Viernes, 24 de abril 2020, 19:37
«No, no es para Cáritas, es para EL Zegri», se le oye decir a Emilio por teléfono. Los que le escuchan se ríen. «Hay que ver la que ha liado», le comenta Francis a Javier en mitad de la Carrera de la Virgen, en Campotejar. Allí están los tres recién aparcados. Han ido en busca de Raquel, que está en su tienda de alimentación empaquetando.
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Desde el jueves hay una caja de cartón abierta en mitad de su negocio en la que pone 'para El Zegri'. Allí los vecinos ya están dejando alimentos para donarlos a este restaurante, que está en dificultades desde que un buen día a sus dueños se les ocurrió reservar una parte de su establecimiento para que los camioneros que hacían la ruta por la carretera que une Jaén y Granada, la A-44, pudieran tomar café, darse una ducha o comer algo de forma gratuita, tal y como dio a conocer este diario. Ha pasado exactamente un mes desde entonces. Y en los pueblos de la zona hay una especie de revolución para ayudar a esta familia conocida por todos.
El caso es que el confinamiento se alarga y se alarga y cada vez son más los camiones que se detienen en este restaurante por ser el único casi en España en el que pueden estirar las piernas, asearse o comer un plato de comida caliente. La demanda es muy alta y Ángel y Sonia estaban agobiados. Quince días o un mes calculaban que podrían estar dando este servicio, pero... ¿más?
Cuando peor lo estaban llevando, cuando ya creían que iban a tener que abandonar a los camioneros que tanto hacen hoy por la sociedad, se detuvo en su restaurante Emilio, el taxista.
Uno, dos, tres... y así hasta treinta camiones. Todos estaban parados en El Zegri a las seis de la mañana justo cuando Emilio pasó después de haber ido a la estación. Se quedó ojiplático, como él dice, «le quemó la sangre».
Grabó un vídeo con el móvil para ponerlo en Facebook. «Pero era tan largo que no subía, así que mandé una nota de voz a mis grupos de whatsapp pidiendo ayuda, porque no podía ser», explica el taxista, que se refiere así a un mensaje que en apenas unas horas recorrió los móviles de miles de vecinos de toda la comarca de Los Montes. «Acabo de pasar por El Zegri (...) y si solo en un ratillo he visto a 30 camiones, podéis imaginaros durante todo el día los que pueden pasar por allí. Y está solo Ángel echándoles una mano a ellos que son los que de verdad nos están ayudando al igual que hacen los sanitarios. Así que a ver si entre todos podemos contribuir con una caja de leche, refrescos, un bizcocho...», dice en parte del audio.
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El mensaje se compartió de manera vertiginosa y enseguida comenzó a sonarle el móvil a él, a todos los del grupo y al propietario del restaurante, que no sabía ni lo que estaba pasando. «A mí me llegó a las nueve de la mañana y rápidamente se lo pasé a todos los grupos. Y me he quedado asombrada por la respuesta. Estoy muy orgullosa de mi pueblo», cuenta Miriam, en cuyo comercio están ahora los tres porteadores. Allí también recogen lo que ha estado comprándo la gente para que el restaurante se lo ofrezca a los camioneros.
Emilio, Javier, Francis y también el alcalde de Campotejar, que se ha unido al grupo para echar una mano, están precisamente recogiendo todo lo que los clientes de Miriam han dejado para El Zegri. Hay lejía, mucha leche, bollería industrial, embutido o bolsas de patatas. Y de ahí a casa de Laura, que tiene dos garrafas de aceite de oliva preparadas.
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Los dos taxis están llenos, por lo que toca llevárselos a Sonia y a Ángel. Emilio explica que mañana será el día en el que se recogerán también todas las donaciones que haya de los pueblos cercanos:de Benalúa, Montillana, Campillo o Noalejo (Jaén), entre otros. En 24 horas han ofrecido su ayuda particulares o asociaciones como la de transportistas de Granada, la de los tiradores de Campotéjar, la cofradía de la Virgen de la Cabeza, el club de boxeo o diferentes ayuntamientos, entre un largo etcétera.
Y los hay que lo están llevando a El Zigre directamente. Allí está hoy Sonia y Fina, quienes reciben a los taxis con alegría y con ganas de agradecerles todo lo que han empezado a hacer. Sonia se sincera y dice que estaba llegando a un punto en el que la iniciativa corría peligro. Calcula que paran al día unos 200 camiones, a los que les ponen de todo: duchas, cafés, bocadillos y hasta un plato caliente. En este tiempo han sufrido abusos por parte de algunos, los menos, pero también ayuda como la que les ha brindado ahora Emilio. El afán es no romper la cadena de favores. Los camioneros son esenciales y la buena gente, también.
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