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ENCARNA XIMÉNEZ DE CISNEROS
Granada
Lunes, 11 de marzo 2019, 21:13
Ya les conté la vinculación que Jerónimo de Gregorio y Monmeneu tiene con Granada, donde ya ha vivido en distintas etapas. Su padre fue ... el último general jefe de la División Guzmán el Bueno y deseó –y consiguió– que el Madoc se quedara aquí. Ahora el nuevo teniente general jefe es su hijo, que ayer estuvo arropado por parte de su familia. Conocí a su esposa, Olga Esteban –aquí pasaron su luna de miel–; a sus hijos, Cristina y Jerónimo, su yerno Mario, su nuera Elena y dos preciosos nietos, Carolina, de casi dos años –que se echaba en los brazos de su abuelo sin preocuparse del protocolo–, y Lucas, de ocho meses. Por lo que pude enterarme, la familia crecerá dentro de poco. Algo que alegrará a todos y también a la madre del nuevo jefe, Josefina, que compartió el momento con otro de sus hijos (son cinco en total), José María y su nieto, del mismo nombre.
Y es que ayer, el teniente general tomaba posesión de su cargo, con la presidencia del general de Ejército, JEME, Francisco Javier Valera, que le felicitó deseándole lo mejor. «Pedazo de destino», le dijo tras el juramento, «merecido por una espléndida carrera», añadió. Lo hizo delante del equipo al que, desde ahora, Jerónimo de Gregorio va a coordinar «con un estilo de mando directo y cercano» y con «una lealtad bidireccional». Anunció algunas de las líneas de trabajo que va a llevar a cabo para conseguir que el Madoc sea el motor de la transformación, con los mejores profesionales, y promoviendo la calidad como forma de llegar a la excelencia.
Convencido de «volver a casa», De Gregorio prometió entrega, entusiasmo y dedicación y quiere involucrar más aún a la institución con la sociedad granadina. Le escuchaban los generales Amador Enseñat y Antonio Ruiz Benítez, además del general secretario general, Miguel Ballenilla. Por allí estaban también Pedro Lendínez y Pepe de la Torre, además del equipo de comunicación que, como siempre, lo pusieron muy fácil a los medios. Y es de agradecer. Y también saludé al pater Francisco Nistal.
Acudieron el teniente de alcalde del ayuntamiento, Baldomero Oliver; el presidente del TSJA, Lorenzo del Río; la fiscal superior Ana Tárrago; el presidente de la Audiencia, José Luis López –charlamos del brillante pregón de la Semana Santa que el domingo nos regaló Álvaro Barea–; el presidente del Consejo Consultivo, Juan Cano; el delegado del Gobierno Andaluz, Pablo García; la subdelegada del Gobierno de España, Inmaculada López; el secretario general de la UGR, Pedro Mercado; los máximos responsables del Patronato de la Alhambra, Reynaldo Fernández, y de Cetursa, María José López; el director de IDEAL, Eduardo Peralta, y Ramón Uribe, de la Maestranza de Granada; sin que faltaran otras autoridades militares y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Me queda lo justo para explicar de dónde viene lo de la buena estrella –aparte de las felices coincidencias que les he narrado–. Ayer era 11-M. Cuando ocurrió la tragedia de aquel día, hace quince años, el hoy teniente general vivía en Alcalá de Henares, de donde procedían los cuatro trenes atacados y que él debía haber cogido aquella jornada tan negra. Debería, pero el día antes había llegado a Granada para participar en un curso y decidió quedarse aquí y retrasar su vuelta. Piensa que eso es tener buena estrella. Y la quiere compartir ahora con Granada.
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