Varios jóvenes se preparan para repartir folletos informativos y preservativos en el Día Mundial del Sida en diciembre de 1995. En el círculo, campaña de 1990 'Póntelo Pónselo'. Alfredo Aguilar
Cuando los preservativos se llamaban condones
Memorias de Ida y Vuelta ·
En 1990 el Gobierno de España lanzó la recordada campaña 'Póntelo. Pónselo', sus protagonistas de Granada recuerdan ahora su lucha | María José Sánchez Rubio y Paqui Fuillerat coinciden en recordar que la sociedad aceptó la campaña con normalidad y que supuso la conquista de un espacio público
Cómo pasa el tiempo. En 1990, el Gobierno de España lanzó la campaña 'Póntelo. Pónselo' sobre el uso del preservativo y en este país casi se monta la revolución por la medida. La Iglesia y muchos sectores de la sociedad reaccionaron en contra de forma furibunda.
Hoy en día, se pueden comprar en la calle, en los bares, y se reparten en la universidad y en los institutos. Todas las farmacias los venden y si hay alguna botica que prefiera no hacerlo puedes ir a un supermercado y comprar un kilo de patatas, un bote de lentejas y de paso una caja de preservativos. Pero antes, en 1990, eso era imposible. Han cambiado tanto los tiempos que, incluso, a los preservativos se les llamaba, directamente, condones.
Página del periódico IDEAL del año 1990 que informa sobre la presentación de la campaña 'Póntelo. Pónselo'.
R. I.
Por poner un ejemplo actual, la Universidad de Granada repartió el año pasado más de seis mil preservativos entre los jóvenes. Y, de paso, el Centro de Orientación para la Salud practicó el año pasado ochenta pruebas de VIH entre universitarios.
La información que publicó en el periódico IDEAL la periodista Andrea G. Parra explica que «el Centro Juvenil de Orientación para la Salud de la Liga Española de la Educación y la Cultura Popular-Punto Forma Joven de la Universidad de Granada (UGR) ayuda a los jóvenes a despejar dudas. Cuenta con experiencia de años y conoce bien a la comunidad universitaria y el resto de jóvenes».
Es un servicio, añade, que ofrece la Universidad granadina a través del vicerrectorado de Estudiantes al alumnado y al resto de la comunidad universitaria.
No es su único campo de acción ya que puede acudir también cualquier joven de Granada así como profesionales que trabajen con juventud. Maribel Casado Triviño, educadora del centro, explica que durante el año 2017, en lo que respecta al reparto de preservativos y lubricantes gratuitos, han sido más de 6.000 durante 2017. «Hay jóvenes que vienen periódicamente a por ellos», matiza Maribel Casado. Las cifras, van en aumento.
Un espacio de libertad
María José Sánchez Rubio, actualmente parlamentaria andaluza por el Partido Socialista y ex consejera de Asuntos Sociales se sabe muy bien la lección del pasado. Se incorporó a trabajar en 1978 y en 1986 ya estaba en el llamado Imserso, transferido a la Junta con todas las políticas de servicios sociales y salud en 1985. «Trabajaba ya en las unidades de información en distintos puestos de responsabilidad del Imserso hasta que me nombraron delegada de Asuntos Sociales en 1997. Teníamos el Instituto Juventud y tratábamos temas como el embarazo no deseado y el sida, que empezaban a reconocerse como una alarma social».
La información sobre la prevención sexual estuvo al alza durante la década de los años noventa.
R. I
Con la llegada del sida, entonces una enfermedad mortal, «aparecen los temas de concienciación para el uso de los preservativos. Se empezó a trabajar en los institutos y en las asociaciones, con las asociaciones de gays y lesbianas, que eran población diana de riesgo por sus prácticas sexuales. Aparece una campaña muy potente que en Granada se divulga a través de los colectivos de homosexuales que se llamaban Nos y Colega. Trabajaban muy bien».
Respecto a la resistencia, cuenta María José Sánchez que, por ejemplo, «se empezó por los institutos porque en los otros colegios era muy difícil por la resistencia de las asociaciones de padres y madres». Más tarde, «con el Instituto Andaluz de la Juventud, se trabajó bastante».
