Covid en Granada
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Covid en Granada
Los lugares de Granada que transformó la pandemiaSergio González Hueso, Pepe Marín, Ramón L. Pérez y Alfredo Aguilar
Granada
Sábado, 11 de marzo 2023
Tres años después, Granada es otra. En marzo de 2020, el inicio de la pandemia del coronavirus llevó a decretar el estado de alarma, lo que provocó que la ciudad se llenara de estampas impensables. Durante meses, Granada, como el resto del planeta, se transformó por completo. Calles vacías, capillas convertidas en UCIs, pabellones enteros transformados en albergues o estaciones de ITV como centros de pruebas covid. En el tercer aniversario del inicio de la pandemia, visitamos esos lugares para constatar la enorme diferencia.
Pedro Sánchez decretó el 14 de marzo de 2020 el estado de alarma y restringía, al principio durante dos semanas, la libre circulación. Solo podían salir quienes tuvieran que trabajar en un empleo de los considerados 'esenciales'. La medida vació literalmente la ciudad. Ni vecinos ni turistas podían pasear, lo que dejó estampas para el recuerdo como el Patio de los Leones de la Alhambra sin un alma.
El metro o el autobús han pasado en estos tres años de estar semivacíos y de ser cajas de silencio a llenarse de nuevo, pero de gente de sonrisa oculta. El transporte público, taxis incluidos, ha sido el resquicio estético que se mantenía de la pandemia hasta febrero, que fue cuando por fin se levantó por parte de las administraciones la prohibición de llevar las mascarillas en su interior.
El inicio de la pandemia fue un punto de inflexión para los profesionales sanitarios. Un sentimiento de gratitud general recorría el pueblo, que de forma improvisada salió una vez a su balcón a aplaudir a sus nuevos héroes y ya nunca más se recogió durante los peores días. Era a las ocho de la tarde. Nunca se fue mejor vecino que entonces, ni nunca tuvieron tanta vida los balcones, que se convirtieron en postigos por donde escapar del aislamiento.
Las medidas para controlar el virus SARS-CoV-2 fueron duras. No solo vaciaron las calles, también lógicamente las carreteras, donde se llegaron a establecer controles férreos para hacer cumplir las distintas restricciones circulatorias impuestas por los gobiernos Central y Autonómico. El envés positivo es que nunca antes había habido tan pocos siniestros como en aquellos días extraños y dolorosos, donde pueblos pegados parecían estar separados por un océano.
Tampoco se libraron los bares de las restricciones. No obstante, llegaron a ser los más golpeados, pues sufrieron como casi ningún otro negocio las distintas limitaciones impuestas por las autoridades sanitarias. Muchos no lo soportaron y tuvieron que cerrar; otros, simplemente, se reconvirtieron cambiando barras por mesas o enviando su comida a domicilio. De entonces se recuerdan las imágenes de barras señalizadas, cancelas cerradas o camareros calculando la distancia entre mesas con escuadra y cartabón.
Entre las cosas más extrañas que han tenido que hacer los granadinos a lo largo de la crisis del coronavirus se encuentra sin duda tener que aguardar largas colas para entrar al supermercado. Una rutina que se impuso poco a poco hasta quedar completamente institucionalizada. Las restricciones llegaron hasta el mismísimo interior de estos establecimientos, que durante los meses más duros se convirtieron en el centro de la vida de las personas.
La cuarentena desnaturalizó muchos equipamientos públicos. Una de ellos fue el Palacio de Deportes, que sin actividad deportiva, paralizada por el virus, se convirtió en centro de transeúntes. Nadie podía estar en la calle. NADIE. Por eso los 'sin techo' que les pilló el virus en la capital fueron llevados a este lugar, que cambió la pelota y el ánimo deportivo, por camillas, mantas y vasos de caldo calientes. Allí se atendieron en los meses que estuvo abierto a casi 300 personas.
Que el mundo se volvió loco de repente se dejó notar de manera clara en instalaciones como la ITV de Peligros, donde se pasó de inspeccionar vehículos, a inspeccionar conductores. Así fue con motivo de la operativa de test masivos que se desarrolló por parte de las administraciones. Este lugar, que se tuvo que cerrar, volvió a abrir como laboratorio sanitario. Por sus calles siguieron entrando coches, pero no para mirar la suspensión o el líquido de frenos, sino para hacer pruebas diagnósticas por la ventanilla.
Los pabellones de la Feria de Muestras de Armilla (Fermasa) sirvieron de telón de fondo del ambicioso proceso de vacunación masiva contra la covid. Este lugar, que vivió días de verdadero frenesí, estuvo en funcionamiento durante siete meses de 2021. En ese tiempo en sus instalaciones se administraron cerca de 400.000 dosis, lo que fue clave para salvar la vida de muchas personas.
Tras un inicio algo lleno de contratiempos, en la primavera de 2021 el proceso de vacunación contra el virus puso la directa. Había dosis de sobra y muchos brazos en los que inyectarlas. Esto obligó a Salud a abrir un nuevo 'vacunódromo' en la capital. El Parque Norte de Bomberos liberó una zona de aparcamientos de vehículos para llenarlo de puestos sanitarios. Allí se suministraron 140.000 vacunas.
Los miradores de la capital se quedaron desérticos. IDEAL fotografió en su día espacios como San Nicolas totalmente vacíos, una estampa nunca vista. Asistimos a la 'puesta de sol más bonita del mundo' sin nadie que pudiera contemplarla, salvo el objetivo de nuestro fotógrafo.
Los periodos estivales eran relativamente tranquilos durante la pandemia, pues los contagios solían caer cuando crecían las relaciones en el exterior. Sin embargo, las medidas de prevención contra el virus también llegaron a las playas, donde se hizo obligatorio el uso de la mascarilla en la arena. También se limitó sus accesos con guardias de seguridad o se parceló el espacio de recreo, medidas ambas para evitar las aglomeraciones que tanto vigorizaban al SARS-CoV-2.
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