Voluntarios granadinos que acudieron a Valenciar a ayudar en las tareas de limpieza Pepe Marín

Las manos granadinas que ayudan a limpiar Valencia

Voluntarios relatan los días y trabajos que han desempeñado en los municipios afectados por las riadas que ocurrieron hace una semana

Jueves, 7 de noviembre 2024, 00:26

A los voluntarios granadinos que han ayudado en las labores de limpieza de Valencia por los daños ocasionados por la DANA aún se les eriza la piel cuando recuerdan lo que han visto. Sin embargo, aseguran sin ninguna duda que volverían a hacerlo. Cada uno ... de ellos se ha puesto a disposición de los afectados con un mismo objetivo: aportar su granito de arena y trabajar en primera línea de la catástrofe para aliviar la situación en la medida de lo posible. Francisco e Ingrid partieron desde Monachil con otros compañeros como voluntarios de Protección Civil. Sócrates fue uno de los muchos bomberos de Diputación de Granada que se ofreció desde el primer minuto a echar una mano.

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A él se suma Andrés, también bombero del Ayuntamiento de Motril. Carlos y José, conductores de camión, fueron los encargados de llevar hasta Utiel y Chiva las decenas de toneladas de comida que se recaudaron en el parque de las Alquerías de Granada el pasado sábado. Rubén se unió a esta ola de solidaridad y sumó un autobús cargado con más de 40 voluntarios y material de limpieza a rebosar para llegar hasta Aldaya. Alberto acudió a entregar enseres y al parecerle esta acción insuficiente, partió con su hermano hasta Alfafar para convertirse también en una de las miles de personas que se han desplazado hasta Valencia para brindar su ayuda.

La imposibilidad de quedarse de brazos cruzados, el pensamiento de que el día de mañana podrían ser ellos los afectados y una motivación altruista fue lo que les llevó a mancharse de barro y trabajar codo con codo con los damnificados. «Nadie se imagina lo que hay allí hasta que lo ve en persona», cuentan. Hablan de una destrucción absoluta, de kilómetros y kilómetros cubiertos de fango. La imagen de lo que vieron, cuentan, se asemeja al paso de un tsunami que en este caso nació en las montañas. Pueblos enteros devastados en los que han pasado días eliminando barro, matorrales y agua del interior de las casas y garajes. Solo paraban cuando caía la luz del sol porque la falta de corriente eléctrica les impedía continuar con los trabajos.

Tras ver la necesidad de agua y comida cubierta, todos coinciden en la misma idea: lo realmente necesario ahora son manos que ayuden a seguir limpiando y maquinaria con la que se puedan retirar los restos de barro y demás escombros. Sócrates y Andrés, bomberos, ayudaban a achicar agua e inspeccionaban los vehículos en busca de heridos.

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Ingrid y Francisco, de Protección Civil, improvisaron un puesto de alimentos con aquellos productos que tenían para su propio consumo y que no necesitaban. «Hemos visto la mejor cara del ser humano en medio de una catástrofe», expresan. Ellos mismos se sorprenden del despliegue de voluntarios que llegaron. Hablan de una calidad humana en la que los damnificados les acogieron para dormir en sus casas y con la que les ofrecían lo único que les quedaba. «Allí solo se observaba vulnerabilidad, cansancio y desesperación», añaden. No exageran cuando manifiestan que nunca antes habían visto una devastación de estas dimensiones .Ofrecían su mejor sonrisa, abrazaban a desconocidos que lo habían perdido todo mientras consolaban los llantos y lamentos de quienes no sabían cómo seguir. Ellos mismos admiten que hubo momentos en los que les fue imposible no venirse abajo. Después, continuaban con su función. «La gente paraba cinco minutos para llorar y luego seguía con las labores de limpieza», declaran.

Agradecimiento infinito

En mitad de toda la tormenta, el agradecimiento les ha dado un atisbo de luz. Alberto se emociona cuando narra su vivencia. Su voz se entrecorta mientras recuerda con impotencia la situación que todavía padecen los ciudadanos valencianos.

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No obstante, expresan que nunca nadie les ha agradecido nada como a ellos lo que han hecho en Alfafar, Aldaya, Paiporta, Chiva, Catarroja o Utiel. Las gracias les llegaron en palabras, pero también en forma de risas, abrazos, miradas, lágrimas, gestos y aplausos. Así lo sintieron Sócrates y Andrés con el adiós de los dibujos de los niños de las localidades en los que ellos estuvieron. Y así lo compartieron también los miembros de Protección Civil de Monachil cuando los despidieron con una gran pancarta en la que una familia les mostraba su cariño. Tras su vuelta, a todos les pesa no haber podido estar más tiempo. Hablan de las semanas de trabajo que aún quedan y se lamentan de no haber podido ayudar más. Pero ya piensan qué más harán para que el pueblo valenciano pueda volver a la normalidad.

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