado, extirpar el tumor. La sanidad pública mexicana no cuenta con medios como para abordarlo, y en la privada los gastos se disparaban. La única opción era venir a España, concretamente al Hospital San Juan de Dios de Barcelona, donde están dispuestos a intervenirlo, pero para trasladarlo en un avión medicalizado se requerían 196.400 euros. Ahí comenzó la segunda campaña de recaudación de la familia, que por suerte dieron por finalizada pronto tras un «milagro». «Un empresario español que vive en México vio nuestro llamamiento y se ofreció a pagarlo todo. Nos dijo que contáramos con él, lo que nos hiciera falta, sin mirar el dinero», cuenta David Romero. El pasado sábado hicieron la transferencia.
Cuando parecía que la solución estaba al alcance de sus manos, un nuevo contratiempo ha hecho tambalear el proceso. El avión estaba previsto que despegase este domingo, 23 de octubre, y que hubiera aterrizado ya en Barcelona, pero la empresa ha modificado la salida y no llegará hasta el miércoles. La familia está desesperada. «Son horas que restamos de las posibilidades que tiene de salir adelante, estamos peleando a ver si conseguimos que salga ya. La empresa alega que está buscando al personal y la maquinaria para trasladarlo con seguridad, pero cuando les contratamos ya habíamos pactado la hora. Si llegamos a saberlo buscamos otra empresa», lamenta el tío del niño.
Cuando llegue a Barcelona, le extirparán todo lo que puedan del tumor, intentando siempre no dañar el cerebro. La familia no pierde la esperanza, pero ahora mismo están en un sinvivir tras este nuevo «mazazo». «Cada minuto cuenta, si como dijeron los médicos le quedaban quince días de vida ya hemos gastado siete en trámites. No podemos esperar más, se nos va a morir aquí», añade David Romero. Oliver, ajeno al terremoto que hay a su alrededor, duerme plácidamente estos días. No entiende nada, solo sabe que quiere salir del hospital. Ojalá pueda abandonarlo muy pronto con destino Barcelona.
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