Jueves, 10 de septiembre 2020, 11:06
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El estrés y la preocupación de padres y profesores por las medidas de seguridad y la ilusión de los niños por volver a las clases con sus amigos después de seis meses se mezclan esta mañana en el inicio de curso más difícil al que ... jamás se ha enfrentado Granada, el del año del coronavirus. Los 82.057 alumnos de Infantil, Primaria y Educación Especial de la provincia se están incorporando hoy a las clases, desde las nueve de la mañana de forma escalonada, con las mascarillas obligatorias bien colocadas y portando mochilas en las que además de los libros y la merienda han tenido que incluir el gel hidroalcohólico, la mascarilla de repuesto o la botella de agua propia porque en este curso, excepcional en el amplio sentido del término, no funcionarán ni las fuentes.
No están volviendo todos en este septiembre de mascarillas y polémica en el que los frentes de problemas se multiplican para la delegación de Educación en Granada que tendrá que gestionar las convocatorias de huelga para exigir más medidas de seguridad, protestas por el número de alumnos en clase o la rebelión de padres que se niegan a llevar a los niños al cole en puntos tan dispares como las Gabias, Alhendín, Dúrcal, Híjar o Almuñécar.
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En mitad de este preocupante escenario, la rutina y la educación presencial luchan por imponerse en centros como el CEIP Federico García Lorca, en el granadino barrio del Zaidín, donde IDEAL ha vivido esta mañana una vuelta al cole marcada por los nuevos protocolos de seguridad.
«Sentimos una mezcla de nervios, ilusión e incertidumbre, esto es nuevo para todos», resumía Antonio, profesor de Música del centro que ha recibido a los primeros en entrar, los niños de quinto y sexto de Primaria y les ha ayudado a desinfectarse las manos con gel hidroalcohólico.
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El acceso de los 'mayores' de cole, ordenado por filas, ha sido un éxito. «A ver los pequeños, todo está yendo mejor de lo esperado incluso», dice feliz el director del centro, Dimas Martín.
Los 330 alumnos del Federico García Lorca van a acceder por tres distintas puertas y de forma escalonada, con intervalos de diferencia de una hora entre las diez de la mañana y las doce del mediodía. Esta es una de las medidas generalizadas que contemplan todos los protocolos de seguridad para tratar de preservar las distancias.
Así, los primeros en llegar, a las diez de la mañana, siguiendo el plan organizado por el centro han sido los alumnos del tercer ciclo de primaria (5º y 6º curso) que han entrado por la puerta de la Avenida de Europa. Una hora después lo va a hacer el segundo ciclo (3ª y 4º) por el mismo acceso y a las doce del mediodía se incorporarán los alumnos del primer ciclo (primer y segundo curso) accediendo por la puerta de la calle Poéta César Vallejo. Los más pequeños, los de Educación Infantil, así como los alumnos de educación especiaL del centro, que cuenta con dos aulas de autismo, van a entrar también al mediodía de forma paralela, por la calle Mira de Amezcua, evitando el contacto con los de Primaria.
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Los padres no han pasado de la puerta del recinto escolar. Es otra de las grandes diferencias de este atípico curso. En el caso de este colegio del Zaidín, el área de parque existente en la Avenida Europa ha facilitado la llegada de las familias al colegio y la espera de los padres.
Una vez dentro, los pequeños se están encontrado un colegio muy distinto al que dejaron el pasado 13 de marzo, empezando por el patio dividido con cintas que marcan distintas áreas, para los recreos sectorizados, hasta las señales del interior o los circuitos que tienen que garantizar, por ejemplo, que un niño de infantil no se cruce con otro de Primero o segundo en toda la jornada escolar.
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La de hoy, 10 de esptiembre, es la primera prueba de fuego que permitirá testar si los protocolos diseñados por los directores de los centros durante el verano funcionan e ir puliendo detalles.
El director del colegio, Dimas Martín, presidente en Granada de Asadipre, la Asociación Andaluza de directores de Colegios de Infantil, Primaria y Residencias Escolares, explica que la «intranquilidad y la preocupación» son inevitables en este inicio de curso pero «todo está controlado y confiamos en que salga de la manera posible».
En el otro extremo de la ciudada, en Paseo de Cartuja, la situación es similar. Los grupos de amigos se reencuentran y la comunidad docente estrena un protocolo en el que han trabajo durante las últimas semanas. El amplio patio tiene ya itinerarios para todos los cursos. Los niños de Educación Infantil, de 4 y 5 años, son los primeros en acceder. Les seguirán los de primero de Primaria y así escalonadamente. El acceso principal al centro será peatonal para que los padres puedan esperar, con suficiente separación, a que les toque entrar a cada uno de los alumnos.
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Javier Lorite es el director del colegio Cristo de la Yedra. Está «muy animado» y con ganas de poner en práctica los protocolos que se han configurado. No cree que haya que limitar las relaciones entre los niños. «Hay que transformarlas», dice. Los maestros y profesores aprovechan para explicarles las nuevas rutinas a los cientos de niños que retomarán las clases en este centro.
Según la última información disponible anoche por parte de Educación, sólo en los municipios de Darro y Pinos del Valle se aplaza el inicio del curso escolar hasta que las autoridades sanitarias lo determinen. Sólo algunas clases concretas, como una de Educación Infantil en el colegio Nuestra Señora de las Angustias de Huétor Vega, se retrasa unos días por el positivo de un docente, aunque el resto del centro arranca con normalidad a partir de este jueves.
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Todas las incidencias se estudiarán y resolverán en el comité creado por la Junta para valorar cada positivo o cada duda que se presente en los centros escolares. Representantes de Educación y Salud trabajarán juntos para resolverlas.
Y si algo suele marcar también la vuelta al colegio son los atascos, algo que no ha aparecido por el momento.
En el caso de la capital, ha habido algunos momentos de tráfico denso, pero sin llegar a producirse aglomeraciones. Aasí lo explicaban desde la Policía Local de la capital, que ha destinado 21 agentes a controlar el tráfico de los 'puntos negros' de la ciudad. «La gente se está acostumbrando a usar el carril de tráfico reservado hasta las 9 de la mañana en Severo Ochoa. El ciudadano que quiera usar el carril amarillo puede hacerlo hasta las 9 de la mañana, a partir de esa hora, pueden usarlo solo los autobuses, bicicletas, patinetes, motocicletas y ciclomotores, respetando el límite de 30 kilómetros por hora», recordaba el inspector de Tráfico, Álvaro Martín.
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