Un ejemplar de hembra de lince ibérico. EFE

Los mitos del lince ibérico: ni selectivo con el hábitat ni amenaza para los pastores

Los expertos señalan que solo necesitan dos cosas para desarrollarse: gran cantidad de conejos y el respeto del hombre

Miércoles, 1 de febrero 2023, 18:10

Recuperar la población del lince ibérico es un esfuerzo que lleva años ocupando a organizaciones, ecologistas y administraciones. La acción del hombre ha ido arrinconando a este felino y ha costado mucho volver a contar con más de un millar de ejemplares (1.365 según el censo de Life Lynx Connect), de los que medio millar (520) residen en territorio andaluz. Estas cifras hacen que hoy se esté más cerca de pasar de especie en situación crítica a especie vulnerable.

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Doñana-Aljarafe y Andújar-Cardeña eran las poblaciones remanentes en 2002, las que sobrevivieron a la extinción. A partir de ahí, se ha ido regenerando con el control de la repoblación hasta contar con áreas registradas en las que viven linces ibéricos en Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha, además de Portugal. El pasado mes de diciembre se sumó una nueva zona de repoblación en Granada. Concretamente, en Sierra Arana, donde se liberaron cinco ejemplares, dos hembras y tres machos, que vienen a recuperar una especie que desapareció de la provincia granadina hace 40 años.

Aunque se le considera especie autóctona de la península ibérica, hay restos documentados que demuestran su presencia en el sur de Francia (hace 600.000 años) e incluso en Italia (40.000 años). Su rabo corto, orejas con un mechón de pelos largos en su punta (conocidos como pinceles) y barbas son características que los identifican y distinguen.

La reintroducción de esta especie no es algo sencillo. Aunque siempre se ha asociado al lince con un entorno muy determinado, zona de matorrales, bosques aclarados y hábitats similares del dominio mediterráneo de la península ibérica, José María Gil, investigador a cargo de proyecto en el departamento de Zoología de la Universidad de Granada, aclara que esto no es así. Los estudios que se habían realizado cuando el lince estaba en claro peligro de extinción apuntaban estas necesidades, pero los trabajos de reintroducción y los estudios de seguimiento posteriores aclaran que este animal necesita dos cosas básicas: «que el hombre los respete y muchos conejos». De esta forma se demuestra que son animales adaptativos y pueden ser vistos igualmente en zona de matorral o en olivares. Por eso, apunta Gil, «el mundo cinegético (la caza) tiene mucho protagonismo».

Prevenir los atropellos

Porque las causas principales de muertes de ejemplares de lince en España son la caza y los atropellos. Para el primer problema es necesaria la «educación ambiental». Concienciar de la importancia de respetar a los animales. El investigador de la UGR apunta que, de hecho, los linces controlan al resto de depredadores en las zonas en las que habitan, sin la presencia de una amenza mayor como era el lobo, con lo cual evitan que puedan atacar al ganado.

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Más complicado es controlar los atropellos, como el que acabó con uno de los ejemplares que se soltaron en Sierra Arana y que apareció muerto el pasado domingo. Existen mecanismos para ello. Las zonas de Doñana y Sierra Morena han experimentado trabajos de prevención durante años. El vallado de sus zonas de acción para evitar que crucen las carreteras o vías del tren. En la provincia de Granada aún no se ha llevado a cabo esta labor, aunque está en proyecto la instalación de elementos disuasorios, mediante luz y sonido. El problema de este sistema es que funciona de noche y los linces son animales «bastante diurnos»

En un plazo de quince años, Granada contará con varios núcleos viables de linces con cerca de 30 hembras territoriales, que suponen la representación de un 20% de la población. Aproximadamente, Sierra Arana podría contar con alrededor de 150 linces si todo va según lo previsto, al menos eso es lo que se pretende con este programa de reintroducción, por el que José María Gil peleó para que llegara a Granada.

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Los cinco ejemplares escogidos para vivir en Sierra Arana forman parte del primer paso de este plan de recuperación en la provincia granadina. Se hizo mediante lo que se conoce como 'suelta dura', es decir, dejar al animal libre a campo abierto. Y ver su adaptación antes de ir sumando ejemplares en la zona. En otros lugares se había realizado lo que se denomina 'suelta blanda', por la que los linces son soltados en un área perimetrada para controlar su adaptación antes de dejar que salgan a campo abierto.

Cada animal porta un collar de identificación con una frecuencia que indica por donde se mueve y en qué estado se encuentra, si muere emite un pitido y una onda distinta, además de eso se pondrán cámaras de fototrampeo, una por cada kilómetro donde se mueven los felinos, para seguirlos la pista. Con las cámaras, huellas y letrinas los expertos podrán saber en qué estado se encuentran y el número de crías. Y si el animal muere, la necropsia del cuerpo y su estudio permite averiguar las causas, que se tienen en cuenta en futuras repoblaciones.

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