Una de las cafeterías del entorno del Palacio. Javier Morales-
Cumbre europea en Granada

Mitad de entrada para las cafeterías junto al Palacio de Congresos

Las calles junto al perímetro están en absoluto silencio, solo algunos vecinos y, de vez en cuando, la hélice de un helicóptero

Javier Morales

Granada

Jueves, 5 de octubre 2023, 11:30

Jesús pide un cortado y un zumo de naranja ajeno a que Pedro Sánchez acaba de entrar en el Palacio. Le pregunta Marta si tomará algo de comer y le advierte en tono cariñoso: «¡Hoy no vayas a hacer nada malo que te pillan!» Jesús, ... vecino de Manuel de Góngora que suele desayunar en Muchamiga, no tiene, en efecto, intención de llamar la atención de ningún agente. Mas bien cuestiona qué pasaría si necesita salir del barrio. «No te preocupes, tú me llamas y yo voy a por ti», se ofrece Marta.

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Ella es camarera y él uno de los vecinos de la zona perimetrada por la cumbre europea. Todo el círculo alrededor del Palacio es un espacio vallado, con controles de seguridad para los acreditados, a modo de aduanas. Y por aquí, zona ajetreada del Centro, la calma hoy es absoluta: vecinos que entran y salen del ambulatorio, gente con la barra de pan bajo el brazo y un vecino que va a depositar ropa usada en un contenedor y se encuentra con que está precintado. Se escuchan las conversaciones de la acera de en frente y de vez en cuando la hélice de un helicóptero. Nada más. Ni un coche.

Y esta calma chicha afecta a los negocios, hoy, más vacíos que habitualmente. Cuenta Marta que tienen la mitad de clientes que un jueves normal. Y relata los problemas que tuvo ayer. Avisaron de cambios en las líneas de bus metropolitanas el jueves y el viernes, pero no de que el miércoles ya habría modificaciones. Además, hoy tendrá que quedarse a comer y no volverá a casa.

El perímetro de seguridad queda a apenas cuatro metros de la cafetería Los Jardines. El ajetreo de los últimos tres días ha dado paso a una calma absoluta hoy, cuenta Joaquín. Algunos periodistas en la terraza, un par de vecinas que se han acercado a ver qué pasa en el barrio y un policía local en la barra son los únicos clientes. El silencio en toda esta zona, sin coches y con solo algún peatón, es, valga la expresión, estruendoso.

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