El Mirador de San Nicolás es el epicentro de las fiestas del barrio del Albaicín. Javier F. Barrera

Fiestas del Albaicín

«El Mirador de San Nicolás vuelve a ser albaicinero»

Los vecinos aprovechan sus días festivos y reivindican los espacios públicos del barrio Patrimonio de la Humanidad para todo el mundo

Sábado, 28 de septiembre 2024, 13:13

El Albaicín huele a jazmines, a celindos, a madreselva. En Plaza Larga deja de hacerse la leche rizá en Casa Pasteles y empiezan a tostar almendra para los mantecados. Y entonces huele pronto también a canela. Pero hoy, sábado de las fiestas de San Miguel, ... patrono del barrio, huele a chocolate caliente, porque hace sombra en Plaza Larga y se está fresquito; y a rumores de aceite que hierve y dora las ruedas de los churros.

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Loli, contumaz vecina del barrio y miembro de la asociación, está al mando del chocolate. Los churros son cosa de Santi. La cola, que se ha formado a partir de las nueve y media de la mañana, cruza toda Plaza Larga entera y el barrio está azucarado y feliz. Pero hay de todo. «No me ha venido un grupo de chinos y el guía los ha puesto en la cola de los churros y les he dicho: 'Sigue pa San Nicolás'», comparte Loli encendida.

Porque el barrio está a flor de piel con la masificación turística. De hecho, la plataforma Albayzín Habitable ha instalado en el Mirador de San Nicolás un puesto para informar de las acciones que realizan para promover un turismo sostenible en el barrio Patrimonio de la Humanidad y para reivindicar medidas que impidan un turismo que denominan «masivo», «depredadador». Quizá el dragón que matara San Miguel se llame turismo masivo.

La chocolatada es un éxito, en una hora desaparece el dulce brebaje oscuro. A mediodía, la cola remanece. Loli, la encargada, confirma: «Me queda un poquillo, pero se lo voy a reservar para los chiquilines». Aparecen entonces unos rapaces y Loli, con una sonrisa amable, inmensa y albaicinera les llena los vasos hasta la mitad con el cazillo. Felicidad.

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Santi al mando de los churros en Plaza Larga, ambiente en la plaza y la larga cola para el chocolate. Javier F. Barrera

Viernes de pregón

La mañana del viernes comenzó con una fanfarria de unos profesores de una escuela de música alemana que amenizaron la mañana en San Nicolás con los niños del colegio público Gómez Moreno. «Estos días de las fiestas del Albaicín el Mirador de San Nicolás vuelve a ser albaicinero y no el marco de la postal turística que deploramos. Es una forma de reivindicar nuestros espacios de convivencia», sostiene Marga, de la organización de las fiestas.

Fue un momento muy importante el pregón, a cargo del periodista Agustín Martínez, también en el Mirador de San Nicolás. «Fue muy reivindicativo y muy emotivo también». El pregonero se centró sobre todo en la importancia de mantener el barrio habitado. Por ello, empezó a citar a gente de este barrio por su nombre, sus apodos, sus motes. «Y se los llevó de calle».

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Luego, faltaría más, la velada flamenca de la sangre del barrio. Por supuesto, también en San Nicolás. «Queremos que el barrio sea para todo el mundo, y también para nosotros, faltaría más», comentaba Juan, de la asociación vecinal. Pasada la medianoche, llegada la una de la madrugada, se acabó el compás y todos 'pal' carmen, pa casita, que el sábado viene largo.

Este sábado, así son las fiestas del Albaicín, promete. Por la mañana se celebra la gincana que organiza el grupo Scout del barrio. Es un juego entre los empedraos empinaos de busca y pillapilla con una versión temática. Este año versa sobre los personajes de las leyendas del Albaicín.

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Participantes en la gincana, concurso de cartas y chocolatada junto al Arco de las Pesas. Javier F. Barrera

La gincana de las leyendas

«La gincana la organiza la asociación scout del barrio todos los años en las fiestas. Trata un tema diferente. Unos años de los aljibes, otro de los miradores. Este año son las leyendas del Albaicín». Van a hablar de María la Miel, el Aljibe de la Vieja, el Cristo de las Azucenas, o el Carmen de las Tres Estrellas, «para que los participantes, niños y jóvenes, conozcan las leyendas del barrio».

La leyenda habla de María la Miel, una mujer que se enamora y recoge los ramos de flores que lanza su amado y los tira al aljibe y los pétalos recorren el barrio. En el Aljibe de la Vieja Tomillo había un huerto con una higuera que daba sombra. La gente le robaba los higos, así que hace un pacto con el Diablo. La leyenda cuenta que la higuera luce hermosa pero que los higos son amargos.

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En el Cristo de las Azucenas una joven huérfana era tejedora. Un día se enamoró pero el muchacho le abandona, entonces ella deja de ir al huerto y las azucenas se secan. La tía le pide al muchacho que vuelva y le responde que solo cuando vuelva a haber azucenas. Milagro y amor.

En el Carmen de las Tres Estrellas hay tres princesas musulmanas. Tras un pacto de amor crean un anillo con una estrella. Cuando el padre se entera que se han prometido con tres cristianos y no musulmanes, las destierra. Los anillos las convierten en estrellas que guían a sus amados. Conocer el barrio y su historia con presencia y jugando. Un plan inmejorable.

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De los niños y su choclatada a los jóvenes y su gincana, los mayores se arremolinan en torno a las mesas de naipes en el centro cívico Aliatar. Hay concurso de ronda y está presidida por un jamón que se está cortando en directo para celebrar las victorias y conjurar las derrotas. A las doce del mediodía quedan cuatro mesas completas que apuran para llegar a la gran final. La tensión se masca en el ambiente y los golpes duros y secos como de tambor en Semana Santa cuando El Silencio se escuchan sobre las mesas.

Queda la tarde y noche del sábado, con invitaciones a bailar tangos en la plaza de San Miguel Bajo y velada musical en el escenario con barras ubicado en el Mirador de San Nicolás.

Domingo de procesión

No se trata de dejar lo mejor para el final, para el último día. Pero el Albaicín sí es cierto que se endominga este domingo con su procesión del Santo al Cerro del Aceituno, aka San Miguel Alto. Todo comienza a las diez y media de la mañana con al Santa Misa en la Iglesia del Salvador y, a continuación, salida en romería hacia el Cerro del Aceituno.

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El gran momento, a partir de las dos de la tarde, la megapaella popular con música y baile, buen ambiente garantizado y chismes y cotilleos, amores que matan y vuelta a empezar. Promete buen tiempo. No se lo pierdan.

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