Lunes, 17 de febrero 2020, 11:47
Un lluvia de plomo arruinó las fiestas de la localidad de Guadahortuna (ubicada a 60 kilómetros de la capital granadina) la madrugada del 15 de septiembre de 2017. Sonaron once detonaciones en la noche y no eran cohetes, aunque eso fue lo que creyeron ... algunos vecinos en un principio. El lanzamiento de petardos es habitual en las ferias. Pero eran tiros yocho de ellos iban dirigidos contra una pareja de la Guardia Civil del municipio. Ambos agentes resultaron heridos. A uno le alcanzó un proyectil en el abdomen y tuvo que someterse a una intervención quirúrgica. El otro sufrió una contusión en una pierna provocada por una bala rebotada. Una vivienda amaneció con varios impactos de arma de fuego.
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El presunto autor del atentado es un hombre nacido en Guadahortuna que está entre rejas desde que ocurrió el suceso. Se sentará en al banquillo de los acusados de la Audiencia el próximo 2 de marzo para responder de la supuesta comisión de los delitos de tenencia ilícita de armas, homicidio en grado de tentativa y lesiones. En total, el ministerio público solicita para él penas que suman nueve años de cárcel, además de una multa.
Sucesos en Granada
Cuando comparezca en el tribunal provincial, no será la primera vez que es procesado. En abril de 2017, cinco meses antes del tiroteo, había sido condenado por atentado.
El incidente que ahora tiene que dilucidar la justicia se inició cuando el encausado, presuntamente, discutió acaloradamente con un familiar en el ferial de Gudahortuna. Este último intentaba que el sospechoso abandonase el recinto «por su actitud violenta hacia los demás», relata el escrito del fiscal.
Una pareja de la Guardia Civil intervino y pidió al alborotador que se calmase. Lejos de ello, y siempre según el ministerio público, el individuo en cuestión atacó a uno de los agentes. El otro miembro del instituto armado golpeó con su porra al agresor, que entonces empezó a insultar y maldecir a los uniformados. Además, les arrojó un vaso de cristal, sostiene la fiscalía, y gritó: «Os tengo que matar».
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Diez minutos más tarde, al acusado, presuntamente, quiso cumplir con su amenaza y buscó a los guardias empuñando una pistola que los investigadores no pudieron encontrar tras el suceso. Antes de dar con ellos pegó tres tiros al aire que provocaron una desbandada de vecinos. Acto seguido, «efectuó ocho disparos (...) hacia» las víctimas «guiado del ánimo inequívoco de causarles la muerte», recalca la fiscalía de Granada las supuestas intenciones del procesado.
Cuando apretó el gatillo por primera vez estaba a entre 20 y 50 metros de los agentes, pero la distancia se fue acortando rápidamente al aproximarse el agresor a sus objetivos sin dejar de disparar. Los dos miembros del instituto armado resultaron heridos, aunque, por fortuna, sus lesiones no revestían gravedad.
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En cuanto a los daños materiales, la fachada de una casa recibió cinco balazos y otro causó destrozos en el automóvil aparcados en las inmediaciones, según recoge el escrito de conclusiones provisionales elaborado por el ministerio público. La Audiencia ha reservado los días 2 y 6 de marzo para juzgar al presunto pistolero.
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