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Las familias de Paola y Carla posan con ellas en el hospital. ramón l. pérez

La magia de oír el mundo la primera vez

Día Internacional del Implante Coclear ·

El Hospital Clínico San Cecilio, referencia en Andalucía de este tipo de intervenciones, ha cambiado la vida a decenas de personas que sufrían hipoacusia

Álvaro López

Granada

Jueves, 25 de febrero 2021, 00:37

Paola es un torbellino. No puede parar. Todo lo que le rodea es un estímulo constante y hasta es capaz de imaginarse una rayuela en el suelo sobre la que salta. Uno, dos, tres y vuelta. Se arranca incluso con el inglés: «One, two, three». Toca las baldosas y disfruta del sonido que hacen, señalándoles a sus padres que ahí está el ruido. Ese que hace tan solo dos años no podía oír y que ahora, con apenas cuatro, vive con ella gracias al doble implante coclear que le colocaron en el Hospital Clínico San Cecilio del Parque Tecnológico de la Salud (PTS) de Granada, referente en Andalucía en este tipo de intervenciones. La magia de escuchar el mundo siendo sorda.

Su caso no es el único, porque el trabajo de los sanitarios y especialistas de este centro hospitalario les ha regalado el sentido del oído a decenas de personas. Pero sí es un ejemplo de lo que ha avanzado la medicina en Andalucía. Como ella, Carla, de solo dos años, también tiene un doble dispositivo coclear que le permite ser como cualquier niño de su edad. La pequeña, de origen almeriense, es también una paciente especial, porque ha sido la primera andaluza en operarse simultáneamente de los dos oídos para que le coloquen los implantes.

Aunque las dos eran niñas sordas, no se les puede calificar exactamente como tales porque ambas sufren una dolencia llamada hipoacusia, que se manifiesta en diferentes grados y que, a diferencia de la sordera total, se puede superar con audífonos u operaciones de este calibre para implantar un dispositivo que permita oír. Lo que les ocurre a estos pacientes es que tienen muy poca capacidad auditiva, pero tienen cierto margen, por pequeño que sea, para poder escuchar.

Sin embargo, la realidad de quienes sufren hipoacusia severa, como Paola o Carla, es que no pueden oír prácticamente nada y en su etapa de crecimiento esto es una barrera de desarrollo muy difícil de superar.

Como la vida depende de ello, el milagro de poder escuchar por primera vez no se ha detenido ni siquiera durante la pandemia de la covid-19. La Unidad de Hipoacusia e Implantes Cocleares del Hospital Clínico San Cecilio del PTS, que ha alcanzado ya las 1.400 intervenciones de este tipo desde que en 1989 iniciase su actividad, puso 54 implantes en 2020, de los cuales diez fueron bilaterales simultáneos. Es decir, se colocaron en los dos oídos en la misma operación. Un trabajo minucioso y complejo, que es muy reciente.

Técnica reciente

Según explican los especialistas de esta unidad a IDEAL, hasta 2019 no se permitían este tipo de intervenciones porque se asumía que se corría un riesgo si la operación no salía bien y, si se perdía un oído, que no se perdiese el otro. Sin embargo, la presión de sanitarios y asociaciones llevó a que se aprobase este nuevo protocolo.

En buena medida, porque para llevar a cabo estas cirugías hace falta contar con un equipo multidisciplinar muy amplio. Desde logopedas hasta otorrinos, que son quienes realizan la intervención quirúrgica. En el caso del Hospital San Cecilio, José Luis Vargas es el responsable de Otorrinolaringología para implantes cocleares. El experto destaca que el hecho de poder realizar una cirugía simultánea en los dos oídos es muy importante: «La evolución de los pacientes es mucho más rápida que con un solo oído, porque tienen una mayor discriminación hacia ambientes ruidosos y pueden localizar el ruido por los dos».

Desde un punto de vista técnico, estos implantes son muy complejos. Tanto que su explicación científica resulta difícil de plasmar. Cada uno puede llegar a costar alrededor de 11.000 euros.

