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SARAI BAUSÁN GARCÍA
GRANADA.
Viernes, 3 de mayo 2019, 01:01
En la montaña somos invisibles. Nuestra identidad se pierde entre sus laderas. En su ambiente, solo somos parte de un silencio lleno de sonidos. Solo hay paz, superación y emoción. Y, sobre todo, ni rastro de pena por los males que desde allí se ven a kilómetros y cuya solución parece accesible con solo respirar hondo. Todas estas sensaciones son las que cautivaron años atrás a Antonio Hermoso, Vicente López y Juan Cobo. Les enamoró y, como en las grandes historias de pasión, tuvieron que separarse de ella un tiempo por los pesares que el destino les ponía delante. Un mal dividido en dos nombres: cáncer y ostomía -se trata de una bolsa recolectora que se pone junto a una apertura que se debe hacer en la pared abdominal para dar salida a una víscera al exterior-.
Pero como en todos los relatos románticos, la separación no duró eternamente. Fueron momentos duros, horas de radio, quimio u operaciones complejas. Pero nunca de desesperación ni temor. Sabían que se iban a reencontrar, solo tenían que darse tiempo. Y el tiempo al fin pasó. Y volvieron a subir a las puertas del cielo.
El último que salió de ese bache fue Juan Cobo, quien hasta hace no demasiado tiempo tuvo que estar con quimioterapia tras aparecerle metástasis en el hígado. «Pero salí de eso como un toro». Volvieron a hacer montañismo hasta que un día decidieron dar un paso más. Tras subir un día al Veleta, se preguntaron: «¿por qué dejarlo aquí?». Querían seguir superando sus límites, pero también deseaban que eso sirviese de ejemplo para todo aquel que cree que su vida queda atrofiada por tener una bolsa pegada al abdomen. Así, se han propuesto un nuevo reto que están seguros de que superarán: subir los seis tresmiles de Granada. Ya tiene el Veleta y tienen en el punto de mira Elorrieta, El Caballo, Los Machos, Mulhacén y Alcazaba.
«La idea surge de que los tres somos montañeros. Son excursiones duras pero los tres amamos la montaña y surgió la idea, después de subir al Veleta con nieve y usando los crampones, de hacer más y que sirva para visualizar a las personas que vivimos con una ostomía», explica Antonio Hermoso, presidente de la Asociación de Ostomizados de Granada. Ellos no quieren ser ejemplo de nada, pero esperan dejar constancia de su experiencia y que sirva para que la gente sepa que se puede. Con lo que sea, esperando el tiempo que sea necesario, pero se puede.
A Vicente López, lo que le aliviaba el dolor y la ansiedad durante la recuperación era el deporte. Y lo aprovechó para coger impulso y seguir sumando en su vida. «Se puede hacer una vida normal. No hay que frustrarse si no se consigue un objetivo por la enfermedad, sino que hay que ser consciente de que si no se consigue hay que darse tiempo y si aún así no se puede no es por llevar la ostomía, sino por las patologías de esta enfermedad, que es tan mala y que te afecta a tantos órganos», indica.
Cuando a él le diagnosticaron cáncer, el mundo se emborronó de pronto. Su familia se vino abajo y solo querían llorar y llorar hasta ahogar esa horrenda noticia. Pero Vicente no se dejó llevar por la amargura. No se lo podía permitir. «Le dije a mi familia, ¿vamos a conseguir superarlo llorando? Si es así, vamos a echarnos todos al suelo a llorar. Pero si no, tenemos que salir adelante. Podemos con esto». Y pudieron. A las revisiones iba andando con su mujer desde Pulianas hasta la capital. Y cuando solo habían pasado nueve meses después desde su operación, ya estaba corriendo 10 kilómetros en 46 minutos: «No podemos decir un tiempo concreto de recuperación porque cada uno es un mundo, pero lo que todo el mundo tiene que tener claro es que se llega a la normalidad. Si la enfermedad no te machaca el cuerpo, tú puedes llegar».
«El que te pones los límites eres tú mismo, pero siempre con lo que te deje tu enfermedad: de eso hay que ser consciente. Una vez que has superado la enfermedad o la tienes controlada, no es ningún impedimento para hacer lo que te guste o seguir haciendo lo que quieras», señala Juan Cobo. Para compartir su iniciativa con quien lo desee, los tres animan a otras personas ostomizadas a participar en sus subidas a los seis tresmiles.
Pero no cualquier puede: deben tener un mínimo de preparación física, que le guste la montaña y estar federados para tener el seguro de responsabilidad civil. Si no se reúne esas condiciones, pueden disfrutar de una jornada de convivencia que se hará en la que habrá una excursión y una comida. Con ello esperan enseñar a otros lo que la montaña les ha mostrado tantas veces: la certeza de que no son nadie, pero que lo pueden todo.
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