«Ahora me he dado cuenta de que ser madre es tener otra profesión»
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Proyecto a proyecto ha logrado cumplir su sueño de trabajar en lo que ha estudiadoy, además, se está doctorandoJavier F. Barrera
Viernes, 24 de enero 2020
«Cómo te cuento yo mifucking vida», te explica con sonrisa y actitud Vivian Benítez Hidalgo (Albaicín. Granada. 1975), enfundada en un outfit negro en la terraza del coworking donde trabaja como free lancC para la Administración pública. Ahí diseña cuestionarios para encuestas, investiga y ultima su doctorado mientras mira repetidas veces el móvil para que no se le pase la hora, que su vástago de apenas cinco añitos le espera a la salida del cole. Ytendrá hambre de comer y hambre de mamá.
Vivian prefiere utilizar a veces esas palabras en inglés para describir la vida que ha elegido, pero en un requiebro, devuelve el pelotazo y se explica nítidamente: «Soy freelance, investigadora, mujer, madre, trabajo en un coworking. Reúno todas las características para estar en precario en el mercado laboral. Las tengo todas. Pero ahí vamos, tirando palante. Y soy feliz, porque lo hago porque me gusta, porque tengo mucha flexibilidad para criar a mi niño. También lo hago porque me gusta, porque es mi estilo de vida, porque puedo vivir ahora cosas que no podré vivir en otros momentos».
Sirva el párrafo cual declaración de principios. También como un ejemplo de una persona que ha esquivado los lados oscuros del mercado y de la sociedad para lograr sus objetivos. Para ello, el camino ha sido empinado, como las blancas cuestas del Albaicín que la vieron nacer cerca de la iglesia de San José.
Estudió de chica en las Mercedarias del Realejo y en el Instituto Cristo Rey del Albaicín. «Vivía mucho en mi barrio. No salía por la noche pero quedaba con mis amigas en la calle, nos sentábamos a hablar. Íbamos a San Nicolás a leer porque no había gente, a la biblioteca a estudiar, comprábamos chuches. Todo muy diferente. Había silencio, gente paseando y nosotras con los libros. Eso ahora es imposible».
El salto que toca ahora es a la Universidad de Granada, donde se sacó la licenciatura doble, en Ciencias Políticas y Sociología. «Lo hice por estudiar la carrera, nunca pensé en trabajar luego en ello». Ahí estaba un poco equivocada.
Termina la UGR en 1998. Tiene 23 años. Hoy ya han pasado 21 años y a Vivian ha acumulado cientos de experiencias. «Tuve la suerte o la mala suerte de encontrar trabajo rápido. Digo mala suerte porque te crees que ya está hecho. Yno». Tras pasar por el Instituto Nacional de Estadística, decide parar a tomar aire y se busca un trabajo estable en una gran almacén. «Fue un intento de 'quiero hacer algo con mi fucking vida'. Tenía 25 años. Trabajaba en joyería. Y mientras, hice los cursos de doctorado».
Hace diez años, retomó su trabajo como socióloga y empezó a trabajar con la Administarción pública como autónoma, como free lance. «He trabajado en temas de humanización del parto, diseñando cuestionarios para la implicación paterna en el proceso de nacimiento dentro de los servicios sanitarios. Es decir, qué papel hay que darle al hombre dentro del parto para que se implique en la crianza. Lo que hago es diseñar cuestionarios y luego conozco los resultados. Pero no hago los análisis».
También estudia la conciliación. «Se trata de la doble presencia, concepto sociológico de la carga que tiene la mujer en la casa y en los sistemas sanitarios, que es un sector feminizado, sobre todo en enfermería, que se dedica a los cuidados. Y tienes los cuidados en el hospital, más los de tu casa, más los mayores. Entra dentro de los riesgos laborales porque desgasta un montón la saud».
Humanización del parto, la conciliación, y una tesis doctoral sobre el impacto del desempleo de larga duración en la salud durante la última crisis económica, la Gran Depresión. En el camino, Vivian reconoce que ha aprendido. Mucho. Por ejemplo, «cuando veía hace unos años esto de qu eponían 'mamá de dos niños y ingeniera', yo me preguntaba que por qué ponían lo de madre. Ahora me doy cuenta que sí, que es otra profesión. Ytienes que ponerlo grande y claro».
Vivian recuerda un Albaicín que ya no existe.«Cuando yo empiezo a tener recuerdos el Albaicín era… (y se interrumpe)Nunca he hecho vida en el Albaicín, hacía vida en el Realejo donde tenia el cole, las Mercedarias. El Albaicín era un sitio vacío, despoblado y con el problema de los yonquis en los ochenta. Calderería era un sitio de trapicheo y fueron unos años muy oscuros. Mis primeros recuerdos de la Calderería son de un barrio con todo tipo de comercios que luego desaparecieron y llegó la heroína, con los tirones. Fueron años feos y luego se volvió otra vez superbonito. Me acuerdo de los primeros años de las teterías, los noventa, era muy diferente a lo que es ahora, pero empezó a florecer. Ya tener vida».
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