Al mirar hacia atrás, valora que «se rompió una frontera al hablar directamente del condón en unas campañas con una cartelería estupenda», califica el 'Póntelo Pónselo'. «Entonces, insiste, se hizo una ruptura poniéndole nombre a lo que no se quería llamar. Se llamó al condón condón y se recomendaba incluso a los padres que aconsejaran a sus hijas e hijos desde adolescentes para que no mantuvieran relaciones sexuales sin protección. Había que utilizar el sida como reclamo, estaban y están también las Enfermedades de Transmisión Sexual».
–¿Qué sensaciones recuerdas?
–Que todo lo que se hacía era conquistar espacios de libertad. No se recuperaba nada porque sobre sexo solo se había hablado de polen y de florecillas. Eran conquistas de espacios públicos. Pensábamos que hay que educar sexualmente a los jóvenes, y no se había abordado jamás,. Pensamos que habría una resistencia tremenda, pero no la hubo. Había una resistencia de los de siempre, de la Iglesia y de la parte conservadora. Meterse en no sé qué colegio era una aventura y no había forma. Lo mismo para hablar de homosexualidad. Pero la gente socialmente lo acogió con ganas, no les molestaba tanto. La gente dejó de escandalizarse por algo que era fundamental para la educación y para evitar la tragedia del sida. Quizá que evitara que la gente muriera por las jeringuillas o por tener relaciones sexuales de riesgo contribuyó a que se viera como algo bueno».
«Fue un bombazo»
Paqui Fuillerat también se sabe muy bien la lección del pasado. Metida en las mismas peleas que su amiga María José Sánchez desde el principio, llegó a ser directora del Instituto Andaluz de la Mujer en el año 2000. Yal igual que María José, recuerda la campaña del 'Póntelo. Pónselo'. «Fue un bombazo».
A la izquierda, toma de posesión de María José Sánchez como delegada de Asuntos Sociales en 1997. A la derecha, toma de posesión de Paqui Fuillerat como directora del Instituto Andaluz de la Mujer en el año 2000.
Ramón L. Pérez y Juan Ortiz
«Me pilló en los servicios sociales, con un equipo de mujeres donde yo era la trabajadora social, la ginecóloga era Amalia Jiménez, Paqui Sánchez era la enfermera y María José Rodríguez la auxiliar sanitaria.En ese contexto hacíamos planificación familiar desde los años ochenta y éramos controvertidas porque el conservadurismo de la ciudad llevaba regular lo de enseñar a las mujeres a colocarse el DIU».
«En ese contexto se puso en marcha el 'Póntelo. Pónselo' y nos dio un herramienta para la planificación familiar», afirma. «Recuerdo que el sida era muy importante y había mucha preocupación por las víctimas mortales. Yel uso del preservativo como prevención era un valor en alza. Pero el 'Póntelo. Pónselo' tocaba también otro punto que hoy no se ha solucionado», reflexiona.
«Hasta entonces la anticoncepción era responsabilidad de las mujeres, nos colocábamos el DIU y aguantábamos. Nos tomábamos las pastillas y siempre nos tocaba todo a las mujeres. Con esta campaña tan potente dejó de ser un asunto de las mujeres y los chicos ya tenían una responsabilidad. La cosa es si estaban dispuestos a que su pareja le pusiera el preservativo, y afloraron entonces complejos y problemas. Pero, caló que si un hombre no se ponía un condón estaba poniendo en peligro la salud de su compañera, además de la anticoncepción».
Y, cómo no, guarda toneladas de anécdotas de aquellos tiempos. «Como aquella vez que una mujer llegó para que le hicieran una ligadura de trompas y nos soltó que no se movía de allí hasta que se la hiciéramos». Ocuando en la consulta de planificación familiar dábamos charlas, «y teníamos unos penes de plástico con los que enseñábamos a las mujeres a desenrollar el preservativo para colocarlo bien y que no lo rompieran. Ytodas venían prácticamente a escondidas de su familias, tanto las muchachas jóvenes como las señoras». «Prestamos un gran servicio a la sociedad porque muchas mujeres han salvado su salud y su vida sexual gracias a esa información. Les daba vergüenza, no se atrevían. Pero lo conseguimos».
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