Mercedes Moll: «Éramos nueve hermanos y la diversión y el ruido estaban asegurados, pero la hora de la siesta era obligada y el silencio sagrado»
Veranos en femenino ·
El huerto, los paseos en bicicleta, los baños en la piscina y las clases con don Valentín forman parte de los veranos de la infancia de Mercedes Moll, fundadora de la Asociación de Mujeres Empresarias de Granada y política
Mercedes Moll (Madrid, 1940) pasó los veranos de su infancia en su casa rodeada por la vegetación propia del macizo del Montseny, en Barcelona. Era la segunda de nueve hijos, que compartían el paisaje natural como escenario de sus juegos veraniegos. «Recuerdo con mucha ternura esta etapa, tengo unos recuerdos maravillosos de esos años», asegura la fundadora de la Asociación de Mujeres Empresarias de Granada.
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«Éramos nueve hermanos y la diversión y el ruido estaban asegurados», relata Moll, quien apunta que aún así «la hora de la siesta era obligada y el silencio, sagrado» porque aunque su madre era «muy cariñosa», también imponía «mucha disciplina». De ahí que parte de sus vacaciones no fueran sólo juegos, sino que también incluyeran alguna que otra clase de repaso con el 'mossèn' don Valentín, que le ayudaba a ella y a sus hermanos a no olvidar lo aprendido durante el curso.
Pero las vacaciones de verano son las vacaciones de verano y después de todo los juegos estaban a la orden del día. Los paseos en bicicleta con sus hermanos eran una costumbre diaria con cada trayecto hacia la iglesia para ir con su madre a misa. Los patines tampoco faltaron en estos y muchos otros paseos.
«Llevábamos una vida sencilla y ordenada», comenta Mercedes. El entorno natural estaba muy presente en sus vidas, hasta tal punto que cada uno de los hermanos tenía una pequeña azada con la que trabajar su pequeño huerto y plantar sus propios tomates y judías. «Nuestra madre estaba muy satisfecha de poder coger ella misma para la cocina las hortalizas que nosotros plantábamos y a nosotros nos gustaba mucho», añade. Los baños en la piscina también formaban parte de su agenda habitual. «Gozábamos mucho, nos lo pasábamos muy bien», reconoce con algo de nostalgia en la voz. «Como no había televisión, conversábamos mucho con nuestros padres. Teníamos un contacto muy directo con ellos», asegura.
Actualmente, Moll aprovecha los veranos para visitar a sus hijos y nietos y hacer algún que otro viaje. A sus 78 años sigue inmersa en la actividad empresarial y mantiene su compromiso en la lucha para visibilizar a las mujeres. A lo largo de su trayectoria empresarial ha conseguido numerosas distinciones como la Medalla de Plata de la Cámara de Comercio de Granada en 1978 y por su influencia en la política española como una de las madres de la Constitución española.
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