Calle del poblado de Los Bermejales. A. A. M.
Opinión

Pantano de Los Bermejales. Un pueblo silenciado

Y llegó la epidemia de la España despoblada por la carretera de las falsas oportunidades. Se quedaron solas las calles y se vaciaron las escuelas

Manuel Fernández Guzmán

Presidente de la Agrupación Pantano Avanza-Asociación de vecinos del Pantano de Los Bermejales

Martes, 24 de septiembre 2024, 00:46

Desde esta atalaya contemplamos el agua sosegada mientras cae la tarde en el misterio del silencio. A lo lejos un perro aúlla perdido y sin amo.

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Sirva este artículo para localizar el problema más difícil con el que nos enfrentamos en la época actual dentro ... del mundo rural. Siete de cada diez municipios pierden población en nuestro país. De forma más acelerada, los pequeños núcleos rurales, es nuestro caso. Las personas mayores aumentan en número y proporción. La falta de renovación generacional y ese envejecimiento de los progenitores son elementos básicos que explican la situación del mundo rural en general y de nuestro pueblo en particular. Somos un ejemplo de la España despoblada, nuestro pueblo ha perdido el 75% de su población en los últimos 30 años. La sangría demográfica tiene relación directa con el mercado laboral, la falta de trabajo nos lleva a una espiral de pérdida progresiva de habitantes.

El futuro irá acompañado de la construcción de un modelo en el que se tengan en cuenta factores culturales, sociales y económicos. El cambio de actitud de las administraciones, la inmigración turística, la inversión privada y la mejora de los servicios, supondrán una bocanada de aire fresco y la entrada de un viento nuevo que despierte y revierta el estancamiento poblacional y la falta de relevo generacional. Cambiar la situación actual resulta necesario y precisa de una política específica. Hay datos esperanzadores, indicios recientes de que la situación puede revertirse. A diferencia de otras zonas rurales, nuestro pueblo cuenta con acicates y alicientes naturales para salir de la situación descrita.

Las viviendas que sirvieron de hábitat a toda una generación, ahora son derribadas por unos políticos y funcionarios desalmados

Los Bermejales, anejo de Arenas del Rey, nace en la década de los cincuenta y se consolida con un aumento de población hasta los últimos años del siglo pasado, comienza su declive poblacional con el auge de las ciudades y la migración que se produce desde los pueblos hasta las capitales de provincia en busca de oportunidades de trabajo que mejoren las difíciles condiciones de vida del campo andaluz y, por ende, de las pequeñas poblaciones que se dedican, casi exclusivamente, a las tareas del campo. Hasta ahora nada nuevo. Pero nuestro pueblo además suma otra causa, el nacimiento y auge de la población vino con la puesta en marcha del pantano; numerosos trabajadores fijan su residencia en el poblado recién construido, y en torno a él se instalan muchas otras familias que empiezan a construir un verdadero pueblo y una pequeña sociedad ahora añorada.

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La política de jubilaciones y los intereses económicos y empresariales llevada a cabo por la CHG hace que el número de empleados se reduzca de forma alarmante, de manera que la misma empresa que contribuye al nacimiento del pueblo, ahora es 'culpable' de nuestro declive. Las viviendas construidas en su día y que sirvieron de hábitat a toda una generación, ahora son derribadas por unos políticos y funcionarios desalmados que en la mayoría de los casos están de paso ocupando un puesto en Sevilla y que desconocen el enclave y el problema de despoblación que nos atañe. Menos aún, les preocupa la historia del pueblo, nuestras vivencias, nuestros sentimientos, la vida de la gente, sus problemas o sus deseos de volver a emprender una nueva etapa en un lugar calificado de ensueño por los vecinos extranjeros que se instalan entre nosotros. En sus manos estaría solucionar el problema de la vivienda, pero lejos de eso, vuelvo a repetir, las derriban.

El punto final de esta disminución de población supone el cierre de nuestra añorada escuela

Todo lo dicho nos lleva a la pérdida de servicios públicos y, en nuestro caso, el cierre de tiendas y bares que mantenían un mínimo de vida social y de contacto entre los vecinos. El punto final de esta disminución de población supone el cierre de nuestra añorada escuela en el curso 2017/2018. Vivir no es sencillo en un pueblo pequeño que depende de otro al que tampoco le sobran los recursos. La despoblación afecta a la economía y a la calidad de vida de los pocos valientes que, en su día, decidieron quedarse y adaptarse a una vida casi monacal. Si las oportunidades de trabajo siguen concentrándose en las ciudades y entornos urbanos la vida de los pueblos corre serio peligro, por más que la naturaleza y sus múltiplos beneficios saludables nos muestren un camino que no siempre queremos coger. En Los Bermejales sólo los nostálgicos volvemos a fijarnos en un tiempo pasado, los que tuvimos la suerte de crecer en ese entorno en el que los relojes no tenían prisa y las horas las marcaban el tiempo de juego que la calle repartía. Así crecimos, sin contaminación, sin tráfico, rodeados de pinares verdes y playas naturales. Vivíamos con calma y alejados del estrés que ahora retroalimenta la vida en las ciudades.

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Ahora muchas personas quieren aprender a vivir de manera rural, a vivir despacio agarrándose a la tierra y a las estaciones que ésta reparte y dispone, a relacionarse con gente sencilla que aprendió a vivir sin prisas, sin reloj y sin competencia. Al pueblo hay que venir con la mente abierta y las manos libres, libres de las ataduras caprichosas y consumistas de las ciudades, a cambio se asegura la comunicación verbal con los vecinos y una mejor calidad del aire. Aquí se aprende a valorar las pequeñas cosas, a escuchar a los pájaros, a bajar el nivel de consumo innecesario, aprendemos que tener menos a veces llena más.

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