Al respecto, José Luis Gómez, responsable de la Unidad de Hipoacusia, explica que el aparato que se adhiere a los pacientes es «un dispositivo electrónico que recoge la señal acústica que el paciente no oye y la transforma en impulsos eléctricos que se administran al oído interno a través de otro dispositivo electrónico». «Con eso se consigue que un paciente que no oye, totalmente sordo, pueda superar esa dificultad que influye negativamente en sus habilidades sociales y en su crecimiento como persona», añade Gómez.

Por otro lado, aunque la cirugía es «delicada» y requiere de mucha «coordinación», Juan Martín Lago, especialista en Otorrinolaringología del hospital, destaca la amplia experiencia que tienen en este campo y que les permite tener un porcentaje elevadísimo de éxito en sus intervenciones quirúrgicas y en el trabajo posterior que hacen logopedas como José Pineda, que acompaña a los pacientes desde que son sordos hasta que reaprenden su mundo. Prueba de ello son las pequeñas Paola y Carla, pero también Fran y Cherif, dos jóvenes que rondan los treinta años y que llevan dos décadas con un implante coclear.

Los dos trabajan juntos como enfermeros y, aunque reconocen que el año de la pandemia ha levantado una nueva barrera por el uso de las mascarillas, afirman que el implante es vital para ellos. Cherif no olvida la primera vez que escuchó cuando, saliendo del hospital, escuchó cristales rompiéndose y se asustó. «Pensé que era una bomba, porque nunca lo había escuchado antes».

Estos pacientes también destacan que los implantes tienen un problema relacionado con su coste. Como tienen una tecnología tan sofisticada, cualquier avería o rotura es muy cara y no la cubre la Seguridad Social. Eso fue lo que le pasó a Cherif en 2016, cuando se quedó un año sin poder escuchar. «Es muy importante que la gente sepa lengua de signos y que, aunque tengan un implante, no dejen de estudiarlo, por si les sucede algo así, que puedan comunicarse», argumenta.

Fran, Cherif, Paola y Carla. RamÓn L. Pérez
Imagen principal - Fran, Cherif, Paola y Carla.
Imagen secundaria 1 - Fran, Cherif, Paola y Carla.
Imagen secundaria 2 - Fran, Cherif, Paola y Carla.

Una vida normal

Más fácil lo tienen Paola y Carla. Cada una tiene un implante en cada oído y, por lo tanto, el doble de oportunidades de oír mejor y evitar problemas. Manuel, padre de Carla, se deshace de felicidad viendo a su pequeña reconocer su entorno a través del oído. «Actualmente está en su proceso de adaptación del implante, pero vemos que va muy bien. Está consiguiendo hablar, está escuchando y hace vida normal», explica el padre de la niña.

Reconoce que antes de la intervención tenían mucha incertidumbre, angustia y tristeza. «Pensábamos que su sordera era un problema que no se podía salvar, pero con esta tecnología se ha conseguido que pueda entender y, aunque de momento va lento todo, ha mejorado una brutalidad su calidad de vida».

La casualidad quiso que su hija recibiese los dos implantes justo antes de la pandemia y del estado de alarma, por lo que el trabajo posterior de adaptación lo vivieron juntos en casa. «Ha sido muy entrañable», resume Manuel.

Algo parecido a lo que han experimentado los padres de Paola, Cristina y Pablo, naturales de Málaga. A ambos les delatan sus ojos de felicidad viendo a la niña corretear mientras cuentan lo que les ha supuesto todo esto. «Paola siempre ha sido una niña muy especial. En la guardería no se creían que era sorda, porque interactuaba sin problemas». Con un maravilloso mundo por descubrir, la niña pudo empezar a disfrutarlo gracias a los implantes que hoy le hacen llevar una vida completamente normal.

«A veces se nos olvida que es sorda», admiten sus padres. Es normal, porque la pequeña, como todas las personas que tienen un dispositivo coclear, se lo quita para bañarse y dormir, pero incluso entonces sigue siendo capaz de interactuar. «Sabe leer los labios perfectamente».

Y es que a Paola se le ve que es especial hasta en la manera de sonreír y sus padres lo confirman con alegría pura en sus rostros: «Los implantes han sido el mejor regalo que hemos podido tener».

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