Sábado, 3 de julio 2021, 01:05
En las primeras semanas del mandato, el portavoz municipal de Unidas Podemos, Antonio Cambril, aseguró que «la fotografía del principio no tendrá nada que ver con la del final». El responsable, al que le avalan 40 años de trayectoria periodística, acertó a pesar de que ... ayer el salón de plenos devolvió una imagen prácticamente igual a la de aquel 15 de junio en el que arrancó la era Salvador.
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La sala volvió a lucir las galas para despedir al alcalde, que decía adiós a 748 días de gobierno. No estaba la histórica jarra de los caballeros veinticuatro, con la que los ediles se reencontrarán en cuatro días. Sin embargo, pesaba en el ambiente la misma tensión provocada por la incógnita en la que está sumida la identidad del futuro regidor.
Como hace dos años, el salón volvió a poblarse de políticos y periodistas. La pandemia había arrebatado a la ciudad hasta eso. Tras meses de plenos telemáticos, los corporativos recuperaban una presencialidad que hace más fácil –y llevadero– el debate y que siempre deja imágenes curiosas.
Fueron muchas este viernes. La más llamativa, quizá, la distribución de los ediles tras los cambios producidos en los grupos estos últimos meses. Sebastián Pérez, ahora entre los no adscritos, estrenó sitio en el extremo opuesto al que ocupan sus antiguos compañeros del PP. Junto a él, Manuel Olivares y Lucía Garrido, los dos concejales que abandonaron el grupo de Ciudadanos y que repetían en el mismo lugar del que se levantaron una semana antes en protesta contra Salvador. Enfrente volvieron a juntarse los tres ediles de Unidas Podemos, que no participaban de manera presencial a la vez desde antes de la llegada de la covid.
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En la presidencia, remarcaba la excepcionalidad del momento la ausencia del habitual tercer sillón que, en este mandato, fue ocupado indistintamente por Sebastián Pérez y por Luis González. Ambos se cruzaron miradas segundos antes de la sesión que fueron captadas por los fotógrafos.
Con la presencialidad, volvieron los corrillos que son la sal de la vida política granadina. Se disfrutaron los de Manuel Olivares y César Díaz, que compartieron breves palabras antes de comenzar. También los de Onofre Miralles, Francisco Puentedura y, de nuevo, Manuel Olivares, que tenían como fondo la situación que vive el Ayuntamiento.
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Salvador llegó después de que la campana avisara de que se habían sobrepasado unos segundos de la una y media de la tarde. Acompañado por José Antonio Huertas, su único apoyo, y varios de sus asesores más cercanos, fue rodeado por una nube de fotógrafos que registraron cómo ocupaba la presidencia como alcalde por última vez.
El dirigente arrancó una sesión histórica que contaba únicamente con dos puntos. La ratificación de la urgencia del pleno y la toma de conocimiento de su renuncia voluntaria. El primero de los asuntos fue aprobado por asentimiento. El segundo lo aprovechó para despedirse del bastón de mando. Más recompuesto que el jueves, cuando anunció su marcha, el todavía primer edil leyó la carta que dedicó a los granadinos para explicar sus razones.
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Glosó una Granada «elegida, con un enorme patrimonio y una historia precursora de hitos mundiales» que «debía despertar y salir a competir». Aseguró que, con la «complicidad colectiva», arrancó un proyecto «a corto, medio y largo plazo» que articulase de manera «integral» a la ciudad. El edil, no obstante, reconoció que ya desde el comienzo «nada» fue «fácil» y remarcó la incidencia de la pandemia, «un virus cruel» que generó «cargas muy duras».
El dirigente, pese a todo, destacó los logros del bipartito y remarcó que Granada «hoy es respetada». No obstante, aprovechó para atizar a sus antiguos socios, a los que afeó que abandonasen «su responsabilidad con los granadinos». También cargó contra los dos exmiembros de Ciudadanos por «traicionar» el voto.
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Sus últimas palabras fueron de agradecimiento y afecto. A Huertas, por su lealtad, y a los granadinos, a los que reconoció su «tristeza» por «no poder llevar esta ciudad a las cotas que están en mi cabeza». Para el final, dejó un mensaje. Unión. La palabra retumbaba aún en el salón cuando, cerrada la sesión, los ediles se despidieron hasta el próximo miércoles, cuando escojan a su sucesor.
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